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Cipriano Marín, vicesecretario general de INSULA

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Durante siglos, las islas han permanecido al margen. Han sido utilizadas para monocultivos, como lugares de parada y fonda, como enlaces en las rutas del mundo… pero no eran vistas como entidades. La cumbre de Río cambió esta situación y, ahora, las islas son identificadas como territorios idóneos para el desarrollo sostenible y las energías renovables. El Consejo Científico Internacional para el Desarrollo de las Islas, es decir, INSULA, nació en 1982 en el seno de la UNESCO, precisamente para que esa nueva visión sea una realidad cuanto antes. ¿Todas las islas caben bajo el paraguas de INSULA?
En INSULA tenemos en cuenta tres factores al analizar los territorios insulares: el aislamiento, un factor de escala y otro sociotecnologico. Es decir, que exista una identidad cultural y que existan unas limitaciones de carácter infraestructrual. Por tanto, no podemos llamar islas al conjunto de islas que rodean Copenhague, porque a todos los efectos se comportan como un sistema continental; o al Reino Unido. Sicilia, sin embargo, es claramente una isla, tanto a nivel cultural como de desarrollo, aunque desde el punto de vista energético no sea así. Por el contrario, hay islas muy grandes que tienen un comportamiento claramente insular, como es el caso de nueva Zelanda o Tasmania. En cualquier caso la gran mayoría de los proyectos impulsados por INSULA se centran en islas que tienen no más de 2 ó 3 mil km2 y entre tres mil y 100.000-200.000 habitantes.

En términos humanos, ¿de cuántos millones de personas estamos hablando?
Estamos hablando de 400-500 millones de personas. Si consideras las islas individualmente, a veces se trata de territorios con muchos problemas, limitados técnicamente. Per si se conectan todas en su globalidad te encuentras con uno de los conjuntos territoriales más importantes del mundo.

¿Y a qué desafíos específicos se enfrentan estos territorios?
En la actualidad, todas las islas del mundo se han especializado en turismo; algo que, sumado al crecimiento demográfico en las propias islas, implica atender a varios desafíos. Por un lado, la necesidad de conservar la diversidad natural y cultural, y por otro, la gestión del turismo, que está relacionada con la gestión de la energía, del agua y del transporte. Por tanto, la definición de la política energética insular condiciona su desarrollo. Uno de los grandes errores en el desarrollo energético de las islas ha sido reproducir sistemas continentales sin experiencia insular. El caso del transporte es el más dramático: ahora mismo el 60% del consumo energético en las islas viene del transporte, muy empujado por el turismo. Hay que tener en cuenta, además, que en las islas incluso la generación de infraestructuras para los sistemas energéticos son mucho más impactantes. Por tanto, la energía se encuentra en el nudo gordiano del dilema insular.

¿Entiende el sector turístico esa relación?
R: INSULA y la organización mundial del turismo trabajan conjuntamente para iniciar un programa específico que agrupe innovación tecnológica, innovación en energías renovables y calidad del destino turístico. Esto para las islas es esencial. Esta colaboración nos están permitiendo comprobar que el problema básico se encuentra en el sector intermediario (los consultores, proyecticas, arquitectos…) porque son los que deciden y, sin embargo, no tienen los conocimientos necesarios para implementar la innovación.

¿Qué papel juegan las energías renovables en la solución de esos problemas?
Las islas son un mercado natural para estas energías. Los modelos que se adoptan son, además, replicables en otras islas. Por ejemplo, el modelo eólico-hidráulico de la isla canaria de El Hierro (ver Energías Renovables nº 12) es perfectamente trasladable a otras islas que tengan ese tipo de pendiente y las condiciones eólicas adecuadas.

¿Cómo colabora INSULA en la implementación de estas fuentes de energía?
Existe diferentes estrategias de máxima penetración de renovables en las que colabora INSULA. Por ejemplo, en el Caribe hemos promovido el programa CREC junto con entidades como el EREC, lo que ha conducido a que cuatro islas ( Barbados, Santa lucia, Desiré y Cuba) tengan en marcha actuaciones para que las renovables cubran sus necesidades energéticas. En Madeira y Azores se están llevando a cabo proyectos igualmente interesantes. En la primera se combina la eólica con microcentrales hidráulicas, mientras que en Azores existe una central geotérmica que ya está cubriendo el 42% de la generación de energía.

¿Genera también proyectos INSULA?
INUSLA está compuesta por tres tipos de representantes: gobiernos insulares, universidades y centros de investigación, y asociaciones insulares relacionadas con estas iniciativas. Esta red tan amplia nos permite cooperar en materia de proyectos, identificar los recursos para desarrollarlos, aunque nuestro trabajo específico es el de orientar y cooperar, no pedir los fondos, y establecer sistemas de replicación entre islas. Por ejemplo, somos capaces de reproducir en otra isla lo que se está haciendo en Pascua en materia de turismo sostenible apoyado en las renoables, o de trasladar , como nos han pedido, a Barein la experiencia en desalinización de agua en Canarias. Es decir, establecemos simbiosis insulares. Da excelentes resultados.

¿Dónde se está produciendo la mayor explosión de proyectos renovables?
En todo el mundo existen proyectos muy interesantes, pero la mayor explosión se está dando en Europa. Un ejemplo excelente es la isla danesa de Sämso, donde además de instalarse todas las fuentes renovables se ligan los excedentes de generación con las producción de hidrógeno para los nuevos transportes.

¿Y en las islas españolas?
Está el caso ya citado de El Hierro, que es uno de los proyectos más importantes en los que participa INSULA. España ha alcanzado un altísimo nivel tecnológico e industrial en renovables y en las propias islas hay centros importantísimos de referencia mundial, como el ITER y el ITC. Sin embargo, en Canarias la legislación es absolutamente coercitiva contra las renovables y el fárrago administrativo es tal que disuade a cualquiera. No se entiende. Menos aún cuando hay una increíble demanda de inversores privados para instalar renovables. En el caso de Baleares, no es que haya reglamentaciones coercitivas, pero se deberían generar más proyectos de demostración y menos grandes documentos de planificación energética.

¿La solución está, entonces, en dejarse de papeles y ponerse manos a la obra?
En los marcos continentales pueden funcionar bien los proyectos de papel, pero en las islas funciona mucho mejor el carácter demostrativo. Las islas son territorios abarcables, y por tanto lo mejor es ponerse manos a la obra y generar proyectos. Un buen ejemplo lo ofrece Chipre. Ahora mismo, el 98% de las viviendas de Chipre están dotadas de sistemas solares. Así que Chipre, con muchos menos recursos que Canarias, ha avanzado mucho más y ha generado una industria local verdaderamente importante porque la mayor parte de los sistemas térmicos se fabrican allí.

Así que apostar por las renovables también ayuda a crear riqueza en las islas..
Indudablemente. Las energías renovables son rentables en las islas desde todos los puntos de vista: económica, ambiental, social y técnicamente. Crean un nuevo espacio de especialización, y lo ideal es trabajar sobre presupuestos de no ayuda. Nuestra experiencia nos demuestra que los programas muy focalizados hacia la ayuda acaban en fracaso, porque no generan el mix público-privado necesario para que eso funcione.

¿Comparte la Unión Europea esta visión de INSULA?
En Europa hay unas 300 islas susceptibles de aplicar proyectos de renovables, con una población conjunta de 13 millones de habitantes, es decir más que algunos de los estados miembros. Sin embargo, es una cuestión muy poco reflejada en el tratado de la UE, sólo en el artículo 299 se habla de la necesidad de fomentar sistemas y desarrollos específicos insulares. Es un problema de miopía. En INSULA estamos totalmente convencidos, como ya se dijo hace cuatro años en la conferencia de Menorca, de que en la UE debe haber una reglamentación específica energética para las islas, incluso el grupo interparlamentario Isla del Parlamento Europeo lo pide.

¿Y cómo debería plantearse esa reglamentación?
Se trata de conseguir un marco específico que permita la máxima penetración de las renovables, levantando las barreras que penalizan a estas fuentes y priman las convencionales. En los sistemas continentales a veces esto no es tan evidente, pero en las islas sí: o haces esa apuesta o las islas quedan hipotecadas. No hay otra oportunidad. La apuesta por las energías convencionales nos está sumergiendo en un riesgo altísimo, incluso de desabastecimiento energético. Afortunadamente, algunos estados miembros, como Italia, Grecia, Dinamarca y, en parte, España, trabajan ya en esa dirección.

Más información:
www.insula.org
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