Jordi Serrano
Barcelona, 1967
Ingeniero técnico industrial (electricidad)
Jordi Serrano es como el ‘hijo del Sol’. Así que su historia, como no podía ser de otra manera, está escrita en esta revista desde que subimos los primeros artículos a la web, allá por el año 2000. Pero su relación con las renovables empezó antes, en 1988, cuando creó la asociación Solavent. “Todo el mundo me decía: Jordi, esto será el futuro. Y el futuro ha tardado, hemos tenido que esperar 33 años, pero por fin ha llegado el momentazo de la fotovoltaica”, dice.
Su periplo es para tomar apuntes. Tras Solavent se introdujo en el mundo de las instalaciones aisladas con la asociación SEBA. Y para predicar con el ejemplo vivió dos años en una masía en el Montseny con una instalación solar aislada. Después llegarían las primeras fotovoltaicas conectadas a red con la cooperativa Ecotècnia, “donde hicimos las primeras huertas solares”; le seguiría otra etapa en Conergy y 9 años con el fabricante noruego de módulos REC. También ha conocido el mundo de la distribución de la mano del Grupo JAB, donde “aprendí bien todo lo que se necesitaba para crecer en el mercado del autoconsumo”. Ahora despliega su buen hacer y su experiencia en uno de los distribuidores globales de material fotovoltaico más importante del mercado: BayWa r.e.
“La mayoría de mi equipo de ventas no supera los 24 años y por las manos de cada uno de ellos pasan a diario más kilovatios pico de los que se instalaban en toda España en un año cuando yo tenía su edad”. Y ojipláticos perdidos, los chavales no darán crédito. O tal vez sí. Y acabarán diciendo ¡cuánto tiempo hemos perdido!
Jordi ha empleado muchas energías “preparando a los guerrilleros de la transición energética”, como nos contaba en 2017, cuando compartió con los lectores de Energías Renovables sus experiencias y anécdotas en la formación de instaladores fotovoltaicos. “Creo sinceramente que con las renovables estamos cambiando el mundo”. El suyo propio no ha dejado de dar vueltas, como los planetas que giran alrededor del Sol. Y puede seguir cambiando. “En mis excursiones por la montaña –comenta– siempre que veo una casa medio derruida pienso: esto se restaura, se ponen unas placas fotovoltaicas con baterías y aquí sería más feliz que nadie utilizando la energía mágica del Sol”. Mágica como la vida de Jordi.