Joan Groizard Payeras, grado y máster en Ingeniería de Energía y Medio Ambiente por la Universidad de Cambridge, nació en Palma de Mallorca en el 89, obtuvo su título universitario en Cambridge (ingeniero de Energía y Medio Ambiente), se afilió a la Red Equo Joven (del partido ecologista Equo) en 2011 y formó parte de uno de los gobiernos del cambio salidos de las urnas de 2015, el de Baleares. Lo hizo como director general de Energía y Cambio Climático entre julio de 2015 y octubre de 2018. Ese otoño llegó al IDAE, Instituto que dirige desde enero de 2020. Energías Renovables le ha entrevistado en exclusiva cuando se cumplen dos años de su nombramiento, dos años de constante transformación en el escenario energético nacional. Esto es lo que nos ha contado.
¿Qué importancia tienen las comunidades energéticas en la transición que nos lleva?
Para nosotros la transición energética tiene muchos fines. Quizá se habla más de la descarbonización, de la neutralidad climática en 2050, pero para nosotros la transición energética es más que eso. No se trata solo de cambiar la tecnología. Es cambiar lo que hay detrás... o quién hay detrás. Si pensamos por ejemplo en clave de renovables, podemos decir que son modulares, que son escalables (puedes apostar por ellas desde tu propia casa) y que abren la puerta a no depender de una serie de empresas. Y sobre todo las renovables te permiten participar directamente. Y, en ese sentido, las comunidades energéticas son importantes por varios motivos: por esa capacidad de participación que entrañan, porque a través de ellas la ciudadanía participa en los procesos de toma de decisión sobre cómo debe ser la transición energética; porque muchas veces te proponen proyectos más adecuados al territorio (más adecuados porque al final han surgido de la reflexión del entorno y de lo que se necesita). Y son importantes porque movilizan recursos.
Tenemos un reto enorme por delante: la transición energética. Y para afrontarlo hace falta mucha financiación, mucha inversión; y las comunidades energéticas significan que la capacidad de inversión o de ahorro que tengan las familias, la que tengan las pymes, o la que tengan las pequeñas administraciones, va a contribuir también a ese fin general. O sea, que estamos movilizando más presupuesto, de distintas fuentes, para la transición energética; estamos acelerando la transición energética. Pero, además, con una ventaja: los retornos económicos que esa inversión va a tener no van a unos accionistas que no se sabe muy bien dónde están, sino que se quedan en el territorio, en las personas, en las entidades que han participado. O sea, que las comunidades energéticas nos ayudan a acelerar la transición energética y nos ayudan a que las ventajas de esa transición se sientan y se perciban mucho más cerca y mucho antes.
Bien, entiendo que lo que me quiere trasladar es que las comunidades energéticas pueden ser una buena manera de acelerar la transición: porque pueden constituirse en sí mismas en otra fuente de inversión, y porque pueden operar como una herramienta clave para la comprensión, a escala local, de que es posible el desarrollo de las energías renovables sin poner en riesgo el patrimonio rural, el paisajístico, la agricultura, la biodiversidad. ¿Es eso?
Eso es. Y yo creo que por dos vías. Una es el propio diseño de los proyectos. Quien vive y quien conoce un territorio será probablemente el primero en saber qué es lo que necesita ese territorio... Hará falta obviamente especialización técnica, ingeniería y todo lo demás, pero la participación local desde el principio – desde el diseño inicial– va a ayudar sin duda a que aciertes a la primera... o a que tengas muchas más papeletas para acertar a la primera, evitándote así el que sea la Administración la que te tenga que decir “aquí no instales esto o lo otro porque hay unos valores ambientales, o patrimoniales”... Y dos: no es lo mismo percibir que viene alguien de fuera que no sé quién es, y que me monta aquí una instalación que no sé muy bien qué es... no es lo mismo eso... que si soy yo uno de los impulsores, un agente que está participando de todo ese proceso. La gente del territorio va a ver mucho mejor dónde están los aspectos críticos de los proyectos y, si puede participar en el proceso, y opinar y expresar sus preocupaciones, y sentirse escuchada y atendida, pues está claro que todo va a ser mucho más sencillo.
Eso, al final, también es acelerar la transición energética, y hacer posible que los movimientos sean más pacíficos. Un proyecto sin contestación social y bien diseñado ambientalmente evidentemente va a tener una tramitación mucho más ágil.
Esa necesidad de informar, de divulgar, ese esfuerzo por que la ciudadanía conozca, entienda y participe –desde ese conocimiento de causa– en la transición energética, el IDAE también lo está sustanciando –entiendo– con una iniciativa como es la apertura de las denominadas “oficinas de promoción, asesoramiento y apoyo a las comunidades energéticas”, u Oficinas de Transformación Comunitaria. ¿Es así?
Efectivamente... todo esto está ligado un poco a las dificultades que nos hemos encontrado. ¿Cómo hacemos que esto despegue? Uno de los retos principales a los que nos enfrentamos es conseguir un sistema energético más democratizado, más descentralizado, donde participemos todos. Y esa participación de la ciudadanía, que quiere tomar sus propias decisiones, solo puede ocurrir cuando hay conocimiento, cuando hay consciencia. Así que sí, efectivamente, lo que tratamos de hacer es generar conocimiento más cerca del territorio. Y sí, vamos a lanzar presupuestos, en este caso de fondos europeos del Plan de Recuperación, para habilitar en cada territorio lo que hemos llamado Oficinas de Transformación, para que cuando haya una iniciativa de un pueblo, un barrio, una asociación de padres y madres de alumnos... pues los interesados tengan dónde acudir, dónde llamar, y sepan por dónde empezar. De lo que se trata es de tener una primera puerta, una primera referencia, una primera respuesta a ese... cómo arranco.
Al cómo arranco también aluden algunos actores del sector, que están pidiendo la trasposición de la Directiva de comunidades ciudadanas de energía, directiva que va con retraso (debía haber sido traspuesta en diciembre de 2020). Esos actores –cooperativas o entes locales que quieren promover comunidades energéticas– se quejan de la incertidumbre jurídica, (de la ausencia de un marco claro) y de que no saben... cómo arrancar. ¿Cómo está la trasposición?
La trasposición la vamos a hacer y la estamos trabajando. Cualquiera que conozca más o menos el sector sabe que llevamos un par de años de actividad intensa, tanto de planificación como de cambio normativo y de gestión de crisis. Y al final la gestión de la crisis, tanto la de la pandemia en sí misma, como la activación del Plan de Recuperación, o el pico de precios que estamos viendo del gas natural, que es consecuencia directa de la crisis del Covid... todo eso ha llevado gestión, y todo eso es imprescindible. Yo creo que todo el mundo puede entender que dediquemos recursos a todas esas cuestiones urgentes...
Y aquí me gustaría hacer un inciso y considerar que, en España, por desgracia, tenemos menos servidores públicos que en otros países... Pero, bueno, que es cierto que no hemos avanzado al ritmo que nos hubiera gustado. Tan cierto –insisto– como que la actividad ha sido frenética. De hecho, vamos a un ritmo de casi casi... cada semana... o cada dos semanas... una norma, una línea de ayudas, una estrategia... durante dos años. O sea, que no hemos parado. En todo caso quede claro que estamos trabajando en esa trasposición.
Entendemos que va a ser positiva para dar más claridad y más tranquilidad. Porque es verdad que un ayuntamiento que tiene un pequeño solar, o que quiere ceder la cubierta de una nave pública, compartirla con los vecinos... es verdad que se pregunta cómo lo hago. Porque es cierto que al sector público, si no está todo muy estructurado, le cuesta innovar. Ahora bien, también es cierto que las propias directivas y en ellas nos estamos inspirando, ya dejan bastante claro qué es y qué no es una comunidad energética. Son unos principios muy básicos, ligados a la participación, a quién tiene el control de esa iniciativa, a qué tipo de cosas se pueden hacer... Todo eso está claro. Y las líneas de ayuda que hemos sacado lo que buscan es preservar un poco la diversidad de iniciativas que puede haber mientras vamos avanzando con la trasposición. Entendemos que no era imprescindible dejarlo todo parado hasta trasponer la Directiva. Podemos ir caminando. Y, de hecho, el haber empezado a caminar yo creo que nos puede ayudar a hacer una trasposición más informada y que beba más y mejor de lo que ha ido funcionando. Es una obligación y estamos en ello.
De entre los agentes del sector que están emprendiendo la construcción de comunidades energéticas, ¿cuáles son los más... frecuentes?
Estamos viendo un poco de todo. Las cooperativas eléctricas, sobre todo en la Comunidad Valenciana y en territorios donde, por motivos históricos, han tenido más presencia, están siendo la semilla de las comunidades energéticas. Pero hay otros sitios donde son las administraciones públicas... Recordemos en ese sentido que la Directiva considera que las entidades locales, los ayuntamientos, pueden ser una de las claves de las comunidades energéticas. Además, en otros casos estamos viendo empresas nuevas, especializadas. Tiene sentido, pues cuando hablamos de transición energética, hablamos también de nuevos modelos de negocio y, al final, parece lógico que un grupo de ingenieros, o de instaladores, quiera ir más allá de tener como cliente a la empresa de toda la vida y se plantee esto: a ver cómo acompaño, cómo apoyo, iniciativas ciudadanas que quieren llevar adelante estos proyectos. Estamos viendo bastante diversidad. Es cierto que la realidad, y la participación ciudadana... es la que es... Y ahí yo creo que la administración pública tiene la obligación de marcar el camino, de levantar la bandera. Y, luego, quien quiera participar... que participe... maravilloso... Y si hay empresas que también están dispuestas a acompañar en ese proceso... pues yo creo que también es muy positivo. De lo que se trata es de combinar las dos cosas: (1) asegurar que no haya barreras para que cualquiera que quiera lo pueda poner en marcha; y (2) que allí donde no se esté poniendo en marcha... pues que haya quien pueda acompañar, quien pueda tutelar un poco todo el proceso, para que esto se vaya materializando, sobre todo al principio. Porque si ves que lo han hecho los de enfrente, seguro que esto se acelera. Eso sí, como estamos muy al principio en esto, yo creo que es interesante que haya alguien liderando, sobre todo si es público.
El autoconsumo es una de las posibilidades, probablemente la primera, en la que piensan muchas comunidades energéticas. Muchos actores del sector llevan tiempo criticando la barrera de los 500 metros (un autoconsumidor no se puede asociar a una instalación solar fotovoltaica –para “beber” de ella– que esté a más de 500 metros de su casa). Otros países, además, han situado ese límite más allá de los 500 metros. Francia, en los 2.000, por ejemplo. ¿Qué opina el IDAE?
Yo todavía no me he encontrado nadie, a ninguna empresa, a nadie, que diga “mira yo no hago autoconsumo porque estoy a 520 metros...”. De verdad. A nadie. Otra demanda que aparece sistemáticamente es el coeficiente de reparto dinámico, que es un compromiso que tenemos y que vamos a activar, porque así está recogido en la Hoja de Ruta... Pero ahí digo lo mismo: yo nunca he tenido ninguna conversación, más allá de foros muy concretos, muy muy especializados, en la que alguien me haya dicho “fíjate es que yo esto de las renovables pues sí, pero es que lo del coeficiente dinámico me está echando para atrás”. Francamente, ojalá que el nivel de debate, y de conocimiento sobre el particular, fuera ese. Ojalá que realmente la clave de bóveda para que esto despegara estuviese ahí. Pero es que no es así. Por desgracia, lo que hemos visto, tanto con encuestas propias que hemos encargado desde el IDAE, como con otras que hemos analizado, es que la ciudadanía está muy por detrás de eso. La gran mayoría de la gente todavía cree que existe el impuesto al Sol, o cree que la fotovoltaica es una tecnología nueva que “a ver si me va a estropear la instalación eléctrica”, o que “no me voy a ahorrar dinero prácticamente”. El eslabón débil de la cadena es mucho más básico. Si es que no nos ponemos de acuerdo ni para pintar la fachada o para resolver un problema de accesibilidad, un ascensor, una rampa. Es ahí donde hay muchísimo trabajo que hacer. Para mí las barreras son el conocimiento (esa sería la primera de todas) y luego es verdad que hay que facilitar, simplificar, la tramitación. Y aquí lo que hemos hecho en la Hoja de Ruta es plantear una Mesa de Autoconsumo con las comunidades autónomas y la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia [CNMC] para que el procedimiento sea
mucho más digitalizado, mucho más estándar y mucho más fácil, y hemos planteado también un sistema sancionador.
¿Sancionador?
Sí, el sistema sancionador lo aprobamos a finales de año, y lo que permite es que si una distribuidora no está contestando en tiempo y forma a la reclamación de un autoconsumidor... pues que se pueda sancionar. Y ya hay una normativa con unos plazos que tienen que cumplir las distribuidoras y los diferentes agentes. Más cosas: estamos trabajando, también a partir de la Hoja de Ruta del Autoconsumo, con los administradores de fincas, para que conozcan bien todo esto y para que sean ellos los que lleven a las comunidades de vecinos las distintas alternativas. Otra medida facilitadora, que la verdad es que no ha trascendido mucho, es que hemos reformado la Ley de Propiedad Horizontal para facilitar obras de rehabilitación energética o actuaciones como el autoconsumo solar en los bloques de pisos. Ahora pueden ser aprobadas en la comunidad de vecinos con una mayoría simple. Yo creo que tenemos que ser realistas, y honestos, y reconocer que ni el reparto dinámico, ni los 500 metros están paralizando el autoconsumo. Si es que el grueso de la ciudadanía no sabe qué es eso...
Bien, miremos ahora a futuro. El Ministerio acaba de abrir el plazo para que los colectivos interesados –agrupaciones ciudadanas, cooperativas...– soliciten ayudas para la puesta en marcha de “proyectos innovadores de comunidades energéticas”. Hay 40 millones de euros para 40 proyectos. Gestiona la convocatoria el IDAE. ¿Cuáles son las expectativas?
Pues estamos expectantes e ilusionados. Hemos hecho un esquema muy amplio: el proyecto de comunidad energética puede ser de generación renovable para autoconsumo o para venta a red, puede ser de eficiencia energética, puede ser movilidad eléctrica. Lo hemos hecho muy flexible, intentando incentivar proyectos más integrales, más completos, y hemos detectado bastante interés. Es verdad que es la primera de las convocatorias, y es verdad que nos ha llegado gente que nos ha dicho que está empezando, “pero no me da tiempo a tener toda la documentación lista para el plazo”. No pasa nada, porque va a haber nuevas convocatorias. Vamos a aprender de esto, sin duda. Y esperamos que esto sirva de incentivo para que aquellos proyectos que están dando sus primeros pasos puedan ir definiéndose y entrar más adelante. A lo largo de este año y del año que viene seguirá habiendo convocatorias de este tipo.
Estamos a principios de año, ¿cuáles son los Objetivos 2022 que se plantea el IDAE en materia de autoconsumo, en materia de comunidades energéticas...?
Citaría tres, para empezar: la activación de esa Hoja de Ruta del Autoconsumo que aprobamos en diciembre, de esa panoplia de medidas que plantea, es decir, activar esos grupos de trabajo con las comunidades autónomas, con la CNMC, con los administradores de fincas; la publicación del Observatorio del Autoconsumo, que nos va a permitir tener un conocimiento mucho más cercano, datos públicos, sobre todo esto; y sobre todo la consolidación de los fondos europeos del Plan de Recuperación. El año pasado hicimos un esfuerzo muy intenso para activar muchas líneas de ayuda. Este año lo que vamos a hacer es asegurar que todo eso aterrice, que todo eso llegue al territorio, que la gente conozca bien estas
líneas, y que se pueda beneficiar de ellas. En materia de energía, el Plan de Recuperación, los fondos europeos, están muy dedicados a ese cambio de modelo. Sé, me consta, que, en el debate público, hay quien entiende que esto de los fondos europeos va para cuatro grandes empresas y ya está. Pero aquí lo hemos diseñado al revés: las ayudas irán al particular, al autónomo, a las comunidades, a la parte más social. Y yo creo que este año mi gran objetivo va a ser el aprovechamiento de esos fondos. De hecho ahora mismo ya estamos hablando con las comunidades autónomas para incorporar más presupuesto en esas convocatorias, por ejemplo, de autoconsumo. Ayudas que están gestionando ellas, pero que forman parte del Plan de Recuperación que hemos diseñado desde aquí. Yo creo que acabaremos el año con [1] varios proyectos piloto al menos anunciados, y ya activándose, de comunidades energéticas, y con [2] unos datos muy positivos de autoconsumo que entendemos gracias en parte a los fondos europeos, y gracias a esas barreras que poco a poco vamos desbloqueando.
La ministra Ribera dijo hace un par de meses que habrá “al menos 500.000 techos solares, al menos 1.200 comunidades energéticas locales de aquí a dos años”. ¿Cómo lo ve el director general del IDAE?
Yo creo que es posible. Sigue acelerándose el ritmo de instalación de autoconsumos y, con los instrumentos que estamos poniendo en marcha en materia de comunidades energéticas, habrá distintas configuraciones, habrá distintas tipologías... pero yo creo que podemos llegar.
Y un balance (otro), para acabar. Joan Groizard cumple estos días dos años al frente del IDAE. ¿Ha materializado todos los objetivos que vislumbraba entonces? ¿Ha alcanzado todas las metas? En fin, ¿balance?
Si hubiésemos cumplido todas las ambiciones que nos propusimos... eso significaría que no habríamos sido lo suficientemente ambiciosos. El reto, pero sobre todo la oportunidad de la transición energética, es tan grande... que yo creo que hay que poner toda la carne en el asador. Hay que apostarlo todo. Y la verdad es que la casa, la gente de la casa, ha respondido de forma espectacular, la cantidad y la calidad del trabajo que han sacado adelante... Yo tengo el privilegio de contarlo. Pero todo esto solo ha sido posible porque detrás hay un equipazo que lo hace, lo trabaja, lo piensa, lo reflexiona y lo saca adelante. Ha sido espectacular. No hemos llegado a todo porque somos los que somos... A modo de referencia: se ha multiplicado por ocho el presupuesto que gestiona el IDAE gracias a los fondos europeos... y no se ha multiplicado por ocho la plantilla del IDAE. Y, sin embargo, todo el mundo está haciendo un esfuerzo con una ilusión que se corresponde con la oportunidad del momento. O sea, que la verdad... y lo digo sin complacencias, porque hay que seguir trabajando y esto es solo la puesta en marcha de esta década... espectacular.
¿Dudas sobre cómo presentar las solicitudes para las ayudas a proyectos piloto de Comunidades Energéticas? El IDAE ha publicado un documento de preguntas frecuentes sobre comunidades energéticas. Es este