Energías Renovables ha buscado diez preguntas y ha decidido planteárselas a una serie de mujeres del sector de la energía. Unas han decidido contestarlas. Otras han dicho que no, que tenían problemas de agenda, o que no esperaban un cuestionario como este, o que estaban de viaje, o no han dicho nada. Assumpta Farran ha sido una de las mujeres que ha dicho que sí. Estas son las preguntas. Estas son sus respuestas.
¿Qué tiene que ver la energía con el género?
Las mujeres somos más sensibles al ruido y a la contaminación. Cuando voy por la calle y veo niños al lado de coches humeantes y ruidosos pienso: ¿hasta cuándo tendremos que aguantar el coche, el ruido y el humo? Por cierto, esos coches queman combustibles fósiles… A los hombres, en cambio -y, claro, con excepciones-, les encanta la Fórmula 1, las revistas del motor, el poder que da un coche y todo eso. Un dato objetivo: en el Institut Català d’Energia [Icaen] hay 10 personas que vienen a trabajar en bici y 8 de ellas, entre las que me incluyo, somos mujeres.
Si hubiese que asignarle un género a las energías renovables, ¿cuál sería? ¿Por qué?
¡Sin ninguna duda, femenino! Su imagen es la del viento y el Sol. Dos conceptos que ligan a la perfección con el aire limpio y la naturaleza.
Si hubiese que asignarle un género a los combustibles fósiles, ¿cuál sería? ¿Por qué?
Me viene a la cabeza el comentario de un exconsejero de Industria de la Generalitat, y expresidente del consejo de administración de Icaen, que decía: “Catalunya tiene que volver a oler a motor”. Por aquel entonces yo no era directora de Icaen, pero sí que formaba parte de su consejo de administración como directora general de Calidad Ambiental, y no pude evitar responderle que oler a motor quería decir perder aceite y, por tanto, ser ineficiente. Me pareció una falta de respeto hacia el organismo que representaba. No entendió, a la primera, por qué me enfadaba. A mí me parecía una obviedad.
Si hubiese que asignarle un género a la nuclear, ¿cuál sería? ¿Por qué?
Bisexual. Reconozco que los conceptos de la física atómica me fascinaron durante mucho tiempo. Pero al final me decanté por la física del aire. Hice mi proyecto de final de carrera sobre cambio climático, en concreto, del efecto invernadero. Esto parece normal pero... ¡era el año 1992! Nadie hablaba de cambio climático por aquel entonces. Lo que estaba de moda era la capa de ozono.
Impuesto al Sol, ¿sí o no?
¡No, ahora ni nunca! Pero sí considero necesario contribuir a los costes de modernización de la red de distribución. Lo que venimos a llamar la red inteligente. Sin ella, la energía solar va a ser un tema de “autosuficiencia”, y lo que debe ser es un tema de “energía compartida en red entre una comunidad solar de personas”.
Pero de ninguna manera justifica un peaje de respaldo que responda a la “bacanal” de infraestructuras gasistas y de red eléctrica de interconexión, tanto las construidas en la primera década del Siglo XXI como las que ya se intuyen para la próxima década: MidGas, interconexión de Vizcaya... y suma y sigue.
Nuclear, ¿sí o no?
Nunca me he considerado antinuclear, pero creo que es una tecnología del Siglo XX que debe jubilarse cuando llegue a los 40 años. ¿Por qué? Pues, como los humanos cuando llegamos a los 65... ya ha hecho su función y ahora hay que dejar paso a las nuevas generaciones, y esas son las renovables no gestionables, el viento y el Sol. Y todas no caben. Alguien tiene que ser flexible en un sistema eléctrico que aún difiere muy poquito del que diseñó Thomas Edison.
Carbón, ¿sí o no?
Si se trata de carbón autóctono, la respuesta tiene matices. Si se trata de carbón de importación, no radical.
¿Cómo adjetivarías el gas?
Hace 15 años alguien dijo que “el gas natural son las renovables de Catalunya”, y... ¿qué sucedió? Pues que hoy tenemos cuatro gigavatios de ciclos combinados y apenas uno eólico y solar… casi nada, los decimales de esos números.
¿Vas a hacer huelga el ocho de marzo? ¿Por qué?
Sí. Yo no me considero maltratada. Por suerte la administración pública, quizás con algunas excepciones, practica un trato muy igual a ambos géneros, pero es evidente que en el mundo privado eso no es así.
¿Qué pregunta debí hacer y no he hecho?
No me has preguntado por la auténtica revolución energética: ¡la de la demanda!