Profesora de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid e investigadora asociada del Centre for Economic Policy Research, Natalia Fabra ha coordinado la IX edición de la Escuela de la Energía y Cambio Climático que la Fundación Focus-Abengoa, clausurado ayer en Sevilla. Unas jornadas en las que se han analizado cuestiones de enorme calado, como los problemas de equidad en el reparto de la carga de la reducción de emisiones o el papel de las instituciones de la “gobernanza” del cambio climático.
¿Cree que seguimos estando a tiempo de hacer frente al reto que tenemos por delante? Lo cierto es que los últimos datos sobre incremento de emisiones de efecto invernadero no son precisamente esperanzadores….
La Unión Europea está perdiendo su liderazgo en las políticas de lucha contra el cambio climático por sus problemas de indefinición interna. La semana pasada el Parlamento Europeo rechazaba la propuesta de backloading; esto es, el retraso en el calendario de subastas de derechos de emisión en Europa como medida de urgencia para aumentar el precio del CO2 en Europa. La votación fue ajustada, con menos de 20 votos de diferencia, pero en cualquier caso pone de manifiesto una división en el seno de la UE, que ensombrece lo que hasta ahora había sido una prioridad en Europa, la lucha contra el cambio climático, y pone en jaque la efectividad de su buque insignia, el mercado de derechos de emisión. Ahora, contaminar en Europa es gratis.
Europa aporta menos del 15% de las emisiones totales del planeta. Aun si nosotros fuéramos capaces de descarbonizar por completo nuestras economías, el problema seguiría presente si no convencemos al resto de países para que nos acompañen en la lucha contra el calentamiento global. La mayor contribución de Europa tiene que ser su ejemplo. Pero si entre nosotros no somos capaces de ponernos de acuerdo, difícilmente conseguiremos convencer a países como China o India para que se sumen a los esfuerzos.
¿De qué manera cree que foros como este de la Fundación Focus-Abengoa contribuyen a fomentar nuevos posicionamientos y actuaciones ante el reto del cambio climático?
Foros como la Escuela de Energía que organiza la Fundación Focus Abengoa contribuyen de manera crucial a concienciar a la sociedad de la gravedad del problema del calentamiento global, y así a reforzar el papel de los ciudadanos.
Qué papel cree que pueden/deben jugar las empresas y los ciudadanos para avanzar hacia ese nuevo modelo?
Tantos empresas como ciudadanos han de jugar un papel crucial. La innovación y los saltos tecnológicos necesarios para descarbonizar la economía tienen que venir de la mano de las empresas. Pero este esfuerzo no lo pueden hacerlo solas: necesitan el apoyo y los estímulos de la política, que debe de adoptar unos plazos compatibles con los largos plazos de amortización de las inversiones. Es necesario desechar las visiones cortoplacistas. Los ciudadanos debemos internalizar también en nuestras decisiones los costes medioambientales, pero más allá de la responsabilidad de cada uno, también aquí la política tiene que jugar un papel muy importante: desde la apuesta por una educación medio ambiental en las escuelas, hasta la implantación de una fiscalidad medio ambiental.
El sector español de las renovables lleva mucho tiempo advirtiendo que estas tecnologías son fundamentales para superar la crisis y crear riqueza y empleo en España. ¿Comparte esta opinión? ¿Cree que las medidas adoptadas por el gobierno para acabar con el déficit de tarifa justifican los sucesivos varapalos a las renovables?
En un contexto de doble crisis –crisis económica y crisis ecológica - no se puede recurrir a las políticas clásicas de estímulo de la demanda a través del consumo, porque chocamos con la restricción ecológica. La salida de la crisis tiene por tanto que ir de la mano de políticas de estímulo que no sólo no agudicen la crisis ecológica, sino que la mitiguen. Estas políticas son posibles: entre ellas, la mejora de la eficiencia energética que libere recursos económicos y energéticos para otros usos, y sin duda, el fomento de las energías no convencionales, generadoras de empleo y de tejido industrial. La competitividad de nuestra economía a medio plazo sólo se podrá alcanzar si apostamos por ello. Pero las medidas adoptadas por el gobierno para frenar la sangría del déficit tarifario van en la dirección contraria, comprometiendo la solución a los problemas del sector. La seguridad jurídica en nuestro país ha quedado seriamente tocada. Será muy difícil que los inversores recuperen la confianza en las normas que emite nuestro estado para retomar la carrera de la transición energética que, antes o después, vamos a acabar recorriendo.