Los estudios realizados a lo largo de los últimos tres años en relación con frigoríficos, lavavajillas, lavadoras y otros productos que usan energía, revelan que hay consumos superiores a los declarados en la mayoría de las categorías de producto.
Los test realizados por laboratorios independientes han encontrado una aspiradora que consume un 54% más de energía que la declarada, un frigorífico con un 12% más y una televisión con una clase energética inferior a lo señalado. Puedes ver los resultados completos en Market Watch, el proyecto cofinanciado por el Programa Intelligent Energy de la Unión Europea, del que forman parte 16 organizaciones sociales de toda Europa, incluida la española Ecodes.
Algunos consumidores se sorprenderán por estos resultados y a otros les resultarán frustrantemente familiares. Un lavavajillas que necesita dos ciclos de lavado para limpiar la vajilla adecuadamente; una bombilla LED que ilumina un 20% menos de lo que promete; una secadora con una señal luminosa en el tablero frontal que no puede ser apagada.
MarketWatch seleccionó productos y sectores de los que “ya se sospechaba” que no cumplían con estas normas en base a información recopilada previamente por los socios del proyecto, por lo tanto, “los resultados no se pueden considerar un reflejo del mercado en su conjunto”.
Los test fueron realizados por laboratorios independientes acreditados en los procedimientos oficiales definidos para la verificación del cumplimiento con las normas europeas de eficiencia energética.
Los expertos estiman que más de 10.000 millones de euros en ahorro energético se pierden cada año debido al no cumplimiento de los fabricantes y vendedores con las normas de la Unión Europea de producto. Este hecho se come parte de los 465 euros de ahorro medio prometido en la factura energética a cada hogar europeo por las Directivas de Ecodiseño y Etiquetado Energético de la UE.
Mónica Vidal, responsable de Políticas Europeas de Ecodes, asegura que “los ciudadanos están comprando productos menos eficientes de lo que esperaban, definitivamente las autoridades españolas tienen mucho por hacer, deben asegurarse de que la información que declaran los fabricantes es correcta”.