En una entrevista realizada por EFE, Félix A. López afirmaba el mes pasado que en existen en España “entre 1.500 y 2.000 palas” de aerogeneradores que han finalizado su vida útil y que se están almacenando en “vertederos incontrolados”, con el consiguiente riesgo de una combustión que libere las sustancias tóxicas de las que están hechas y generen un impacto en la salud y el medio ambiente.
Un incendio, fortuito o provocado, quemaría esas palas compuestas por “fibras de carbono y de vidrio, reforzadas en algunos casos con poliéster”, lo que generaría “químicos peligrosos y muy contaminantes para el medio ambiente y el hombre”, explicaba el investigador del CSIC.
Energías Renovables ha intentado ponerse en contacto con Félix A. López, pero desde el gabinete de prensa del CSIC nos han comunicado que en estos momentos no puede hacer declaraciones porque en las últimas semanas (la entrevista se hizo tres semanas antes de que EFE la publicara el 22 de mayo), se han firmado varias patentes relacionadas con los procesos de tratamientos de las palas desechadas. Además, se han cerrado acuerdos con fabricantes de palas y aerogeneradores. Félix A. López desarrolla su labor en el Centro Nacional de Investigaciones Metalúrgicas, en Madrid.
Como suele pasar con las tecnologías renovables, las palas de aerogeneradores en desuso son “residuos emergentes”, es decir, materiales nuevos en el mercado, y por tanto todavía “no existe una directiva europea específica que las catalogue como residuos peligrosos o tóxicos o inertes”, lo que favorece el “vacío legal” en torno a ellas. Otros residuos emergentes como pueden ser los paneles fotovoltaicos fuera de uso si están sometidos a la legislación comunitaria, como es la Directiva de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos EU19/00/2012 que la Unión Europea aprobó en 2012. Y que los Estados miembros tienen que transponer este año a su ordenamiento jurídico.
Proyecto de reciclaje
Félix A. López ha señalado que el CSIC está trabajando en un “proyecto de reciclaje, ralentizado por la ruina del sector eólico en particular y la crisis económica en general, que concluirá en un máximo de dos años” y que permitirá recuperar las fibras y transformar en energía las resinas y otros constituyentes. De momento, “en Europa aún no se puede hablar de soluciones a este problema” que establezcan estrategias para la gestión, reciclado o reutilización de los componentes de las palas.
Según los datos que aporta el investigador del CSIC, los primeros aerogeneradores instalados en España “datan de 1997”, el parque eólico total está constituido por “17.000 generadores, lo que suma un total de 51.000 palas, de las que unas 1.500 o 2.000 se encuentran averiadas o en desuso”. Actualmente el destino de estas palas, sin una legislación que lo defina, hay que buscarlo en “almacenes y depósitos” localizados en las inmediaciones de los grandes parques eólicos repartidos “por casi toda la península”.
López ha matizado que es probable que “alguna empresa gestora de residuos recoja las palas, las trituren y las lleven a un vertedero de residuos inertes o peligrosos pero exactamente no se conoce la trazabilidad de una pala”. El transporte de una pala por una empresa gestora más la trituración de la misma tiene un coste “entre los 4.000 y 5.000 euros, lo que a veces es complicado asumir”.
“El ciclo de vida de una pala suele estar en unos 15 años”, estima el CSIC, por lo que entre 2017–2025, alrededor de “1.500 aerogeneradores (4.500 palas) equivalentes a una potencia instalada de 2.128 MW, e instalados en el período 1997-2000, habrán llegado al final de su vida útil”.
“Durante ese período de tiempo se calcula que se producirán alrededor de 21.000 toneladas de materiales compuestos que habrá que gestionar”. Además el aprovechamiento de las palas también estaría orientado a la “recuperación de materiales como las fibras de carbono ya que tienen un valor añadido para aplicaciones dentro de la aeronáutica” y representan una oportunidad de negocio y de innovación importante.
El sector responde
El 23 de mayo, día en el que los medios se hicieron eco de la entrevista de EFE, la Asociación Empresarial Eólica (AEE) publicó un artículo en su blog Somos Eólicos (www.somoseolicos.com) recordando que “la tasa de sustitución de palas eólicas en España es inferior al uno por mil anual”, que “actualmente se desechan entre 50 y 100 palas al año” y que “en total, se habrán sustituido unas mil palas en la historia de la eólica, con un peso aproximado de mil toneladas”. López habla de entre 1.500 y 2.000 palas. En todo caso, “la eólica lleva en el ADN el cuidado del medioambiente y es escrupulosa con su propio impacto medioambiental, por lo que el reciclaje es un asunto en el que trabaja”, afirma AEE.
Los datos finos dicen que en España hay 1.072 parques eólicos, con 20.253 aerogeneradores y 60.700 palas instalados en más de 800 municipios. El primer aerogenerador se instaló en 1984, pero no fue hasta finales de los noventa cuando el sector empezó a despegar. “El final de la vida útil de los aerogeneradores y, por tanto, de su reciclaje, no es un asunto del que se hable habitualmente. Máxime porque la tendencia natural es al alargamiento de la vida de los parques hacia los 30 años”.
Con la excepción de las palas, fabricadas con materiales compuestos (fundamentalmente fibra de vidrio o de carbono), los componentes del aerogenerador se reciclan con normalidad por tratarse de acero, hormigón, etc.
¿Qué ocurre con las palas? “De las 60.700 palas que hay en España, sólo el 1,7% (unas 1.000) se instalaron antes de 1998 y tienen por lo tanto más de 15 años de vida. De estas, sólo las más antiguas serán desechadas a los 20 años, por la comentada tendencia al alargamiento de la vida hacia los 30 años. Es decir que, de aquí a 2020, se van a desechar por llegar al final de su vida útil no más de 800 palas”, explica AEE.
La retirada de palas suele ser consecuencia de algún siniestro fortuito, como la caída de un rayo. Las palas dañadas se reparan siempre que es posible y, mientras tanto, los fabricantes y las empresas de mantenimiento “las almacenan cumpliendo la regulación sobre residuos no peligrosos. La duración de almacenamiento en el lugar de producción debe ser inferior a dos años cuando se destinen a valorización, y a un año cuando se destinen a eliminación”.
Si la pala dañada no se puede reparar, se gestiona a través de una empresa gestora de residuos autorizada, “cuya contratación previa es obligatoria” para obtener la licencia de actividad de cualquier empresa. El tratamiento que hacen estas empresas de las palas depende del estado en que lleguen. Lo normal es que tengan que fraccionarlas para poder transportarlas. Posteriormente, se trasladan a vertedero de residuos no peligrosos, dónde hay que volver a trocear para cumplir las dimensiones.
Residuos no peligrosos
En España, las palas eólicas tienen normativamente la consideración de residuo no peligroso. Una vez finalizado el proceso de fabricación, son productos inertes, por lo que no hay un proceso de transformación química de la materia al desecharlas. Por ejemplo, cuando llueve, no hay filtrados en el terreno y el lixiviado es inerte.
Como decíamos, los materiales con los que están fabricadas son compuestos (fundamentalmente, fibra de vidrio o carbono y resinas) difíciles de separar. Son los mismos materiales que se utilizan para fabricar barcos, aviones, tablas de windsurf o tantos otros componentes de la vida diaria fabricados con resinas: parachoques, paneles, carrocerías, baños, tableros de circuitos, asientos para los estadios, faros de automóviles, asas de ollas, fregaderos…
No obstante, existen diferentes iniciativas a nivel europeo para estudiar las posibilidades de reciclaje de palas y ya hay diferentes soluciones industriales (pirólisis, plantas cementeras, etc). Con un problema: la falta de masa crítica suficiente para avanzar en el proceso.
En cuanto a la regulación, existe una normativa de residuos normalizada para toda Europa. Desde la perspectiva de la normativa vigente estatal y comunitaria (esencialmente, la Ley 22/2011, de 28 de julio, de Residuos y Suelos contaminados, y la Lista Europea de Residuos, aprobada por la Decisión 2000/532/CE de la Comisión, de 3 de mayo), solo han de considerarse residuos las palas eólicas que los titulares de las instalaciones desechen o tengan la intención de desechar, no las que vayan a ser objeto de reparación. El tratamiento que ha de darse a los residuos que genere una instalación eólica durante su funcionamiento “viene expresamente contemplado en la correspondiente declaración de impacto ambiental, que se aprobó por la Administración con competencias ambientales en el lugar dónde se han instalado dicho parque eólico”.
Palas y rayos
La punta de la pala de un aerogenerador se mueve a una velocidad de varias decenas de metros por segundo. Un equipo de investigadores de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) ha grabado en vídeo de alta velocidad rayos ascendentes, iniciados en las palas de aerogeneradores en rotación.
El descubrimiento realizado por el grupo de investigación Rayos, Electricidad Atmosférica y Alta Tensión de la UPC, que está dirigido por el profesor Joan Montanyà, ha sido publicado en las revistas Journal of Geophysical Research y Nature y puede facilitar la prevención de averías en los aerogeneradores, según la UPC, que ha llevado a cabo la investigación en colaboración con el Massachusetts Institute of Technology.
La UPC, mediante su red de detección de rayos Lightning Mapping Array en las tierras del Ebro, ha podido detectar “emisiones de descargas eléctricas provenientes de aerogeneradores que se repiten periódicamente y con duraciones que van de los pocos minutos, a más de una hora durante ciertas condiciones de tormenta”. Los investigadores han grabado en vídeo de alta velocidad los rayos iniciados por turbinas eólicas, en el parque del Rubió. Este equipo científico ha podido registrar varios rayos ascendentes iniciados por aerogeneradores en rotación cuando los aerogeneradores giraban bajo nubes. Estas grabaciones se han hecho a un kilómetro de distancia de los aerogeneradores, “con la cámara a una velocidad de 6.668 imágenes por segundo y un tiempo de resolución de 15 microsegundos”.
Según la Politécnica de Cataluña, los resultados de la investigación “serán muy útiles, ya que abren la puerta a la descripción del fenómeno y, por tanto, a establecer posteriormente sistemas de prevención”. El estudio sobre el nacimiento de rayos desde las palas de aerogeneradores y su relación con la periodicidad de giro “ayudará a caracterizarlos, a averiguar las tipologías y la naturaleza y, sobre todo, ayudará a prevenirlos”. Por otro lado, contribuirá a ahorrar costos a las empresas constructoras y generadoras de energía eólica, “que pierden cada año millones de euros en averías provocadas por el estrés eléctrico al que son sometidas las turbinas aerogeneradores por la incidencia de los rayos”.
El grupo de Rayos de la UPC es el único en Europa que estudia los rayos de una manera sistemática. El equipo ha instalado observatorios en Pirineos, el Delta del Ebro y la isla de San Andrés, en el Caribe colombiano.