El proyecto, publicado en la revista Journal of Applied Ecology, está dirigido por la Universidad de East Anglia (UEA) y utilizó los datos de localización por GPS de 65 estudios de seguimiento de aves para conocer los lugares en los que vuelan con más frecuencia a una altura peligrosa, definida como la existente entre los 10 y los 60 metros sobre el suelo para las líneas eléctricas y entre los 15 y los 135 metros para los aerogeneradores. Esto ha permitido al equipo de investigadores -informa Europa Press- identificar las zonas en las que estas aves serían más sensibles al desarrollo de parques eólicos o líneas eléctricas en tierra. Así, los mapas de vulnerabilidad resultantes revelan que los focos de colisión se concentran especialmente en las rutas migratorias importantes, a lo largo de las costas y cerca de los lugares de cría. Entre ellos figuran la costa mediterránea occidental de Francia, el sur de España y la costa marroquí (como los alrededores del estrecho de Gibraltar), el este de Rumanía, la península del Sinaí y la costa báltica de Alemania.
En concreto, los datos de GPS recogidos se referían a un total de 1.454 aves de 27 especies, la mayoría grandes voladores, como las cigüeñas blancas. La exposición al riesgo variaba, según las especies, entre las que la espátula euroasiática, el búho real, el cisne cantor, el águila imperial ibérica y la cigüeña blanca eran algunas de las que volaban sistemáticamente a alturas en las que corrían riesgo de colisión.
En el estudio ha participado un equipo de investigadores de 15 países y organizaciones como el British Trust for Ornithology (BTO), la Royal Society for the Protection of Birds del Reino Unido, o el Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la Universidad de Valencia.
Los autores afirman que el desarrollo de nuevos aerogeneradores y líneas eléctricas de transmisión debería reducirse al mínimo en estas zonas de alta sensibilidad. Y recomiendan incluir la señalización de los tendidos eléctricos para hacerlos más visibles, así como la implantación de sistemas que permitan el apagado de los aerogeneradores durante los periodos de alto tráfico de aves.
Según estos científicos, la transición hacia la descarbonización de la energía es esencial para evitar un cambio climático galopante. Se prevé que la capacidad de energía eólica terrestre en Europa se multiplique casi por cuatro hasta 2050, mientras los países de Oriente Medio y el norte de África, como Marruecos y Túnez, tienen como objetivo aumentar la cuota de suministro de electricidad procedente de este tipo de energía.
Sin embargo, advierten que la expansión de la infraestructura de energías renovables necesaria para conseguirlo supone un reto para la conservación de la fauna debido a los riesgos de colisión y electrocución, especialmente para las aves. El trabajo recibe financiación del Natural Environment Research Council (NERC) como parte de NEXUSS Centre for Doctoral Training.