González Cortés lleva toda la vida estrechamente vinculado a APPA, ¿por qué dar el salto ahora?
Este momento es todo un reto. En 2016, el año pasado, se instalaron 75.000 megavatios de fotovoltaica en todo el mundo. Pues bien, en la subasta que acaba de convocar el Gobierno [3.000 megavatios], la fotovoltaica solo se ha adjudicado un megavatio: 1 de 3.000. Eso quiere decir que en España hay mucho trabajo por hacer. Además, hay algo que también me motiva mucho: llevamos prácticamente desde el año 2010 [cuando el Gobierno Zapatero le hizo los primeros recortes a la prima FV] lamentándonos por casi todo, y creo que ya ha llegado el momento de decir “de acuerdo, lo que pasó no hay que olvidarlo, pero hay que ponerse las pilas y avanzar”. Porque es que son muchas y muy interesantes las cosas que nos esperan.
¿Qué nos espera?
Todos los indicios apuntan en el mismo sentido. El año pasado la inversión global en renovables fue de 256.000 millones de euros. Se instalaron 139 gigavatios de energías limpias, 75 de ellos fotovoltaicos. Nunca antes se había instalado tanta potencia renovable en un solo año. Y eso que la inversión bajó con respecto al año 2015. ¿Cuál es la conclusión? Pues una y muy clara: a mayor potencia instalada, menor coste de la inversión. ¿Qué quiere decir
eso? Pues que los costes están bajando. Por eso digo que nos esperan muchas cosas y muy interesantes.
Bien, empecemos en todo caso por el principio: ¿qué tipo de empresas hay en la sección Solar Fotovoltaica de APPA?
APPA es una asociación de productores de energías renovables, y de empresas relacionadas con el sector: empresas promotoras de parques solares fotovoltaicos, propietarios de instalaciones, gente que está relacionada con la generación y con el sector en general. No somos una asociación de autoconsumidores, y tampoco somos una asociación de instaladores. Ellos caben aquí, evidentemente, pero nuestro objetivo es hacer más renovables.
¿Con paneles chinos? [Una de las coartadas que empleó el Gobierno Rajoy para acabar con las primas a las energías renovables fue que esas ayudas estaban beneficiando a los fabricantes chinos, que eran los que vendían sus paneles a los promotores e inversores españoles y los que estaban aprovechando ese flujo de capital para mejorar cada vez más ese producto y, así, continuar creciendo y ganando cuota de mercado].
El manido argumento de que no podemos pagar el desarrollo de los paneles solares a los chinos me parece muy endeble. Vamos a ver: si los chinos solo produjesen paneles solares… o si fuese ese producto el único que los españoles le compramos a las empresas chinas… pues, hombre, entonces… quizá deberíamos preocuparnos. Pero es que a las empresas chinas… los españoles, los europeos, Estados Unidos… todo el mundo le compra producto a las empresas chinas: todo tipo de productos de todos los sectores. Y nadie se rasga las vestiduras.
Pues ese fue uno de los motivos que esgrimió el Gobierno Rajoy para acabar en enero de 2012 con las ayudas a las renovables. Y fue matar ese modelo y que llegaran las tinieblas a la solar en España. Entre tanto, ahí afuera, el sector fotovoltaico lleva un quinquenio disparado, en Japón, los Estados Unidos, la India, Italia, Alemania, Gran Bretaña. Son esos países los que más potencia están instalando ahora (ayudados además por sistemas de primas en casi todas partes, por no decir en todas). Y todo eso está sucediendo cuando ocho de los principales fabricantes de placas solares son, a día de hoy, chinos. ¿Hay algún gobierno –el británico, el alemán- que se esté planteando acabar con ese modelo de apoyo a las renovables por mor del made in China, como hizo el Gobierno Rajoy?
Hasta donde yo sé no. El caso paradigmático es el de Alemania. En Alemania, tanto el gobierno como los consumidores asumen que la transición energética tiene un coste y unas ventajas asociadas. Mira, si queremos disfrutar de las ventajas de la independencia energética, de la generación distribuida, de la energía limpia… pues habrá que asumir también algún coste. Yo no he visto en ningún otro país que se demonice la fotovoltaica como se ha hecho en España. Hasta Francia, que es el país de la nuclear, tiene más fotovoltaica que nosotros.
¿Qué balance hace pues APPA Fotovoltaica de estos últimos cinco años?
Han sido poco provechosos, porque se han instalado muy poquitos megavatios. Lo cual es una pena, pues somos un país que tiene un gran recurso solar. Un país en el que además la energía solar –la fotovoltaica, en particular- tiene una gran ventaja en el sistema eléctrico, y es que se complementa con la eólica: cuando falta de una tenemos de la otra y viceversa. O sea, que, si en estos años hubiésemos tenido instalada tanta potencia fotovoltaica como eólica (y por supuesto que no tendría por qué ser al mismo coste de la fotovoltaica del 661, del 1578 ó de los reales decretos de aquella época [que establecían primas generosas]), pues seguramente tendríamos una curva más estable, y tendríamos una energía mucho más barata en el sistema, y tendríamos precios más predecibles. O sea, que la fotovoltaica estaría proporcionándonos ahora beneficios que sin embargo no hemos disfrutado… Al contrario, se ha perdido mucho empleo en el sector. No sé… ahora resulta que el Ministerio está muy preocupado con todos los puestos de trabajo que se pueden perder en las minas y en las centrales de carbón... Bueno, pues digo yo que podría haber tenido la misma preocupación por todos los puestos de trabajo que se han perdido en el sector renovable. Vuelvo en todo caso al principio: lo que sucedió ya ha pasado, y ahora hay que ponerse las pilas y avanzar. Porque –insisto también- la oportunidad está ahí.
Bien, ¿y qué va a hacer el presidente de la sección Fotovoltaica de APPA para aprovechar esa oportunidad? ¿Qué va a hacer en todo caso de cara a los próximos cuatro años?
Lo primero, reclamar al Gobierno seguridad jurídica para nuestro sector. Nosotros nos conformamos con saber a qué reglas nos hemos de atener. Eso sí: queremos que nos den unas reglas del juego estables. Además, hay que hablar de la generación distribuida, y hay que hablar de los muchos parques que están en fase de proyecto, en muchos proyectos, sin coste para el sistema. Y hay que pensar en desarrollar una industria, fabricantes de equipos, de estructuras, de inversores, de aparamenta.
Muchos frentes… Vayamos por partes: ¿por qué no acaban de ver la luz esos grandes megaparques solares fotovoltaicos que periódicamente son anunciados?
Pues porque en la mayoría de los casos el promotor no conoce la retribución, ni su cash flow a largo plazo. Cuando un promotor va a un banco a pedir financiación, el banco le hace dos preguntas: (1) cuánto dinero va a ingresar con esta instalación; y (2) durante cuánto tiempo. ¿Problema? Pues que la respuesta a las dos preguntas es “no sé; y no sé”. La incertidumbre propia de la regulación del sector [la reforma del Gobierno implica que cada tres años puede cambiar el precio del kilovatio hora fotovoltaico] anima poco a invertir en esos megaparques, que requieren inversiones enormes, y asumen un riesgo muy importante. ¿Consecuencia? El banco dice “no te financio porque existe una incertidumbre muy grande”. De ahí que lo primero, como decía antes, sea reclamar al Gobierno seguridad jurídica para nuestro sector.
El Power Purchase Agreement (PPA) es un contrato de compraventa de energía a largo plazo, que establece un precio concreto (del kilovatio hora) para un período concreto. Habida cuenta de lo sucedido en la subasta “neutral” que acaba de organizar el Gobierno, subasta en la que la eólica se ha llevado 2.979 megavatios (y uno solo la fotovoltaica), ¿es el PPA el futuro que le espera al sector fotovoltaico en España?
Sí, para que se desarrolle el sector fotovoltaico el futuro es el PPA. Y, efectivamente, ahora que se ha despejado el resultado de la primera subasta, quizá sea buen momento para empezar a hablar de PPAs. Para empezar, en todo caso, habrá que ver si el Gobierno cambia las reglas de la segunda subasta para que no se repitan los resultados de la primera. De todos modos, más allá de los PPAs, los promotores están trabajando también en otro tipo de fórmulas con los financiadores, como por ejemplo las coberturas de suelo, que garantizan un precio mínimo por la energía exportada. Este es un trabajo a tres bandas en el que interactúan comercializador, promotor y financiador, pero requiere de flexibilidad e imaginación. El PPA es una fórmula de éxito en muchos países, y ha sido el tema estrella en Intersolar [feria alemana que acaba de concluir]. Pero no es tan fácil llegar a un PPA en un mercado como el español, con tan poca liquidez en el mercado de futuros. Así que, vuelvo al principio: esta es una labor en la que participan varios actores que requiere flexibilidad e imaginación.
Cuarenta organizaciones de la sociedad civil -de consumidores, ecologistas, empresarios, sindicatos, cooperativas- presentaron hace unos días en Madrid la Alianza por el Autoconsumo, un nuevo actor del escenario energético nacional que nace con el ánimo de impulsar el desarrollo de esta forma de ahorro y con la intención explícita de que el autoconsumo sea reconocido "como un derecho ciudadano". APPA está ahí. ¿Por qué? O, ¿para qué?
Los sistemas eléctricos - en todo el mundo- están cambiando. Durante la etapa de desarrollo industrial, hemos partido de modelos de generación de mucha potencia, que distribuían y transportaban energía hasta los puntos de consumo. Hoy, precisamente el desarrollo de la fotovoltaica -como también ciertamente el de otras fuentes renovables-, ha permitido que la energía la podamos generar en el lugar en el que la consumimos. Eso es bueno porque estamos hablando de una energía limpia; es bueno porque se trata de una fuente autóctona, que nos ahorra importaciones de combustibles fósiles; es bueno también para el sistema eléctrico todo, porque reduce sus pérdidas; y es bueno porque ahorra emisiones de gases de efecto invernadero. El autoconsumo es algo que todo el mundo entiende. Si tú le explicas a alguien que puede producir su propia energía… pues verás que esa idea le gusta a todo el mundo. Pues bien, desde la Alianza queremos transmitir ese mensaje: el mensaje de que el autoconsumo es bueno para toda la sociedad, y no solo para el autoconsumidor. Y aquí vuelvo a hablar de los argumentos del actual gobierno, que dice que el autoconsumo es insolidario. Eso tampoco es cierto. ¿Autoconsumir energía es insolidario? ¿Es insolidario ser eficiente energéticamente? En fin, que hay que empujar desde todas partes a favor del autoconsumo. Y que por eso estamos en la Alianza.
¿Necesita ayuda, primas, subvenciones… el autoconsumo? ¿Necesitan ayuda los megaparques?
El objetivo de las renovables siempre ha sido el desarrollarse sin primas. La prima -hay que repetirlo muchas veces porque se olvida- es una compensación por los costes evitados. Todas las tecnologías han basado su desarrollo en la externalización de los costes: genero con uranio electricidad, pero también produzco residuos nucleares; extraigo petróleo para quemar y produzco energía, pero también emito gases contaminantes... La propia concepción de la UE parte, en los años cincuenta del siglo pasado, de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero y del Tratado de la Comunidad Europea de la Energía Atómica. ¿Qué más pruebas queremos de que ha habido un apoyo institucional de todos los gobiernos, de todas las naciones, al desarrollo de la industria del carbón, del petróleo, etcétera, durante los últimos 70 años? Las renovables no quieren subvenciones. Lo que queremos es una regulación estable, y que se permita que los ciudadanos que así lo deseen pongan en marcha sus instalaciones de autoconsumo. Con eso es suficiente para impulsar su desarrollo.
Dicen los defensores del autoconsumo que la eliminación del impuesto al Sol no afectaría sino de manera ínfima a las cuentas del sistema eléctrico nacional, que ingresó el año pasado 16.795 millones de euros. El Gobierno publicó hace unos meses un informe en el que aseguraba que sin impuesto al Sol el Estado dejaría de recaudar unos 170 millones de euros. Posteriormente, asociaciones del sector han publicado estudios que aseguran que si en 2017 se instalaran 250 megavatios de autoconsumo en España, el impacto en el sistema sería de 4,1 millones de euros, el 0,00002% de lo que recaudó el sistema eléctrico el año pasado. Ese cero coma, por cierto, aún no lo ha desmentido el Gobierno. Si el impacto es tan menor (casi cabría decir que ridículo), ¿por qué ha ideado el Gobierno Rajoy un impuesto al Sol?
Yo creo que, por un lado, los sistemas eléctricos tradicionales tienen mucha inercia y, por otro, creo que hay una cierta ideologización del autoconsumo. Tengo la impresión de que hay un sector político que se opone a su desarrollo por una cuestión ideológica, y no por motivos prácticos o de seguridad de suministro. Decir que el autoconsumo por ejemplo no se puede desarrollar en España porque eso le costaría 170 millones de euros al sistema me parece
una excusa muy pobre. En todo caso, esa es una oposición estéril, porque el autoconsumo se va a desarrollar más allá de las ideologías, de los talantes conservador, liberal o progresista. De lo que se trata es de asumir que, desde el punto de vista de la eficiencia, y desde el punto de vista económico, el autoconsumo acarrea muchas más ventajas que inconvenientes para todos los consumidores.
Sí, pero, insisto. Insisto porque todo el mundo (menos el Gobierno) me cuenta exactamente lo mismo: que el autoconsumo produce muchos más beneficios que perjuicios y que, en todo caso, es imparable. De acuerdo, pero, entonces, ¿por qué un impuesto al Sol si todo está tan claro?
Hay una cosa que yo nunca pierdo de vista cuando hablamos de política energética, sobre todo, de la que se hace aquí, en España, y es que hay 19,5 millones de contribuyentes de IRPF y, sin embargo, hay 29 millones de consumidores eléctricos, 29 millones de contadores en el sistema. Cualquier cambio fiscal, económico, político o de cualquier otra índole que tenga efecto económico en el recibo de la luz tiene un efecto mucho mayor que el que podemos tener sobre el IRPF. ¿Qué quiero decir? Pues que, al final… lo que se hace muchas veces –lo que se lleva haciendo desde hace quince o dieciséis años-… es política fiscal o política económica con el recibo de la luz, que se convierte además en un cajón de sastre en el que cabe de todo.
¿Qué colofón le ponemos a la entrevista? ¿Qué mensaje quiere dejar claro el nuevo presidente de APPA Fotovoltaica?
Mirar hacia delante. Y trabajar, porque podemos hacer muchas cosas. No quedarnos varados entre lamentos por lo que el sector ha sufrido. Lo que tenemos que hacer es pensar que somos muy capaces de hacer muchas cosas, muy capaces de tener una industria puntera y relevante, muy capaces de tener un lugar en el mundo.
Y dos apuntes finales
Sobre el hachazo a las renovables
“Todo el esfuerzo que el sistema eléctrico hizo para fomentar el desarrollo de la fotovoltaica en particular —y de las renovables en general— solo puede cobrar su verdadero sentido si desarrollamos una industria del sector puntera y potente, una industria referente a nivel mundial, como lo fuimos en su momento. Haber hecho todo ese esfuerzo y haber parado a mitad de la carrera con el argumento de que la fotovoltaica, o las renovables, son caras… pues no ha sido una buena estrategia, como ha quedado demostrado con el tiempo”.
De la subasta
Las reglas del juego. Otra vez las reglas del juego. González Cortes explica que la presunta neutralidad de la subasta –que todas las renovables compitan en igualdad de condiciones y gane la más barata– ha sido falsa: “las condiciones de la subasta favorecían a la tecnología eólica”, explica con muchos detalles que aquí no caben (su análisis por cierto lo comparten todos los expertos del sector). “Mira, el año pasado –apunta González–, más del 50% de la potencia renovable que se instaló en el mundo fue fotovoltaica. O sea, que la fotovoltaica no debe ser tan mala, ni tan poco competitiva. ¿Qué ha ocurrido aquí? Pues que, tal y como estaba configurada la subasta, se favorecía a la tecnología eólica, y por eso la eólica ha ganado 2.979
megavatios de los 3.000 y la fotovoltaica… solo 1”. Cortés tiene alternativa: la rentabilidad de las instalaciones no puede ser, en todo caso, el único criterio que tenga en cuenta una subasta, dice. “No creo que todas las centrales de generación del sistema, térmicas o renovables, se hayan hecho con criterios de rentabilidad. Está claro que otros criterios también han sido tenidos en cuenta, como el de la seguridad de suministro, o criterios medioambientales... La termosolar, por ejemplo, es capaz de participar en los servicios de ajuste, es decir, que aporta otras ventajas al sistema, y eso, sin embargo, no se ha tenido en cuenta”.