Ingeniero de Telecomunicaciones por la Universidad Politécnica de Madrid. ¿Por qué?
Yo quería ser ingeniero y, dentro de las ingenierías, Teleco me parecía la más moderna. Pero le confieso que no es que tuviera gran vocación, ni mucho menos.
¿Cómo llega un ingeniero de Teleco recién licenciado en Madrid a un desierto en Almería?
Tras acabar la carrera, entré en una empresa de electromedicina, pero no me gustaba mucho el tema. El caso es que me enteré de que Initec, la ingeniería del INI, estaba buscando ingenieros, curiosamente para trabajar en programas de centrales nucleares, y allí que entré, en torno al 76. Estuve un año trabajando en el proyecto de la central nuclear de Lemóniz… curiosamente… Y, cuando estaba trabajando en ese proyecto, el Gobierno encargó a Initec el diseño y la construcción de la central solar de Almería. Eligieron a cuatro ingenieros para hacer la ingeniería básica de la central, y yo tuve la suerte de ser uno de ellos. Fue entonces cuando empecé a trabajar en temas de energías renovables. Estoy hablando del año 77.
O sea, casi recién licenciado, con experiencia en centrales nucleares… y a diseñar una termosolar. Menudo privilegio, ¿no?
Sí, yo creo que fue un privilegio. Y resultó muy interesante. Porque, además, participé en la concepción, en la ingeniería básica, en la construcción y en la puesta en marcha. Y eso es algo muy poco habitual para un ingeniero; normalmente los ingenieros de diseño son unos, los que hacen montaje son otros…
¿Y cómo fue la concepción, la ingeniería básica?
Pues imagínese. El único antecedente que teníamos era una planta que habían construido los Laboratorios Sandía de Estados Unidos, en Nuevo México, y allí que fuimos nosotros a ver los helióstatos, que no los habíamos visto nunca. Conocimos aquello, empezamos a trabajar en el diseño básico, y luego tuve la fortuna de trasladarme a Almería, en el año 1981, cuando empezó la construcción. Allí participé en ella, y luego participé en la puesta en marcha y en la evaluación de la central, es decir, en todas las fases del proyecto.
¿Piensa entonces el joven Sánchez Sudón que las energías renovables son el futuro?
En aquellos momentos las energías renovables prácticamente no existían. Es verdad que, como consecuencia de la crisis energética, empieza a haber interés por ellas, pero se habla muy poco de energías renovables… por no decir nada. Vamos, que tengo que confesar que ni yo ni la gente con la que me relacionaba imaginábamos entonces que se iba a producir un desarrollo tan espectacular en tan poco tiempo.
¿Cuántas termosolares, cuántos proyectos, hay en esos momentos en todo el mundo?
En la Plataforma Solar de Almería (PSA) en realidad son dos los proyectos. Uno es español (en él estoy yo), y el otro lo conduce la Agencia Internacional de la Energía [AIE]. En él trabaja Luis Crespo [actual presidente de la Asociación Europea de Electricidad Termosolar]. Además, simultáneamente, Europa desarrolla otros dos proyectos y Japón, uno más. Hoy están todos cerrados. Menos la PSA, claro. Todos se hicieron en paralelo. No había referentes, salvo la instalación de Sandía, en Nuevo México.
¿Cuánto tiempo dura la experiencia termosolar de Almería?
En Almería paso cinco años. Hasta que el gobierno crea, dentro del Centro de Investigaciones Energéticas, Tecnológicas y Medioambientales [Ciemat], el Instituto de Energías Renovables. Nombran director a Carlos Sánchez, un año después le sustituye Luis Crespo, y Crespo me pide que me una al Instituto para dirigir la división Termosolar. Regreso a Madrid en el 86 y me incorporo efectivamente como responsable de esa división. En el año 89, Crespo se va y entonces me nombran a mí director del instituto, que ya tenía departamentos de Eólica, Solar Térmica, Fotovoltaica, Biomasa, Integración en red… Allí estuve casi quince años. Y creo que esa fue una de las etapas más importantes de mi vida profesional y donde más enormemente me transformé.
El Ciemat es en realidad la Junta de Energía Nuclear rebautizada. ¿Cómo es la convivencia entre el viejo y el nuevo mundo?
Digamos que éramos un poco bichos raros. Las energías renovables eran consideradas como algo absolutamente irrelevante. Todo aquello tenía la parte bonita de que estaba el interés, la ilusión, la juventud de estar haciendo algo nuevo … pero, por otra parte, teníamos que luchar con la indiferencia, cuando no el desprecio, del stablishment, que siempre nos miraba con cara como diciendo estos chicos…
Cuánta ignorancia, ¿no?
Bueno… Tardó mucho. Pero no solo en España. Era algo genérico a nivel mundial. En general, la gente que trabajaba en sectores energéticos convencionales fue muy crítica con las perspectivas de futuro de las renovables. Tenga en cuenta que el desarrollo de las energías renovables comienza como consecuencia de la crisis del petróleo, y que, cuando esta remite, desaparece el interés. Desaparece de la agenda política.
¿Y cuándo reaparece?
Pues el tema se vuelve a reactivar en los noventa. A finales de la década y por aspectos ambientales. Se empieza entonces a hablar en el mundo de cambio climático y del efecto invernadero, y vuelve el interés por las renovables. Eso sí: si antes habían sido los Estados Unidos, en este momento es Europa la que lidera. Y son Alemania y España, hay que decirlo, los que vuelven otra vez a poner interés y recursos para el desarrollo de las energías renovables. Pero le estaba hablando de mi etapa como director del Instituto de Energías Renovables. Yo creo que, en toda mi carrera, ha habido tres momentos… más importantes: Almería y la PSA; el Instituto; y estos últimos años, que he estado en el Centro Nacional de Energías Renovables [Cener].
Sí, el Cener. Cuénteme…
Pues durante la última parte de mi etapa en el Ciemat, el Gobierno de Navarra le plantea al Ministerio de Ciencia y Tecnología, que estaba dirigido entonces por Josep Piqué, que quiere hacer un centro tecnológico de energías renovables en Navarra. Navarra era pionera en el desarrollo de las energías renovables en España. Había apostado desde el principio fuertemente por ellas. En Navarra surgen Gamesa, EHN, luego Acciona... Y el gobierno foral se plantea la necesidad de crear un centro tecnológico que dé soporte en temas de I+D y servicios tecnológicos a las empresas. Al gobierno central aquello le parece una buena idea, pero quiere que el centro no sea regional, sino nacional. Y entonces le encarga al Ciemat la definición de este centro, que va a ser financiado conjuntamente por las dos administraciones.
Y ahí entra Sánchez Sudón.
Sí, yo tengo la suerte de que me nombren interlocutor del Ciemat con el Gobierno de Navarra. Mi tarea consiste en definir ese centro, a partir de la experiencia que tuve en el Instituto de Energías Renovables, que prácticamente se creó desde la nada.
O sea, vuelta a empezar. Supongo que sería un reto apasionante. Otro.
Sí. Participar en la concepción del Centro Nacional de Energías Renovables fue muy, muy interesante. Recuerdo por ejemplo, cuando hablábamos con el Gobierno de Navarra, las ilusiones que había sobre el tamaño del centro: “oye, si consiguiéramos llegar a sesenta personas… qué bueno sería”. Al final terminamos con doscientas, básicamente como consecuencia del despegue que estaban experimentando las energías renovables en España. El caso es que allí estuve unos años, los de la creación. Estaba en la Comisión Gestora, que era la que gobernaba y decidía las actuaciones que había que hacer en Cener, hasta que en el año 2004 me piden que me incorpore a Cener como director técnico… y hasta el día de mi jubilación.
La PSA, a mediados de los setenta; el Instituto de Energías Renovables, a mediados de los ochenta; y el Cener, a finales de los noventa… ¿Por qué España, que no es vanguardia en casi nada, está donde está en el escenario renovable global?
Quizá por eso. Porque tanto unos gobiernos como otros apostaron por actuaciones tan importantes como la Plataforma Solar de Almería. También es verdad que España fue uno de los primeros países que implantó el sistema feed in tariff, un sistema que ahora está muy cuestionado, pero que en su momento jugó un papel dinamizador muy importante, hasta el punto de que fue definitivo para el despegue de las energías renovables, porque permitió que se hicieran instalaciones. Y como España tenía un desarrollo industrial lo suficientemente potente como para poder acometer esa empresa... pues estamos donde estamos. Yo siempre lo he dicho: para España el desarrollo de las energías renovables no solamente era un tema interesante desde el punto de vista energético, sino que lo fue más –me atrevería a decir- desde el punto de vista industrial. Porque España tenía una potencia industrial suficiente como para poder acometer el liderazgo en estas tecnologías.
A lo largo del último quinquenio, no obstante, parece que han cambiado las tornas. Y da la sensación de que los dos últimos gobiernos no están apostando de igual modo por estas tecnologías. ¿Sigue siendo hoy puntera España en materia de energías renovables?
Gamesa es uno de los principales fabricantes de aerogeneradores del mundo, Acciona es otra empresa que está en todas partes, ahí está también el caso de Abengoa… Iberdrola también es importante. Son empresas españolas que son líderes en el mundo. Yo he sido representante de España en la Agencia Internacional de la Energía desde el año 89, durante 25 años, y he sido testigo directo del reconocimiento al liderazgo español por parte de todos los países. En China han creado un Centro Nacional de Energías Renovables y me nombraron a mí como miembro del consejo asesor internacional. Solo somos cuatro: un danés, un alemán, un americano y yo, que ahora abandonaré ese comité porque me jubilo, pero que seré sustituido por algún compañero del Cener. Hay muchos ejemplos que demuestran que la posición de liderazgo que ha tenido España, y que yo creo que sigue manteniendo, es incuestionable. Yo me he hartado de decirlo por ahí siempre que he tenido ocasión: me gustaría saber si en este país existe otro sector tecnológico o industrial en el que mantengamos ese liderazgo a nivel mundial. Yo creo que no lo hay. Por todo eso, creo que cuidar las energías renovables es una necesidad para España, pero no solamente desde el punto de vista energético y medioambiental, sino también desde el punto de vista industrial.