¿Por qué surgió la idea de crear una comunidad energética?
Lo primero que hacemos es preguntarnos por qué necesitamos una comunidad energética. Es lo primero que hay que preguntarse y lo que más nos preguntan a nosotros. Para abaratar la factura eléctrica el consumidor puede optar por: pedirle al Gobierno que baje o que cambie la política energética o fiscal; cambiar de comercializadora para aprovechar las ofertas comerciales de reclamo; o, aquí está la clave, el consumidor puede mirarse al espejo y preguntarse qué puedo hacer yo para bajar mi factura eléctrica. El consumidor es el que mayor capacidad tiene para reducir su factura eléctrica. Si queremos empoderar al consumidor, tenemos que darle herramientas para ello.
¿Cómo se desarrolla un proyecto energético así?
Un proyecto energético tiene cuatro componentes para que sea viable, y cada vez es más complicado que se reúnan al completo: territorial para que el suelo sea capaz de albergar la instalación, medioambiental para se compatible con el medio ambiente, evacuación de la energía para poder volcar la energía, y capital para tener los recursos disponibles. En nuestro caso apostamos por un modelo micro, que tiene unos costes de promoción proporcionalmente mayor que los grandes proyectos. Desde que uno empieza a promoverlo hasta que se pone en marcha pueden pasar perfectamente entre dos y tres años y el tiempo de construcción de ese proyecto son dos o tres meses. Es decir, tardamos tres meses en poner las placas y tres años en buscar el suelo, comprarlo, tramitar el proyecto, ponerlo en marcha, conectarlo y empezar a facturar. Esa es la cruda realidad en España, y es algo en lo que hay que reflexionar; en España el papeleo, la burocracia y los medios humanos para llevar a cabo estos trámites hacen que los proyectos se demoren más de la cuenta. No es un problema de las personas que tramitan los proyectos, es un problema de que hacen falta más personas para tramitar los proyectos, porque los funcionarios son en la mayoría de los casos excelentes.
Por tanto, los trámites administrativos suponen un obstáculo a la hora de desarrollar proyectos de este tipo como son las comunidades energéticas…
En nuestro caso fue la tramitación administrativa de las instalaciones de autoconsumo colectivo porque apenas había proyectos tramitados y ni siquiera los sistemas informáticos de la administración estaban preparados. Hemos tenido que escribir el procedimiento, porque éramos de los primeros y todos tenían que hacer sus adecuaciones y procedimientos. En el caso normativo nos encontramos con ciertas limitaciones como el hecho de que solo se pueda compartir energía en una distancia máxima de 500 metros, lo que supone un condicionante a tener en cuenta y una limitación que está haciendo que no despeguen las instalaciones de autoconsumo colectivo con la intensidad que nos gustaría a todos. Yo defiendo en todas mis intervenciones que se le ponga un cero al autoconsumo colectivo, para que en lugar de 500 sean 5000 metros. Por otra parte, la limitación de la baja tensión desde hace unas semanas cambió la norma y se puede compartir energía en media tensión. Supone una pequeña mejora, pero si se hubiera ampliado la distancia hubiera sido mucho mayor la mejoría.
¿Qué papel jugó en su caso la administración?
Nos apoyamos mucho en el IDAE que siempre vio en este proyecto el paradigma de lo que podía ser un modelo de comunidad energética. De hecho, el nombre lo tenemos muy a gala que lo puso el IDAE, en concreto la anterior responsable de comunicación que se jubiló hace medio año y que era Adelaida González Monfort. Personalmente le estoy muy agradecido a ella. Me propuso dos alternativas y una era Compten, que en valenciano quiere decir ‘contamos’, un nombre que reúne todos los valores que queríamos darle al proyecto. Además, eran las siglas de los conceptos que queríamos introducir: Comunidad para la Transición Energética Municipal.
¿Qué objetivos había cuando se ideó la iniciativa y qué objetivos hay ahora? ¿Han cambiado?
La comunidad energética Comptem surgió en 2018 con el objetivo de afrontar el reto de la transición energética desde el ámbito municipal. Ello pasaba por incrementar la producción energética a escala local, reducir la factura eléctrica, empoderar a la ciudadanía para que pudiera decidir cómo y cuándo consumir su energía e introducir la variable divulgativa y de cultura energética en la población para que estuviera presente en la toma de decisiones. Tras tres años de andadura, el proyecto ha ido creciendo bajo la óptica de la innovación, no solo tecnológica sino también administrativa, social y de modelo económico y de financiación. La evolución hacia un concepto de comunidad energética de alto valor añadido, que aporte servicios adicionales al sistema eléctrico, como la flexibilidad, la agregación de la demanda, el almacenamiento, el control de tensión, etc. es, para el Grupo Enercoop, una prioridad.
¿Cómo ve el desarrollo del concepto comunidad energética? ¿Qué le falta?
El marco legal actual es suficiente para dar una cobertura jurídica y administrativa mínima a los proyectos, si bien sería deseable un desarrollo normativo que concretara más algunos aspectos a los que se está dando soluciones tan variadas como originales. Por otro lado, potenciar el desarrollo de la figura del gestor de comunidades energéticas, como ya se contempla en la Hoja de Ruta del Autoconsumo, facilitaría la operación posterior y generaría nuevas actividades en el sector. También sería deseable supervisar el uso del término "comunidad energética", puesto que actualmente se están autocalificando así iniciativas que no son tales y que no cumplen los requisitos establecidos, ya sea por su gobernanza o bien por estar orientadas, de forma velada, a un objetivo parcialmente lucrativo. A su vez, también se confunden a menudo las comunidades energéticas con las instalaciones de autoconsumo colectivo, si bien son términos que no son, ni mucho menos, sinónimos.
¿Qué mensaje manda a alguien (cooperativa, agrupación vecinal, ayuntamiento) que quiera impulsar una comunidad energética?
El método de desarrollo de comunidades energéticas diseñado por el Grupo Enercoop tiene 11 pasos, los cuales solo tienen sentido si encontramos una respuesta positiva del colectivo al que acompañamos al paso que denominamos "0", que no es más que la ilusión, la convicción y el empuje necesario para que la idea se convierta en realidad. Una vez tomada la decisión, lo demás viene rodado, lo que no quiere decir que sea un camino de rosas. Por ello, el acompañamiento de profesionales solventes y cualificados en las diferentes fases del proyecto resulta esencial. Dicho acompañamiento no solo debe ser técnico, sino también jurídico, administrativo, social y en materia de comunicación y formación, puesto que de todos estos factores depende el éxito del proyecto. Además, el apoyo no debe limitarse a la fase de diseño y puesta en marcha de la comunidad, sino que debe estar presente también en la fase de operación, especialmente si se trata de un modelo "As A Service" o de pago por uso.
