A mediados de abril se creaba una gran alianza europea –la Alianza para una Recuperación Verde post Covid-19– y los firmantes –el Gobierno español, entre ellos, a través de Vd– afirman que la lucha contra el cambio climático debe ser el pilar de la estrategia económica de recuperación. Esta iniciativa se suma a muchas otras, como las alcanzadas en la pasada COP25. ¿Era necesaria esta nueva Alianza? ¿Qué aporta de nuevo?
La crisis sanitaria ha tambaleado el mundo. Una situación que aún estamos asumiendo pero ante la que no podemos permanecer inmóviles. En pocos días ha saltado por los aires lo que muchos consideraban una normalidad al uso, pero que desde hace tiempo ya se intuía insostenible. Uno de los vectores que ha potenciado esta situación es la emergencia climática que vivimos desde hace años y sobre la que la ciencia lleva alertando la última década. En este contexto se hace necesario reaccionar con anticipación, pensar en cómo queremos que sea la nueva normalidad hacia la que nos dirigimos sin dejar a nadie atrás y, de ahí, la importancia de alianzas como la que ha nacido hace unas semanas.
Vivimos una coyuntura crucial en la que debemos priorizar la lucha contra la pandemia y sus consecuencias inmediatas, las personas y sus necesidades básicas. Crucial también porque vamos a establecer las bases de la recuperación de nuestra sociedad, de nuestra forma de afrontar nuestra vulnerabilidad. No podemos perder la oportunidad de reorientar nuestro modelo de desarrollo y preservar beneficios ambientales que aportan seguridad, equidad, al tiempo que mejoran la calidad de vida de los ciudadanos. Es lo que persigue esa Alianza.
No hay que ser ingenuos, habrá voces que pugnen por soluciones fáciles, cortoplacistas y alejadas de las verdaderas necesidades que demanda la realidad, es el momento de poner en el centro a las personas, los valores de solidaridad y respeto a los límites del planeta. Por eso es tan importante que actores de todo tipo, gobiernos, sector privado, sindicatos sociedad civil, alcen su voz y reclamen una recuperación verde y sostenible. No es el momento de estar callados ni de dar ni un solo paso atrás.
El hecho de que en ella participen tanto políticos como altos ejecutivos, sindicatos, responsables de ONGs… ¿Da especial fuerza a la iniciativa?
Sin duda. Y sobre todo es una nueva muestra del nivel de madurez social al respecto. Hemos avanzado mucho en los últimos años y hay un terreno abonado para que las cosas funcionen bien. Las empresas entienden que su viabilidad, sus proyecciones, sus beneficios pasan por apostar por un modelo más compatible con la sostenibilidad y con los límites ambientales. Los ciudadanos no son menos, cada vez cuentan con una mayor capacidad crítica, son mas exigentes y los responsables políticos no podemos desoírlos. Los sindicatos, los trabajadores, son totalmente consciente de que el crecimiento verde abre la puerta a la promoción de empleos decentes y de calidad en sectores de futuro. Con esta iniciativa se pone de manifiesto un principio fundamental: debemos poner en el centro de las decisiones públicas y privadas la acción frente a la emergencia climática, la transición energética, la sustitución del modelo económico lineal por otro circular, en definitiva, no volver a errores del pasado y aprovechar las oportunidades que nos ofrece este proceso en el tiempo por venir. La confluencia de todos en una demanda común no hace más que respaldar que estamos en la buena dirección. Una dirección que pone énfasis en la importancia de comprender y prepararse ante el riesgo y que busca el beneficio y al bienestar colectivo.
¿Qué va a aportar el ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico a la iniciativa?
Se trata de aunar esfuerzos en todos los ámbitos. Necesitamos movilizar liderazgos políticos, inversiones responsables y sociedades comprometidas en la recuperación inteligente, justa y capaz de activar las palancas que nos permitan recuperar el ritmo de nuestra economía, de nuestro empleo y de nuestra sociedad. Es cierto que no partimos de cero: la Unión Europea lleva tiempo apostando fuertemente por la lucha contra el cambio climático y la sostenibilidad pero ha llegado el momento de consolidar esta apuesta con el Pacto Verde Europeo. Es precisamente lo que buscamos. A partir de ahora trabajaremos juntos apoyando y poniendo en práctica unos planes de recuperación e inversión que actúen como aceleradores de la transición hacia la neutralidad climática y los ecosistemas saludables poniendo en centro a las personas, como siempre ha debido ser.
Por parte de España, el Gobierno entendió desde el primer día la trascendencia que tiene esta agenda, desde el punto de vista de la modernización económica, de la incidencia social, de la mejora de calidad de vida de nuestros ciudadanos y nuestro medio ambiente. Por tanto, forma parte de sus prioridades a la hora de plantear una reconstrucción del país y así lo haremos. Es lo que defendemos en Europa: cualquier programa en la Unión debe conciliar la capacidad de recuperarnos de esta gran sacudida con el mantenimiento y la apuesta por un acuerdo verde.
En este contexto, desde el Ministerio vamos a trabajar para que no se dé paso atrás en ambición y no se relajen las normas ambientales. Trabajaremos en todos los frentes. Es necesaria la coherencia de políticas en todos los actos de la Unión y esencial garantizar que tanto los paquetes de estímulo de gasto público como las políticas de acompañamiento para incentivar la inversión del sector privado estén en línea con la reconstrucción de una Europa verde. Tenemos instrumentos valiosos que están a nuestra disposición, como la regulación sobre la evaluación e información de la exposición de las inversiones a los riesgos del cambio climático, que debemos reforzar y situar al frente de la toma de decisiones. Las inversiones de hoy deben estar preparadas para el futuro, evitando el riesgo de que los activos queden varados. Y es que, cosas que parecían imposibles hace tan poco tiempo como que los inversores hayan tenido que cobrar por comprar barriles de petróleo por primera vez en la historia, tienen que hacernos repensar nuestras inversiones y estar preparados para tener unas economías y sociedades seguras y resilientes.
La Covid-19 puede llevarse por delante millones de puestos de trabajo y, en España, dejar sin empleo a mas del 20% de los trabajadores, provocando una hecatombe aún mayor que la de 2008. Ya se ha demostrado que la mejor forma de crear empleos de calidad y en abundancia es apostar por la economía sostenible, verde. ¿Podría/ debería ser la pandemia un acicate para avanzar en esa dirección?
No cabe duda de que ambas batallas deben librarse de manera conjunta. Es cierto que nos vamos a encontrar con una situación con una incidencia en el empleo que hay que abordar. Son muchas las personas preocupadas por sus puestos de trabajo, por su futuro inmediato y muchas, también, las que lo están pasando mal en estos momentos. Esta situación nos exige conjugar una capacidad de estímulo de actividades que puedan generar empleo con anticipación, no podemos volver a nuestra normalidad pasada, que ha demostrado ser perjudicial para la propia economía, el planeta y sus ciudadanos, todo lo contrario, debemos salir reforzados de nuestras actuales fragilidades.
En breve, nos encontraremos en un momento de reconstrucción, de pensar dónde queremos estar cuando pase todo esto, y son precisamente estas situaciones las más propicias para asentar pilares más sostenibles, seguros y resilientes para el futuro. La buena noticia es que, además, elegir el camino correcto viene acompañado de importantes oportunidades para todos. Sólo en el ámbito de las renovables, la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena), estima que este sector podría crear más de 40 millones de empleos para 2050. Es una oportunidad que no podemos dejar pasar.
Economistas de Oxford han realizado una clasificación de la capacidad de producción ecológica de cada país del mundo y han visto que España es uno de los países con mayor potencial para beneficiarse de una economía verde. ¿Estamos preparados para aprovecharlo?
Hoy tenemos una importante capacidad de análisis para diseñar respuestas adecuadas con toda la información disponible. Es, de hecho, el ejercicio que hemos realizado a la hora de elaborar el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima de nuestro país. Un plan que además hemos socializado, compartido y mejorado en los últimos meses para que precisamente muestre cómo es ese camino lleno de oportunidades y en el que maximiza muchas de las fortalezas de nuestro país.
El plan incluye un análisis del impacto socio-económico en el que queda claro nuestro potencial para beneficiarnos de una economía verde y el impacto positivo que va a tener. Entre otros efectos, se crearán entre 250.000 y 350.000 empleos netos anuales de aquí a 2030. Sólo las inversiones en renovables generarían entre 107.000 y 135.000 empleos netos al año en 2030; las dedicadas al ahorro y eficiencia energética, entre 56.000 y 100.000 puestos de trabajo; y las de redes y electrificación de la economía, unos 46.000.
El impacto de la crisis que estamos viviendo no es excusa para plantear un modelo de crecimiento irresponsable. De hecho se abren grandes oportunidades para la industria, para la creación de empleo y para sentar algunas de las bases fundamentales de un progreso más justo y respetuoso con los límites ambientales en Europa y nuestro país que no podemos desaprovechar.