– ¿Le gusta sentir el viento?
Me gusta sentirlo, sobre todo por lo que significa el trabajo de campo: descubrir sitios y analizar sus posibilidades. Y ahora me recuerda sobre todo esa etapa de los comienzos de la energía eólica, en que se llegaba a sitios nuevos y había que empezar explicando a la gente de qué iba esto.
– ¿Se imaginaba cuando empezó a trabajar en 1983 que las renovables llegarían donde están ahora?
En aquellos años, dedicarse a las energías renovables, o como se las llamaba entonces, energías alternativas, tenía una componente ideológica o vocacional: se estaba en esto porque se querían cambiar cosas. Imaginar entonces oportunidades de negocio o desarrollo profesional con la rapidez que se han producido era impensable, pero la apuesta continuada de las personas, de las empresas, de las distintas administraciones… permitió que España alcanzara el liderazgo mundial.
– Barlovento es un vivo ejemplo de lo que el sector español de las renovables ha sido capaz de hacer: abrir mercados y ganarse la confianza de empresas e instituciones en todo el mundo. ¿Cómo se ha conseguido? ¿Somos realmente tan buenos?
La experiencia adquirida en España ha servido para trabajar en otros países. También es cierto que en los últimos años el panorama en España no era muy halagüeño y había que buscar la actividad fuera. Y respecto a la segunda pregunta, creo que hay muy buena experiencia tanto en desarrollo, como en construcción de proyectos, así como buenos productos en algunas tecnologías.
– ¿Y cómo ha logrado que Barlovento saltara de su cabeza a la realidad y sea hoy una empresa global, con oficinas en seis países y con 100 personas trabajando?
Hace veinte años nunca lo hubiera pensado. Los años iniciales, con fuerte desarrollo de renovables en España, nos sirvieron para adquirir la experiencia necesaria para la salida al extranjero. Y hay que resaltar sobre todo el compromiso y esfuerzo del personal de la empresa.
– En 20 años habrá visto de todo. ¿Cómo se hacían antes las instalaciones renovables y cómo se hacen ahora?
Salvo excepciones, que tienen más que ver con las prisas puntuales –por ejemplo en el boom fotovoltaico– creo que en general los proyectos se han desarrollado y construido bien, conforme al conocimiento existente en cada momento. La experiencia ha permitido avanzar y adquirir mayor conocimiento reduciendo y ajustando el margen de error. Esto se nota desde las mediciones, que cada vez son de más calidad, a los modelos de cálculo empleados o a la selección de aerogenerador.
– En los últimos años la nueva regulación ha exigido optimizar al máximo la operación y el mantenimiento eólico y fotovoltaico. ¿Sigue habiendo margen de mejora?
Seguirá habiendo mejoras tanto en el rendimiento de las instalaciones, como en su mantenimiento. A largo plazo se puede conseguir una mayor producción, por aumento de la disponibilidad y por alargamiento de vida. Sin embargo, en estos momentos de continua reducción de costes, se puede caer en la tentación de intentar aumentar la rentabilidad de las instalaciones a costa de abaratar el mantenimiento. Por el contrario, el mantenimiento debe contemplarse con una planificación a largo plazo, con continuidad, personal cualificado y con el objetivo de aumentar la disponibilidad y la vida de las instalaciones.
– Hace algunos años le pregunté si los expertos en medición de recurso eólico ya habían comenzado a sentir la influencia del cambio climático y me dijo que aún no se manejaban datos al respecto. ¿Qué sabemos hoy? ¿Está el cambio climático trastocando los regímenes de vientos?
De las medidas aún no se pueden extraer conclusiones, ya que aún no hay series consistentes suficientemente largas, en emplazamientos de parques. Sí que hay algunos estudios mediante modelos, que predicen disminuciones de potencial en algunas zonas del hemisferio norte para fin de este siglo, pero todo con grandes incertidumbres. En cualquier caso, lo que ya no se discute es el cambio climático y la necesidad de sustituir los combustibles fósiles por fuentes renovables.
– Con la perspectiva que dan tres décadas de trabajo en el sector, ¿qué piensa de la transición energética que estamos viviendo? ¿qué pasos habría que dar para acelerarla? ¿qué escenario se imagina en el medio–largo plazo? ¿qué tecnologías dominarán el panorama energético?
Creo que la evolución es inevitable. Durante años, el principal argumento de los defensores de las energías convencionales era que las renovables eran caras. Pues bien, ese argumento ya no sirve. Para acelerar la transición deberían tomarse medidas para favorecer la eficiencia energética, la electrificación del transporte y el autoconsumo. Por otro lado, deberían tomarse medidas para que cada fuente de energía internalice sus costes, incluido lo de “quien contamina paga”. Y no estaría mal que hubiera algo de planificación, que se ha echado de menos estos últimos años. ¿Habrá más subastas de renovables? ¿Se dejará todo a lo que el mercado decida?
A largo plazo, imagino un panorama de centrales fotovoltaicas y parques eólicos, con hidráulica y algo de gas, en el que la gestión de la demanda y el almacenamiento de electricidad en baterías en los puntos de consumo jugarán un papel importante para poder prescindir de las energías fósiles que, además de ser finitas, no son medioambientalmente sostenibles.