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Jochen Beese, director gerente de Krannich Solar España

“La fotovoltaica representa un cambio social y económico”

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Dicen quienes le conocen que Jochen Beese (Unterweissach. Alemania, 1975) tiene una personalidad arrolladora, que se mete a la gente en el bolsillo a las primeras de cambio. Y sí, algo tiene que tener este alemán espigado que ha convertido la división española de Krannich Solar en uno de los buques insignia de la empresa. También es posible que sea la propia distribuidora fotovoltaica la que contagia entusiasmos. Basta echar un vistazo a las andanzas de Kurt Krannich, el padre de la criatura, que hace 20 años se propuso llenar el mundo de energía solar.
“La fotovoltaica representa un cambio social y económico”
Jochen Beese, a la izquierda, junto a Kurt Krannich

Su hija se llama Maya Luz. Y nació precisamente cuando Jochen Beese comenzaba a trabajar en Krannich Solar. En una ciudad luminosa como Valencia, donde se enamoró de Mónica, su mujer, y donde la vida tiene cada día un soplo nuevo de inspiración para este trotamundos empedernido que habla cinco idiomas, ha vivido en varios continentes y se ha dedicado a montones de cosas. Hasta que la energía solar se cruzó en su camino.

– Llegó aquí en 1999. ¿Le gusta España?
¡Me encanta! ¡Es un país maravilloso al que tenemos que aprender a valorar y a cuidar! Pero el euro le ha hecho mucho daño por los políticos corruptos y por la poca profesionalidad en las instituciones. Con la llegada de la moneda única y sus subvenciones se podía haber creado un país que ahora estaría industrializado y en la cúspide de la investigación y desarrollo en muchas tecnologías, por ejemplo, las energías renovables.

Llegué a España tras una larga estancia en América Latina. Después de cinco años aquí tenía tan poco acento alemán que la gente pensaba que era del sur o de algún país hispano. El hecho de haber estado integrado en la sociedad española, la experiencia de introducir productos en el país, mi capacidad de desenvolverme en cualquier lugar y situación, y mi innato arte de vender hicieron que Kurt Krannich confiara en mi
para conquistar el mercado español. Por los resultados, creo que se puede decir que mi equipo y yo hemos dado la talla.

– ¿Y cómo fueron los inicios?
España es el país europeo con más radiación solar, por eso creía que las perspectivas para la fotovoltaica (FV) deberían ser muy buenas aquí. Lo que me preocupaba un poco era la falta de concienciación social. A nadie le interesaba el aspecto ecológico de la FV, solamente se hablaba en términos económicos. Y eso creó la burbuja. En Alemania, un país con mucho menos sol, hay mucha más conciencia respecto a la sostenibilidad, al uso de los recursos.

Y también por los temas económicos, por mantener un tejido industrial de pequeñas y medianas empresas y obtener cada vez más independencia energética. De hecho, en mi tierra, Baden- Württemberg, Los Verdes están en el poder desde hace cuatro años, y no es un tema de ideología de izquierdas o de derechas, ya que históricamente siempre gobernó el CDU, de centro–derecha.

– En 2005, el primer año de actividad de Krannich Solar España, facturaron 3,4 millones de euros. En 2008 llegaron a los 131 millones, casi la mitad del grupo. ¿Cómo les ha ido en los últimos años?
En 2014 superamos el umbral de 13 millones de euros. No es mucho comparando con los años de bonanza, pero aun así estamos orgullosos de esta cifra teniendo en cuenta que el mercado doméstico está prácticamente muerto después de haber sufrido durante años la inquisición moderna y la “caza de brujas”. Algo más de un tercio de la facturación del año pasado corresponde al mercado español, otro tercio, al vecino luso, y el resto a los “Españoles por el Mundo FV” y al Norte de África. Otro dato importante es que los precios de los paneles fotovoltaicos han bajado. Ahora cuestan una séptima parte de lo que valían entonces. Para que se hagan una idea, en 2008 comercializamos 32 MW de placas solares; el año pasado 16 MW. Es decir, la mitad de potencia pero solo una décima parte de facturación.

Por si fuera poco el Gobierno de España superó todas las expectativas amenazando con un “impuesto al sol” que sorprendió hasta a los políticos más carcas y neoliberales de la UE. El lado oscuro de las puertas giratorias se llevó la razón y la lógica, burlándose de la inteligencia y los derechos humanos.

Aun así tengo fe en que los españoles, cada vez más conscientes de los hechos, cambiarán su futuro energético a favor del bienestar de la sociedad, creando las bases para una generación distribuida. Desde luego, si aquí se hubieran apoyado las renovables de forma inteligente, España estaría en el Top 3 del I+D+i y esto habría permitido un relevo natural a la economía del ladrillo.

– ¿Por qué España ha dado la espalda a la energía solar?
Porque nunca se planteó la energía solar como un modelo sostenible, ni se la tomaron en serio como una alternativa para generar electricidad. Se ha cometido una infinidad de errores a la hora de legislar y es dificilísimo repararlos. Primero, se implantaron unas tarifas de inyección a red que generaron especulación. El RD2818/1998 no estuvo tan mal, comparado con los que vinieron después: en el RD436/2004, dos días antes de las elecciones generales, el Gobierno popular se comprometió en pagar el 575% de la tarifa media de referencia (que en aquellos tiempos rondaba unos 0,077€/kWh) durante los 25 primeros años y el 460% de la TMR para el resto de la vida útil de una instalación solar de hasta 100 kW. ¡Una barbaridad!

En el RD661/2007, esta vez del Gobierno de Zapatero, las subvenciones se fijaron en 0,44€/kWh para los sistemas fotovoltaicos de la misma potencia nominal. Entonces los propietarios vertían toda la energía generada en la red mientras que la compraban para cubrir sus propios consumos (aquellos que los tenían) a 0,10–0,12€/kWh. Después llegaron los tijeretazos, la limitación de las horas de sol, la rentabilidad razonable y la inestabilidad jurídica.

Fueron los propios gobiernos los que crearon la burbuja fotovoltaica y es su responsabilidad que la energía solar fuera percibida como un producto financiero. Además, no les interesaban para nada las renovables: al día siguiente del recorte de 600 M€ en las energías verdes, ¡subvencionan la generación de gas con 1.000 M€! Queda claro que no era una cuestión económica, sino simplemente el afán por enriquecerse: es bastante más fácil conseguir sus objetivos con cuatro grandes empresas que ya están acostumbradas al trueque con el Gobierno que con decenas de miles de inversionistas y propietarios de pequeñas plantas de generación eléctrica.

– ¿Qué les diría a los políticos que han paralizado el sector de las renovables en nuestro país y quieren impedir el autoconsumo a toda costa?
¡Qué se vayan ya! (Se ríe). Los gobiernos españoles deberían haberse fijado en la experiencia de otros países antes de legislar. A mediados de la pasada década, en Alemania la tarifa era alrededor de 0,30€/kWh para las instalaciones residenciales sobre cubierta. Otro buen ejemplo es EEUU, el país con más experiencia en autoconsumo (en Minnesota este tipo de generación eléctrica fue legalizado hace más de 30 años, en 1983).

La verdad es que yo pensaba que no podía haber un ministro de Industria menos competente que Miguel Sebastián, pero ahora sí, estoy muy seguro de que hay uno que le supera: José Manuel Soria. El Ministerio de Industria y la patronal de las eléctricas, Unesa, se han dado cuenta de que el progreso de la fotovoltaica en España es imparable y su intención es tener una normativa que les sirva de herramienta para proteger los intereses privados de determinadas empresas y no los generales del Estado.

Creo que tenemos que ser más serios y honestos, si no, al final, no es de sorprender que desde fuera nos vean como una república bananera. El otro día leí un documento de Anpier que recogía las posiciones de los partidos respecto inversiones en energías renovables. Todos, a excepción del PP que dio una vaga respuesta, se comprometían con el nuevo modelo energético. Espero que, cuando empiecen a legislar, se acuerden de sus promesas electorales de garantizar la seguridad jurídica y facilitar el autoconsumo sin peajes, que ayudará a crear decenas de puestos de trabajo de calidad y a centrarse en el ahorro de la factura energética provocando un movimiento verde. Para impulsarlo, una de las cosas que debemos ofrecer al productor–consumidor es simplicidad en trámites administrativos, jurídicos y fiscales.

– Véndame un kit fotovoltaico típico.
Es difícil responder a esta pregunta. Habría que hacer un estudio de sus necesidades, los hábitos de consumo, los electrodomésticos que tiene, la tarifa eléctrica que paga (con o sin discriminación horaria), la localización de la vivienda, la orientación de la futura instalación, etc. No es lo mismo una familia de Santander que pasa mucho tiempo en casa y necesita energía para su piscina, aire acondicionado y calefacción, que  otra familia almeriense, que vive en un piso orientado al norte (aunque tenga terraza), pasa todo el día fuera y suele abrir las ventanas para que corra el aire.

Según IDAE, el consumo eléctrico de un hogar medio español roza los 4.000 kWh al año. En el caso de una familia con una constante demanda energética durante el día, hablaríamos de un kit de autoconsumo instantáneo compuesto básicamente por paneles solares, inversores fotovoltaicos, estructuras y cableado. Si las necesidades eléctricas se centran en las primeras y las últimas horas del día, recomendaríamos o bien un kit fotovoltaico con equipos para la activación de consumos, o bien otro, para el autoconsumo de inyección 0 con baterías que se legaliza como una instalación asistida. Además de los componentes principales, le sumaríamos baterías solares con su correspondiente regulador y monitor. Estaría bien, además, incluir un equipo de medición de la generación y la demanda a través de un display con registro de los datos en un portal, para tener constancia y fomentar la cultura de ahorro energético.

Hoy en día, los kits fotovoltaicos para este consumo eléctrico podrían costar de 4.000€ (para el autoconsumo instantáneo) a 9.000€ (para la instalación asistida). Con lo cual, la instalación fotovoltaica se amortizaría en un periodo de 8 a 20 años, un plazo razonable, teniendo en cuenta que muchos instaladores ofrecen una garantía de hasta 25 años. Hay que añadir que en un par de años llegarán a Europa las nuevas baterías PowerPac de Tesla y reducirán drásticamente la inversión inicial en instalaciones asistidas.

– Dibújeme la hoja de ruta de la fotovoltaica en España y en el mundo. ¿Cómo imagina su desarrollo?
Veo que en España muchos sectores y la sociedad ya se han dado cuenta que aquí hay sol más que suficiente para autoabastecerse de energía, tanto a nivel eléctrico como térmico. La fotovoltaica es “la Reina” en las redes sociales y las recientes elecciones han demostrado que el pueblo está pidiendo cambios a gritos, los que no se toman en serio la opinión de la sociedad al final tienen que dejar su sitio para que la política pueda renovarse. Al final la fotovoltaica representa no solo un cambio energético, sino también un cambio social y económico, es la energía más democrática que existe hasta ahora, es modular, con una vida útil superior a 30 años, accesible para cualquier ciudadano y su suministro no depende de la volatilidad de los mercados.

Respecto a las mejoras de la tecnología y su optimización de costes, se espera llegar a eficiencias superiores al 25% en poli y al 30% en monocristalino con una bajada de precios de un 25% dentro de los próximos tres a cinco años. Además, hay un componente clave para su desarrollo y aplicación en todo el mundo: ¡la batería!

Las noticias de Tesla y de otras tecnologías de almacenamiento hacen temblar a las eléctricas y a la industria automovilística. Todo esto es justo lo que hacía falta para revolucionar definitivamente la independencia energética. En mi opinión, es el factor clave que va a cambiar el panorama, ya que cada vez hay más empresas de primera línea, como Google, Apple, Mercedes, etc, que están invirtiendo mucho dinero en I+D+i renovable.

Pero no hay que quedarse esperando los cambios con los brazos cruzados, ¡tenemos que empujar con fuerza!

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