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Antonio Ruiz de Elvira, catedrático de Física Aplicada de la Universidad de Alcalá de Henares
“Sí es posible sustituir en 20 años todas las nucleares por centrales solares y parques eólicos”

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Entrevista publicada en el número 42 de Energías Renovables en papel, de noviembre de 2005. Autor: Antonio Barrero. Fundó, en compañía de otros, Científicos por el Medio Ambiente, una asociación que se declara deseosa (lo dice su manifiesto fundacional) “de proteger la diversidad (biológica y cultural) y promocionar la salud pública y la sustentabilidad” (en ella cohabita con, entre otros, Aguilera Klink, Álvarez Dardet o Gil de Sola Simarro). Activista incansable, convencido de que, contra el cambio climático, la clave son las renovables, Ruiz de Elvira es de los que dicen sí a la fusión nuclear. “Sí, pero con una condición: que el Estado invierta en energía solar tanto como en fusión. En realidad, es estrategia pura, porque yo diría no a la fusión, pero como hay tantos intereses y tanta gente metida en ello y tantos compromisos internacionales, y como sé que me van a decir que no pueden resistir a tanta presión, pues al menos me aseguro una inversión fuerte en la solar”. En fin, he aquí un experto en cambio climático y en estrategia política: “en la campaña municipal del año que viene le voy a pedir al alcalde de Madrid que, de todo el dinero que vaya a destinar en su siguiente mandato a destripar otra vez la ciudad, pues que la mitad lo dedique a montar centrales de energía solar para los madrileños. Yo creo que es una petición muy razonable».

– Señor Ruiz de Elvira, ¿hay o no hay cambio climático? Porque vuelven a sonar los que lo dudan.
Por supuesto que lo hay. Y hay muchísimas pruebas.

– Ya, pero siempre ha habido cambios climáticos. Hubo un tiempo en que el Sáhara era verde como Irlanda.
Evidentemente. El clima no es algo estable. Cambia constantemente, pero ese “constantemente” quiere decir que la velocidad es muy lenta. Hubo un cambio bastante rápido, hace unos diez mil años. Se fundieron entonces todos los hielos del norte de Europa, los del norte de América, los del norte de Asia y, particularmente, los hielos de los Zagros, las montañas en las que viven ahora los kurdos. Pues bien, cuando se fundieron esos hielos se produjeron unas descargas inmensas de agua, lo cual, por cierto, dio lugar a la leyenda del diluvio, pero esas descargas sucedieron a lo largo de 2.000 años. Si hoy existiesen aquellos hielos los habríamos fundido en 200 años. Es decir, que estamos multiplicando por diez (en realidad, entre por diez y por catorce), la velocidad de los cambios naturales. ¿Y por qué? Pues porque estamos quemando una energía, fósil, que se transforma en CO2, el gas de efecto invernadero que calienta la Tierra. Y ese calentamiento es hoy diez veces más rápido de lo normal. Diez veces más rápido de lo que sería normal en una etapa crítica, como la que he puesto como ejemplo, y mil veces más rápido que cuando la Tierra no atraviesa etapas críticas. Es decir, un cambio climático mil veces más rápido que lo que ha cambiado el clima en los últimos 8.000 años.

– La concentración de CO2 en la atmósfera es ya de 370 partes por millón (PPM) y algunos expertos aseguran que a partir de 400 ya no habrá marcha atrás y que las consecuencias del cambio climático serán irreversibles.
¡Ya no hay vuelta atrás! Aunque dejemos hoy mismo de emitir CO2, la temperatura de la Tierra subirá a lo largo de este siglo 2ºC por encima de la que tenía en el siglo XIX. En cien años, la tasa ha subido 100 PPMs, lo mismo que en los dos mil años precedentes. Y eso acarreará consecuencias. ¿Por ejemplo? Huracanes más intensos, inundaciones más frecuentes, sequías más prolongadas...

– Dicen del mar que es el almacén más grande de energía que hay en la Tierra. Y tengo entendido que usted, a lo largo de los últimos años, ha trabajado en al menos ocho proyectos de la UE en el campo del clima y la oceanografía. Cuéntenos.
Sí. Durante seis años dirigí el departamento de investigación sobre el oleaje que tenía el ente público Puertos del Estado. Hacíamos modelos predictivos de oleaje (se pueden predecir las olas con un par de días de antelación), modelos de mareas, de corrientes marinas. Todos ellos tuvieron mucho éxito y hoy se pueden consultar en la página del Instituto Nacional de Meteorología. La verdad es que montamos una de las mejores redes de medida de oleaje de Europa, probablemente una de las mejores del mundo. Son boyas enormemente complejas que rodean la Península y que miden desde el oleaje en superficie hasta las corrientes marinas en el fondo del mar. Eso existe y los datos están en la red y se pueden consultar todos los días, pues los modelos corren (se actualizan) dos veces al día.

– O sea, que disponemos de herramientas que nos pueden decir cuánta energía contienen los mares que nos rodean.
Sí, evidentemente. Es más, hubo entonces una serie de proyectos de aprovechamiento de energía de las olas que no salieron adelante por lo de siempre. Porque es muy difícil convencer a la gente de que invierta en algo útil cuando ya ha metido el dinero en otras cosas.

– Dice Greenpeace que es posible cerrar las nucleares en veinte años sin que acabemos en Atapuerca.
Sí. Cerrarlas es sin duda posible. Las centrales nucleares suministran en este momento el 30% de la electricidad que consume España. Pero es que España tiene muchísimo viento y muchísimo sol. Y en veinte años podemos sustituir ese 30% con centrales de concentración solar, fotovoltaicas, parques eólicos. Pero digo más: dentro de veinte años, la inversión que hicieron las empresas nucleares estará ya totalmente amortizada. O sea, que, además, también en ese sentido y siendo razonables se pueden cerrar. Tampoco ha de haber problema técnico alguno.

– La inversión ya estaría amortizada. No hay problemas técnicos. La sociedad está cada día más convencida de los inconvenientes de la nuclear y de las ventajas de las renovables. Además, disponemos de recursos naturales más que suficientes y se da la grata circunstancia de que las industrias eólica y fotovoltaica son muy potentes aquí. Maravilloso. Entonces, ¿cuál es el problema?
Vamos a ver. Los señores que dirigen la política energética, como los que dirigen la de carreteras o la referida a los recursos hídricos, suelen ser ingenieros industriales que tienen alrededor de 50 años. Lógico. La gente va subiendo en los ministerios y alcanza ciertos puestos a cierta edad. El caso es que esa generación se ha educado en una época en la cual la idea dominante (aliada de las grandes escuelas francesas de ingeniería), venía a decir que lo idóneo era producir energía en grandes centrales, energía muy concentrada, energía muy controlada. Y eso es lo que hacen los ingenieros, concentrar los elementos energéticos en pocas centrales, porque de ese modo controlan la sociedad. Y yo digo que en el otro extremo está la energía solar, y que si bajan los precios y todo el mundo puede instalar su propio centro de producción, queda neutralizado ese control. O sea, que el problema es cultural, de educación. Y, sobre todo, muy grave. Al Estado le cuesta muchísimo trabajo dar el paso hacia las renovables porque quienes están en los puestos clave de la Administración no son profesionales del ramo y no quieren complicarse la vida. Quieren hacer lo que saben hacer, lo que han hecho siempre. Además, siempre hay un cierto miedo psicológico. Lo que la gente piensa es que “si yo sé mucho de centrales de ciclo combinado y me dedico a promover la energía solar, tecnología que ocupa hoy un lugar marginal, pues al final el que se va a quedar marginado voy a ser yo”. En fin, que ése es el problema, gravísimo, al que nos enfrentamos.

– Bien, hay mucha resistencia al cambio en ciertos puestos clave de la Administración.¿Cuál es, entonces, la solución?
La solución consiste en ejercer toda clase de presiones. Y ahí cada uno hace lo que puede. Yo lo intento contando las cosas tal y como las veo. En todo caso, cuando me preguntan “¿y qué puedo hacer yo?”, les digo “usted puede ahorrar energía o montar su propio techo solar, pero, sobre todo, puede votar y exigir con su voto que se le haga caso”. El asunto es grave, porque la energía solar y las energías alternativas avanzan, efectivamente. Pero lo hacen como los telares en la Inglaterra del siglo XIX: con lentitud. Y el problema es que ahora no podemos aceptar esa lentitud porque el clima no avanza lentamente. Si dejamos que las renovables evolucionen a su ritmo natural es muy probable que para cuando ya podamos sustituir la energía fósil por energía solar, hayamos llegado tarde al problema del cambio climático. Por eso digo que lo que hay que hacer es ejercer toda clase de presiones, porque cuanto más tardemos, más problemas vamos a tener con el clima.

– O sea, que vamos contrarreloj...
Ésta es una carrera contra el tiempo. Pero esa carrera se puede parar. Se puede parar siempre que montemos energía solar. Pero, insisto, esa energía solar no la podemos montar con la iniciativa de cada persona. Tenemos instalada una potencia de 50 gigavatios en España y la tenemos que sustituir. Y eso no podemos hacerlo uno a uno. Bueno, sí, lo podríamos hacer, pero a lo mejor tardamos dos siglos, y para entonces hemos perdido la carrera. Lo tenemos que hacer en veinte años y la única posibilidad de que se haga en ese período es que lo haga el Estado, aceptando que la energía es, como la educación o la sanidad, una de sus obligaciones. En el momento en que eso sea aceptado habrá energías alternativas. Y en la medida en que no sea aceptado iremos a la pata coja por detrás del cambio climático.

– ¿Y tiene usted alguna buena nueva referida a la energía solar?
Para la energía solar tengo una buena noticia, pero es antigua. Y es que, hoy día, el rendimiento de una célula solar es de un 13%,aproximadamente, mientras que el rendimiento de las plantas es del 2%. El dos, en zonas con agua. El trece, en cualquier zona de España.

– Perdóneme, no acabo de entenderle
La fotosíntesis utiliza el 2% de la energía solar y de ese 2% sacamos los alimentos. Pues eso, que con la tecnología de la solar fotovoltaica hoy ya se puede capturar el 13%, es decir, que estamos hablando de un rendimiento seis veces mayor. O sea, que, aunque no fuera más que por el esquema de rendimiento, deberíamos utilizar la energía solar a toda prisa.

– El Gobierno acaba de hacer públicos los Presupuestos Generales del Estado de 2006. Acto seguido, Los Verdes han puesto el grito en el cielo porque dicen que Zapatero ha asignado 71 millones de euros al IDAE (el instituto que promueve las renovables) y más de 1.200 al Instituto de la Minería del Carbón. Si usted pudiese ¿cómo repartiría esos presupuestos?
Verá usted, yo prefiero hablarle a veinte años vista. Yo apostaría por sustituir el fuel y las nucleares por la energía solar en veinte años. Estamos hablando de cincuenta gigavatios. Si quitamos la hidráulica, que pueden ser cinco gigavatios, y la eólica, que pueden ser otros cinco, habría que sustituir cuarenta gigavatios en veinte años. Eso quiere decir que habría que montar dos gigavatios de energía solar al año. Dos gigavatios pueden salir como a tres mil millones de euros. En fin, que yo destinaría tres mil millones de euros en los PGE de cada año para montar centrales solares. Pero es que, además, yo le digo a usted que eso no es mucho. El Estado español destina 12.000 millones de euros cada año a carreteras.

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