Undimotriz (olas), 80.000 teravatios hora al año (TWh/año); corrientes, 800 TWh/año; maremotriz (mareas), 300 TWh/año; gradiente térmico (diferencia de temperatura entre las aguas superficiales y las profundas), 10.000 TWh/año; gradiente salino (diferencia de salinidad entre las aguas marinas y las de las desembocaduras de los ríos, por ejemplo), 2.000 TWh/año. Esa es la energía que hay en los mares de la Tierra, según los cálculos de la Agencia Internacional de la Energía (International Energy Agency, Ocean Energy Systems Implementing Agreement) y de la Red Transnacional Atlántica (RTA). Decenas de miles de teravatios hora al año, en fin, que, poco a poco, la tecnología empieza a aprovechar. Para que nos hagamos una idea de lo que significan esas macrocifras, según las estimaciones de la mayoría de los expertos, el mundo consume aproximadamente 15 teravatios hora de energía por año. Cada teravatio (TW) equivale a mil gigavatios (GW) o un millón de megavatios (MW).
El repaso
Sí, cuando uno se aproxima a las denominadas magnitudes globales, todo se dispara y, seguramente, acaba por perder un ápice de sentido. Porque, muchas veces, no acabamos de ser capaces de comprender, o de abarcar –para ser más exactos, quizá– esas formidables dimensiones (demasiados ceros a la derecha, ¿verdad?). Por eso, quizá, en Energías Renovables, y más allá de los grandes titulares y las letras mayúsculas, hemos querido siempre, y también, escribir la letra pequeña de la historia, esa que es probablemente la más significativa, la que, probablemente también, lo cambia todo. Y, por eso, hoy recuperamos este reportaje, que publicamos hace apenas cinco meses en nuestra edición de papel (ER 106, de diciembre de 2011) y que va repasando, una a una, todas las iniciativas que, en materia de aprovechamiento de la energía de las olas, están siendo desarrolladas a día de hoy en España.
Un millón de kilómetros cuadrados
Lo recuperamos hoy por tres motivos, sobre todo: porque no está mal aprovechar este tipo de efemérides para recordar lo que seguramente todos intuimos, que es preciso proteger todos esos tesoros que contienen nuestros océanos, que es en sí mismo un tesoro; porque España tiene casi 8.000 kilómetros de costa y más de un millón de kilómetros cuadrados de superficie de agua marina bajo su soberanía o jurisdicción, o sea, que tenemos una gran responsabilidad sobre el particular; y porque nuestro país es muy probablemente, a día de hoy, “el segundo país de Europa en energía marina”, que eso fue lo que nos contó Roberto Legaz, el presidente de la sección de Energía Marina de la Asociación de Productores de Energías Renovables hace apenas unos meses (el primero sería Reino Unido). En fin, que, en España, tenemos naturaleza y tenemos un sector –el de las energías marinas (I+D, industria)– que quiere seguirle los pasos a sus hermanas (renovables) mayores: la eólica y la fotovoltaica. Lo que hace falta ahora es demostrar que las energías renovables marinas son, con un mínimo impacto, la gran alternativa a las mareas de chapapote. De momento, vaya por delante un “Solo de olas”, el reportaje que publicáramos en ER 106.
Solo de olas
Galicia, Asturias, Cantabria, Euskadi, Canarias y Cataluña han empezado ya a buscarle los kilovatios al mar. La primera instalación de aprovechamiento de la energía de las olas que alcanza la fase comercial en Europa se halla en Mutriku (Guipúzcoa). Fue inaugurada el pasado mes de julio y es, todavía, la única del Viejo Continente. Eso sí, en todas las comunidades autónomas citadas, el sector prueba ya ingenios en el agua o han comenzado ya las obras de ejecución de “bancos de ensayo en alta mar” –laboratorios marinos– en los que los inventores y la industria empiezan ahora a probar sus modelos y prototipos.
Nadie lo sabe con certeza, pero los expertos estiman que son más de doscientas las patentes (de aprovechamiento de la energía de las olas) en liza: mucha patente, pues, pugnando por convertirse en la primera en alcanzar la fase comercial, sí, y una carrera que ya está completamente lanzada. De momento, en todo caso, los expertos son explícitos: los sistemas de aprovechamiento de la energía de las olas (y también los de las corrientes) “se mantienen en una fase muy incipiente de desarrollo”. Lo dice la Red Transnacional Atlántica, plataforma europea multinacional compuesta por los Consejos Económicos y Sociales de las regiones del espacio atlántico. A saber: Aquitania, Bretaña, Poitou-Charentes, Euskadi, Cantabria, Galicia y Portugal.
La Red ha elaborado a lo largo de más de dos años, entre abril de 2008 y junio de 2010, un informe de casi cien páginas al que han colocado un título muy explícito: “Desarrollo de las energías renovables marinas: condiciones de éxito en las regiones de la RTA del Arco Atlántico”. Pues bien, según ese informe, “existen proyectos a nivel de prototipo y demostración –algunos proyectos están maduros y operativos–, pero se está aún muy lejos de un despliegue comercial o a gran escala”. ¿Motivo? Las tecnologías de aprovechamiento de la energía de las olas (y las de las mareas) padecen un “retraso en investigación y desarrollo respecto a otras energías renovables”.
“Excelentes posibilidades”
Y eso que, en la fachada litoral del occidente europeo, no es precisamente recurso lo que falta. Antes al contrario: según el informe susodicho, las olas del Arco Atlántico, “desde Escocia hasta Portugal presentan una densidad superior a la media mundial”. Además –insiste el documento–, aunque la energía de las corrientes presenta un carácter más localizado dentro del Arco, también dispone de ubicaciones “con excelentes posibilidades” en la zona, mientras que, “a su vez, el recurso eólico es intenso y sostenido”. Eso dice la Red Transnacional Atlántica, que repasa en sus cien páginas todos los proyectos que, hasta junio de 2010, había, en distintas fases de desarrollo, en todo el Viejo Continente. Pues bien, aquí vamos a actualizar esa información ciñéndonos, eso sí, a España, una nación que ha apostado decididamente por las olas, que quiere aprovechar a pie de costa, con infraestructuras encajadas en diques y puertos, pero también mar adentro, con boyas y otros ingenios.
Ola, España
La central de Mutriku, incrustada ella en el dique de abrigo del puerto de este municipio guipuzcoano, presume de ser “la primera instalación marina conectada a red de la Europa continental”, la primera del continente porque en varias islas europeas –Azores o Islay, en Escocia– ya hay instalaciones similares –tecnología de Columna de Agua Oscilante, CAO– conectadas a la red, si bien operadas únicamente con propósito I+D. Mutriku, que fue inaugurada en julio, cuenta con una potencia instalada de 296 kW. El gobierno vasco, que ha invertido 2,3 millones de euros en el proyecto, estima que puede producir anualmente 600.000 kWh, “lo que evitará la emisión de 600 toneladas de CO2 al año y equivale a energía eléctrica suficiente como para abastecer las necesidades de 600 personas”.
Columna de agua/aire oscilante
La instalación funciona del siguiente modo: dieciséis cámaras de aire (columnas), ubicadas dentro del dique, reciben las olas, que presionan el aire de las cámaras; este asciende por la columna, pasa por las turbinas y las hace girar; cuando la ola se retira, el aire es succionado y también pasa por la turbina para volver a producir electricidad. El agua de mar nunca entra en contacto con los elementos electro-mecánicos de la instalación. La ventana de oportunidad apareció de la mano del proyecto de nueva construcción de un dique de abrigo para la protección del puerto de Mutriku. El gobierno vasco quiso aprovechar la ocasión para incluir en el dique una instalación de estas características que diera un “alto valor añadido” a la obra portuaria. La tecnología CAO de Mutriku es de la compañía escocesa Wavegen, perteneciente al grupo Voith Hydro. Las turbinas han sido fabricadas por la empresa vasca Voith Hydro Tolosa.
Cinco años de trabajo
La misma idea –aprovechar las obras en los puertos para instalar columnas de agua oscilante– ha animado el surgimiento de Sea Electric Waves, una joven pyme catalana nacida a partir de la unión de tres profesionales: un ingeniero de caminos, un abogado y un ambientalista. “Nos conocimos estudiando, en 2006, vimos que teníamos perfiles complementarios, conocíamos el mercado incipiente de las energías marinas –la columna de agua oscilante–, y decidimos montar Sea Electric Waves”. Nos lo cuenta Xavier Tous, que ha desarrollado en los últimos cuatro años, junto a sus dos socios, un “sistema modular de espigón rompeolas captador de energía marina basado en OWC” (oscillant water column). El sistema, que han ido mejorando a lo largo de estos años, y que han acabado patentando, ha sido testado mediante simulaciones informáticas y a través de varios modelos a diferentes escalas.
En Cataluña, San Feliu
El último lo instalaron en febrero en el puerto de San Feliu de Guíxols (Gerona) y lo desmontaron en junio, hace apenas seis meses. “Hemos contrastado los resultados obtenidos en las simulaciones informáticas que llevó a cabo la Universidad Politécnica de Cataluña en su centro de cálculo –un centro muy potente donde hace simulaciones de fluidos– con los datos que hemos registrado durante estos cuatro meses en nuestro modelo a escala 1:3 y la verdad es que hemos salido muy satisfechos”, señala Tous. Tan satisfechos han quedado que ya están “en fase de comercialización”. La pyme, que trabaja con turbinas Voith Siemens, ya tiene agentes comerciales en Brasil y Chile y gasta ideas muy, muy claras: “estamos allí porque hay ola, es decir, hay recurso, y sobre todo porque aquellas son economías emergentes que están creando infraestructuras”.
Una boya con brazo
También en Sant Feliu de Guíxols, curiosamente, ha ensayado su modelo, y también recientemente, otra empresa: Abencis Seapower. Todo comenzó en el año 2007, cuando la firma decidió adquirir una patente. A partir de ella fabricaron un modelo a escala 1:10; a mediados de 2009 lo probaron en un tanque de olas artificial en Madrid; desarrollaron a continuación otro prototipo, de escala 1:4, y lo instalaron en la costa de Gerona, en Sant Feliu precisamente, y a principios de año (allí estuvo hasta junio). Nos lo cuenta Marc Cortina, responsable del proyecto en Abencis: “nuestro sistema es un sistema de brazo boya. La boya, que es el flotador que recibe el empuje de las olas, está en el extremo de un brazo que está articulado en un punto fijo. La estructura toda está anclada a unos bloques de hormigón que están delante del puerto”. La boya sube y baja al vaivén de las olas; el brazo mueve unos cilindros hidráulicos que bombean aceite: “es un émbolo de doble efecto que puede aprovechar el movimiento de las olas tanto al subir como al bajar. Al subir lo hace por la flotabilidad de la boya y al bajar es el propio peso del brazo y la boya el que empuja al cilindro hacia abajo”. El proyecto está financiado con fondos de la empresa y cuenta con el apoyo del IDAE.
Abencis idea
Según Cortina, la idea de Abencis es, “en primer lugar, realizar algunas mejoras en este modelo para automatizar los ensayos; en segundo lugar, implementar en este mismo modelo un sistema de generación eléctrica, cosa que haríamos en el primer semestre de 2012; y, en tercer lugar, y una vez el modelo 1:4 esté generando, queremos diseñar un prototipo a escala 1:1 para instalar en el océano Atlántico”. Abencis ya ha estudiado algunas ubicaciones en Canarias. “El plan inicial es instalar un prototipo 1:1 en el que la potencia por cada brazo sea de 50 kW”, concluye Cortina.
Diez años atrás
También en Cataluña ha trabajado, durante muchos años, una de las empresas pioneras de este sector en España, Hidroflot. Pionera hasta el punto de que, allá por el año 2002, ya estaba ensayando sus primeros modelos en el Laboratorio de Ingeniería Marítima de la Universidad Politécnica de Cataluña. ¿Su propuesta? Completamente distinta a las anteriores. A saber: una central flotante semi-sumergida, compuesta por dieciséis columnas unidas en red, que estaría fondeada mediante cadenas y que se comportaría en el mar con total estabilidad respecto a los dieciséis cuerpos móviles o boyas. Estas, accionadas por el oleaje, se deslizarían verticalmente por las columnas de la estructura y serían esos movimientos verticales de ascenso y descenso los que aprovecharía el ingenio para generar electricidad.
Todo se ha frenado
Ricardo Prats, director de la empresa, lleva ya más de diez años trabajando en su sistema y nos cuenta que, “aunque no abandonamos ningún contacto en España, ahora estamos haciendo un esfuerzo importante en otras zonas de América, donde estamos intentando montar una planta piloto”. El motivo de la mirada americana es bien sencillo: “en España todo esto se ha frenado, tenemos piezas de la central ya construidas en Asturias, pero hemos tenido que retrasar el proyecto, porque las grandes compañías no están apostando. Todo el mundo quiere ver un prototipo funcionando, pero nadie quiere arriesgar por ello. Por eso nos hemos enfocado a mercados exteriores. En América del Norte estamos gestionando cosas... y también en América Central, en México, concretamente, donde estamos intentando montar una planta piloto”. La idea –apunta Prats– es “hacer primero una plataforma experimental demostrativa” para abordar después una instalación que podría tener entre cuatro y seis megavatios de potencia. Prats concluye con un par de comentarios que dicen muy mucho de su espíritu indómito. Uno: “lo que hay construido es exportable”. Y dos: “lo que no vamos a hacer es esperar a que los cambios políticos hagan reaccionar al sector”.
El ingenio de Oceantec
Al otro lado de los Pirineos, Oceantec Energías Marinas (empresa fundada por Iberdrola y Tecnalia) desarrolla otra línea de trabajo también completamente distinta a la clásica CAO: un captador de energía de las olas de tipo atenuador y de tecnología netamente española. Nos lo cuenta José Luis Villate, gerente de Energías Marinas de Tecnalia y vicepresidente del grupo de Energías Marinas de la International Energy Agency: “todo empezó más o menos en 2005, fue entonces cuando decidimos desarrollar un concepto de aprovechamiento de la energía de las olas”. Tecnalia registra en 2006 la patente internacional, desarrolla su ingenio durante un par de años, hace ensayos en canales hidrodinámicos (modelos a escala 1:37, 1:15) y, por fin, prueba en el mar un modelo a escala 1:4, en Pasajes, frente a la costa vasca, en septiembre de 2008. Según Villate, “el modelo 1:4 tuvo un coste de cuatro millones y medio de euros, aproximadamente: Iberdrola puso dos terceras partes de esa cantidad y Tecnalia, el resto”.
Dos meses de ensayos
El caso es que el modelo 1:4 “estuvo en el mar durante algo menos de dos meses, período a lo largo del cual hicimos una serie de ensayos: comprobamos el comportamiento hidrodinámico del dispositivo flotante frente a las olas y los fondeos para ver si era tal y como habíamos visto en las simulaciones y lo cierto es que obtuvimos resultados satisfactorios; además, vimos también que había que afinar los modelos, al fin y al cabo era eso de lo que se trataba, de recoger el dato experimental que te sirve para progresar en el planteamiento”. Ahora mismo, y en línea quizá con lo que le pasa a Hidroflot, Oceantec también está estudiando cómo abordar los siguientes pasos, qué socios podrían entrar, si el objetivo es ceder la tecnología o compartir con otros…
De sistemas de fondeo y cables
Sea como fuere, la propuesta Oceantec es, según palabras de Villate, “un dispositivo alargado flotante que cabalga sobre las olas: ese movimiento de cabeceo se transforma mediante un giróscopo en un movimiento oscilatorio que, a su vez, mediante un motor hidráulico, acciona un generador eléctrico para producir energía”. El dispositivo ha sido diseñado de modo tal que el sistema captador está totalmente encapsulado y sin contacto con el mar, “lo cual hace que los costes de mantenimiento sean menores”, según Villate. El sistema de fondeo –el dispositivo, que opera mar adentro, es encadenado al fondo– permite que el convertidor siempre esté orientado en la dirección del oleaje.
Tecnologías horizontales
Ahora, Tecnalia está trabajando en la mejora de los sistemas de fondeo y de conexión eléctrica, así como en la modelización numérica de los captadores, “tecnologías horizontales todas que pueden ser de utilidad para las tecnologías de aprovechamiento de las energías del mar”, según el gerente de Energías Marinas de Tecnalia. Más aún: esta empresa vasca está apostando “fuertemente” por el aprovechamiento de la energía del viento en el mar a grandes profundidades. “Sí, los aerogeneradores que habrá en alta mar, cuando la profundidad sea de cien o doscientos metros, serán estructuras flotantes. Pues bien, estamos investigando cómo serán esas estructuras, qué pesos habrán de soportar, qué fuerzas, qué tensiones tendrán que aguantar”, concluye Villate.
El banco de Santoña
También en ese lapso, en torno al otoño de 2008, Cantabria se convirtió en escenario de otro de los hitos de la breve historia de la undimotriz española. Y es que Ibermar –sociedad participada por Iberdrola y el gobierno cántabro, entre otros– botó en septiembre de aquel año la primera boya de aprovechamiento de la energía de las olas que veía la luz en España. Lo hizo a cuatro kilómetros de la costa de Santoña, donde ancló, al fondo marino, y a una profundidad de alrededor de 50 metros, una boya de unos diez metros de diámetro que tenía una potencia instalada de 40 kW. La boya fue posteriormente desmontada –informa Sodercan–, si bien la experiencia obtenida ha servido para que el gobierno cántabro se anime a promover, precisamente allí, en Santoña, todo un “parque experimental para prototipos de energía del oleaje”. Según Sodercan (que es una empresa pública cántabra), el parque, que quiere ser el primero de España con conexión a red, se situará a cuatro kilómetros de la costa, en un área en la que la profundidad oscila entre los 48 y los 55 metros. De momento, en todo caso, es proyecto.
Las novias de Cantabria
Eso sí, al parque de Cantabria ya le cuentan las novias. Una de ellas es el proyecto europeo Waveport, que será financiado (4,5 millones de euros) por el Séptimo Programa Marco Europeo y ejecutado por un consorcio multinacional de empresas en el que se halla DeGima, una pyme cántabra. El objetivo de ese proyecto es instalar en Santoña una boya PowerBuoy de aprovechamiento de la energías de las olas de la compañía Ocean Power Technologies (OPT).
Otra compañera de viaje que ya se le perfila al banco de ensayos de Santoña es Wedge Global, una compañía de base tecnológica constituida en 2008 con capital cien por cien español y que sale de la fusión de un grupo de ingenieros de primera fila vinculados al Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) con un equipo de profesionales con experiencia en los sectores financiero y energético. Wedge Global podría ser una de las primeras empresas en probar sus diseños en el banco de ensayos que proyecta el gobierno cántabro frente a las costas de Santoña. De momento, en todo caso, la empresa ha ensayado un modelo a escala de su máquina, entre mayo de 2010 y febrero de 2011, en Madrid, en las instalaciones del Ciemat, organismo que, según Luis Gavela, director ejecutivo de Wedge, “ha certificado el buen comportamiento del equipo y que el rendimiento de la máquina eléctrica es de al menos un 80%”.
Eléctrica y viceversa
Aitor Echeandia, el director de proyecto, describe el ingenio de Wedge en estos términos: “la solución adoptada por Wedge para convertir la energía mecánica del movimiento generado por las olas en energía eléctrica es un generador lineal de reluctancia conmutado (SRLG) con tecnología propia que puede formar parte de un determinado convertidor de energía de la olas, independientemente del principio de operación elegido”. Según Echeandia, el SRLG es “una máquina eléctrica lineal que puede funcionar tanto en modo motor como en modo generador y que, por lo tanto, puede encontrar aplicaciones adicionales en sectores diferentes al de la producción de energía eléctrica a partir de las olas. En definitiva, es un accionamiento eléctrico de potencia capaz de convertir energía mecánica en eléctrica y viceversa”.
No contiene sistemas oleohidráulicos
La máquina –continúa Echeandia– consta de dos lados denominados traslator y estator “que son móviles, uno respecto del otro, de manera que en el convertidor de energía de las olas cada uno debe de ser solidario de una parte de dicho convertidor. Es, precisamente, el producto de la velocidad relativa entre ambos lados de la máquina por la fuerza electromagnética que se ejercen, el que da la potencia eléctrica generada”. Más allá de la letra pequeña, dos son las ventajas que señala Gavela: la máquina Wedge no emplea sistemas oleohidráulicos y no contiene tampoco imanes permanentes. Echeandia lo cuenta así: “la ventaja principal del generador Wedge está en su adecuado ratio de prestaciones/coste. Por una parte, se recurre a un concepto de máquina eléctrica conocido, robusto y eficaz, pero, al mismo tiempo, se introducen modificaciones originales para adaptarla al entorno de trabajo y, muy especialmente, a los elevadísimos niveles de fuerza requeridos en esta aplicación, sin por ello tener que recurrir a la utilización de soluciones costosas, tanto por complejidad constructiva, como por utilización de materiales de elevado precio (imanes permanentes), ni a la utilización de componentes con altos requerimientos de mantenimiento como son los sistema oleohidráulicos”. Por otro lado, el ingeniero de Wedge destaca que “la escalabilidad es el paradigma de las máquinas lineales para aplicación en generación marina a través de las olas”. Según Gavela, “vamos a desarrollar un cuerpo flotante estándar y lo probaremos pronto en banco de ensayo durante seis meses como mínimo”.
Asturias toma medidas
En Asturias también quieren crear “una plataforma experimental offshore de prueba de dispositivos de aprovechamiento de la energía de las olas y de las corrientes”. El proyecto, porque de momento también es aún –como en el caso cántabro– solo proyecto, “lo promueve la Universidad de Oviedo, en colaboración con otras entidades”, según nos cuenta el responsable del área de Energías Renovables de la Fundación Asturiana de la Energía, Indalecio González. La actividad de I+D, en todo caso, está completamente lanzada en el Principado. “Llevamos ya tres años –apunta González– trabajando en la caracterización del recurso energético oleaje en la costa asturiana. En la primera fase hicimos una simulación. Ahora, desde octubre de 2010, concretamente, tenemos dos boyas registrando datos reales; además, estamos estudiando también otros aspectos: la presencia de líneas eléctricas, los condicionantes ambientales, el patrimonio histórico, la distancia a costa, la distancia a puerto, la accesibilidad a las líneas eléctricas… todo, para definir el recurso accesible y no solo el existente”. Además, la conexión a costa también tiene su estudio. Porque en Asturias también quieren tener un cable para evacuar la electricidad que produzcan los prototipos que prueben en su futuro parque. La iniciativa la lleva el Consorcio Tecnológico de la Energía de Asturias, a través del Proyecto Nemo (Nodo Eléctrica Marino).
Catamarán de olas
Más cerca del agua se encuentra el proyecto gallego Wavecat (de hecho ya la ha catado, al menos, en los tanques de pruebas hidrodinámicas). Este ingenio (catamarán de olas) es, según uno de sus inventores, Gregorio Iglesias, profesor del Grupo de Ingeniería Civil y Energías Marinas de la Universidad de Santiago de Compostela (USC), “una especie de catamarán que, en lugar de tener los dos cascos paralelos, los tiene convergentes. Si usted mira el Wavecat desde arriba, los cascos forman una especie cuña, pues convergen hacia la popa”. Así, continúa Iglesias, “las crestas de las ondas penetran en la cuña que queda entre los dos cascos, se propagan entre ambos y eventualmente se produce el rebase de las bordas interiores de los cascos; pues bien, ese agua que rebasa se almacena en unos depósitos situados sobre cada casco. El nivel del agua en esos depósitos es superior al nivel del mar, y nosotros aprovechamos esa diferencia de cota para mover unas turbinas de carga ultrabaja: una turbina que funciona con muy poco salto”.
Casi diez años de trabajos
Iglesias, que comenzó a trabajar con su grupo en este proyecto “en 2003, 2004”, nos cuenta que ya han hecho “ensayos en el canal de oleaje de la USC, que es estrecho y alargado, y, también, en un tanque de oleaje rectangular de la Universidad de Oporto”. Los ensayos comenzaron a mediados de 2008 y los últimos se han llevado a cabo en verano de 2010. En total, han sido tres las tandas de ensayos: “la idea era validar la patente como tecnología viable. Y, con esos ensayos, hemos comprobado que esta es, en efecto, una tecnología viable, eficiente y robusta para generar energía a partir del oleaje”. El modelo ensayado, escala 1:30, tenía tres metros de eslora, es decir, que el prototipo (escala 1:1) tendría noventa metros (1.200 kW de potencia nominal). ¿Y ahora? “Necesitamos del orden de un millón y medio de euros. Haríamos un prototipo de dimensiones mayores, posiblemente 1:10 y, lógicamente, más ensayos, pero dependemos de la financiación y ahora mismo está muy difícil” (la patente de Wavecat es propiedad de la USC).
Galicia marina
Galicia es, seguramente, la comunidad más activa en lo que se refiere a proyectos. Los hay en muy diversas fases de desarrollo. El Grupo Soil ha estado detrás de uno de ellos. Concretamente, en A Guarda, localización que la compañía Wavegen consideró la idónea para sus columnas de agua oscilantes. La idea inicial era, según el presidente de Grupo Soil, Luis Mingo, “instalar allí entre seis y veinte turbinas de 30 kilovatios de diferentes tecnólogos: Peter Brotherhood, Universidad de Valladolid, Wavegen…”. El proyecto, sin embargo, se halla ahora mismo en dique seco por falta de financiación.
La propuesta de Pipo
Nada que ver con Pipo Systems, otra empresa española (en este caso no promotora, sino ingeniería) que, además, pasa por ser una de las firmas pioneras del sector en el país (fue fundada en el año 2002). El caso es que Pipo, que tiene su sede social en Vigo, ha comenzado ya a instalar su primer prototipo de sistema de aprovechamiento de la energía de las olas en la Plataforma Oceánica de Canarias (Plocan). El ingenio en cuestión se denomina concretamente “prototipo del Proyecto WelcomE” (Wave Energy Lift Converter Multiple España) y está siendo fondeado a una milla náutica de la costa canaria. Allí, esta firma española se propone demostrar la validez de su sistema APC-Pisys (Absorbedor Puntual Complementado de Pipo Systems). Su inventor, Abel Cucurella, lo tiene en todo caso muy claro: “hemos desarrollado un proyecto único en el mundo. Pensamos que supera en eficacia y producción a cualquier otro sistema actual de generación de energía undimotriz que actualmente se esté investigando”.
La plataforma canaria
No es el único que parece confiar en la tecnología APC-Pisys, patentada por la firma catalana. En el Proyecto WelcomE, que cuenta con el apoyo del Ministerio de Ciencia e Innovación de España y de la UE (a través de los Fondos Europeos de Desarrollo Regional), se han involucrado también la ingeniería catalana Anortec, la Universidad Politécnica de Cataluña y la propia Plataforma Oceánica de Canarias. Según Pipo, el sistema está formado por una boya de superficie, una boya sumergida de volumen variable y una boya de posicionamiento, donde se alojan los sistemas de control, generación y medición de la potencia, y que permite mantener una profundidad constante mediante un sistema de amarres al fondo marino. La compañía española apunta, además, que, para optimizar al máximo el sistema, sobre la boya de superficie se colocarán torres de medición oceanográfica, alimentadas por el propio sistema, que medirán la dirección y fuerza de los vientos.
A dos millas de la costa
Las pruebas en el banco de ensayos canario (dos dispositivos de 5 y 200 kW, según Plocan) comenzarán muy pronto. ¿El futuro? Cucurella y compañía no albergan duda alguna: “el futuro de este tipo de energía pasa por la creación de parques marinos offshore, ubicados a unas dos millas de la costa”. En Pipo Systems lo tienen muy claro: “los grupos boyantes del sistema APC-Pisys, en la costa atlántica gallega, partirán de una potencia instalada de 1,25 MW, con lo cual las plataformas a instalar en los futuros parques marinos, con ocho o dieciséis grupos boyantes, partirán de unas potencias instaladas de entre diez y veinte megavatios y generarán entre 30 y 60 GW/h/año”. El director del área corporativa de la compañía, Rafael Ibáñez, otro pionero clave de las energías marinas en España, coincide sin titubeos: “por cada megavatio instalado se generarán diez puestos de trabajo”.
La perseverancia
Otro proyecto gallego es el liderado por Galicia Mar Renovables. Uno de sus fundadores, el ingeniero aeronáutico Julio de la Cruz Blázquez, ideó en los años noventa un sistema undimotriz al que denominó (J+B)2A. De la Cruz patentó aquel sistema en 1994 y, trece años después, volvió a las andadas con una versión mejorada de aquel diseño, a la que llamó (J+B)2B. Pues bien, la empresa fondeó en la ría de Ares, en septiembre de 2009, su primer prototipo: una boya que no utiliza ningún fluido y capta la energía tanto cuando sube la ola como cuando la ola baja. ¿Objetivos de aquella primigenia botadura? Analizar la estanqueidad, oscilación y flotabilidad del sistema y asimismo obtener datos relativos a la resistencia del eje y la fuerza de empuje, para medir la energía.
I+D y secretismo
Casi dos años después, en julio de 2011, Galicia Mar Renovables ha dado el siguiente gran paso y ha botado otra boya. Según la información que tiene colgada la empresa en su sitio (gmrenovables.com), el mecanismo de la boya consiste en una estructura semifija flotante sujeta con clavos y muelles al fondo para darle estabilidad; el movimiento de subida y bajada vertical que producen las olas se transmite directamente por un sistema de cremalleras a los generadores; cada boya pesa setenta toneladas y supone una inversión de alrededor de tres millones de euros. La iniciativa ha contado con el apoyo del Ministerio de Industria, siempre según los textos que tiene colgados la empresa en su página (Galicia Mar Renovables ha declinado concedernos la entrevista que le solicitamos para hablar sobre su sistema).
Este reportaje forma parte del Especial Energías del Mar que publicó Energías Renovables el pasado mes de diciembre: ER 106.