El IDAE incluye, en su último boletín electrónico (noviembre de 2015), un documento en el que recoge las que considera "Las claves para conocer y actuar en materia de Certificación Energética de los Edificios". Con ese texto, el IDAE "pretende aportar información útil y didáctica en cuanto a las características energéticas de las viviendas y los edificios en general" y, así mismo, combatir una percepción que "aún está muy asentada". ¿Cuál? "La percepción de que el certificado energético de los edificios constituye, por encima de sus evidentes ventajas, un trámite o un mero impuesto". Energías Renovables extracta a continuación esas claves. [En la imagen, termografía de una vivienda].
El IDAE repasa la "situación de los edificios y su calificación"
El 30,4% del consumo de energía final de España -explica el Instituto- se produce en edificios de viviendas y servicios. El país dispone de más de 25 millones de viviendas. De ese total, 6 millones tienen más de cincuenta años. Así, hasta el 58% de los edificios españoles se ha construido sin ningún criterio de eficiencia; el 90% son anteriores a la aplicación del Código Técnico de la Edificación (CTE), y un 60%, anteriores a la aplicación de la NBE-CT 79 (norma básica de la edificación sobre condiciones térmicas), la primera normativa de construcción que tiene en cuenta criterios de eficiencia energética en España.
Consumo
El consumo de energía por metro cuadrado de los edificios en nuestro país -concreta el IDAE- supera de media los 140 kilovatios hora por metro cuadrado y año (véase para comparar el patrón passivhouse, página 30). Según los datos que maneja el Instituto, los edificios españoles pueden mejorar su eficiencia energética hasta un 50%. Desde junio de 2013, momento en que entra en vigor la Certificación Energética de los Edificios, hasta ahora, se ha certificado más de un millón y medio de inmuebles. El balance es pobre: ocho de cada diez edificios españoles tienen una certificación energética “E” o menor. Las calificaciones energéticas más comunes se sitúan en las letras que van de la "D" a la "G", lo que quiere decir que superan en más del 90% el consumo de energía medio.
¿Qué es el certificado energético y qué tiene en cuenta?
La Certificación Energética de los Edificios es una exigencia derivada de la Directiva 2002/91/CE. Esta Directiva y la Directiva 2010/31/UE, de 19 de mayo, relativa a la eficiencia energética de los edificios, se trasponen parcialmente al ordenamiento jurídico español a través del Real Decreto 235/2013 de 5 de abril, por el que se aprueba el Procedimiento básico para la certificación de eficiencia energética de edificios, tanto de nueva construcción, como existentes. Según la Disposición Transitoria primera del Real Decreto 235/2013, desde el 1 de junio de 2013 es obligatoria la emisión de estos certificados de eficiencia energética para la compraventa y alquiler de viviendas y edificios, tanto nuevos como ya construidos.
El sistema de evaluación establece siete niveles de certificados en función de las emisiones de dióxido de carbono y del consumo de energía del edificio. Conforme a la normativa nacional, se parte de la "G" (la menos eficiente) a la "A" (la más eficiente). Casi todos los edificios están sometidos a esta norma y los grandes y los públicos, además de disponer del certificado, han de exhibir su etiqueta de eficiencia energética. El certificado, registrado por las Comunidades Autónomas, debe realizarlo un técnico competente, su precio es libre, tiene una validez máxima de diez años y existe un régimen sancionador por su incumplimiento.
¿Cómo se calcula y obtiene una calificación u otra?
Los factores que intervienen para valorar la eficiencia energética de un edificio son múltiples pero se pueden englobar en dos categorías:
• el consumo energético del edificio y
• las emisiones de CO2 derivadas de generar la energía térmica y eléctrica que el edificio necesita.
En este certificado, y mediante una etiqueta de eficiencia energética, se asigna a cada edificio una clase energética de eficiencia, que variará desde la clase A, para los energéticamente más eficientes, a la clase G, para los menos eficientes. Una vivienda eficiente que cuente con la categoría más alta de eficiencia energética (A) consume hasta un 90% menos de energía que una que esté catalogada con el nivel más bajo. Una de clase B en torno al 70%; y la clase C, un 35%.
Este certificado, además de la calificación energética, deberá incluir información objetiva sobre las características energéticas de los edificios, y, en el caso de edificios existentes, un documento de recomendaciones para la mejora de los niveles óptimos o rentables de la eficiencia energética del edificio o de una parte de este, de forma que se pueda valorar y comparar la eficiencia energética entre ellos, con el fin de favorecer la promoción de edificios de alta eficiencia energética y las inversiones en medidas de ahorro de energía y de implantación de energías renovables. No es obligatorio que el propietario realice estas medidas, pero sí muy conveniente si quiere reducir su consumo de energía.
Medidas a tomar para mejorar el rendimiento y optimizar la inversión
El certificado debe incorporar una propuesta de medidas de mejora, su coste y el ahorro que supondrían. La propuesta debe mejorar la clase energética y tener en cuenta un coste efectivo de las medidas, que supondrán un ahorro para el bolsillo y además un beneficio para el medio ambiente. Las acciones que pueden emprenderse para mejorar la certificación energética del edificio son en tres ámbitos fundamentales:
• la envolvente del edificio,
• sus instalaciones energéticas y
• sus sistemas de gestión y control
Lo primero que hay que hacer es reducir la demanda de calefacción y refrigeración y esto pasa -explica el IDAE- por mejorar el nivel de aislamiento y las características térmicas de las ventanas, sin olvidar la influencia que en ambos tiene la zona climática y orientación del edificio, su altura, etcétera. Según el IDAE, los problemas más comunes en una vivienda suelen ser un acristalamiento inadecuado, un aislamiento térmico insuficiente o instalaciones de calefacción, climatización y producción de agua caliente sanitaria de bajo rendimiento y alto consumo energético, lo que deriva además en facturas muy elevadas.
La casa no es un electrodoméstico
Solo un 0,7% de los edificios son de clase A. Alcanzar una calificación energética A en una casa requiere de un buen diseño y orientación, instalaciones de alto rendimiento, un correcto aislamiento de la fachada y cubierta, contar con buenas ventanas bien sombreadas en verano y aprovechar lo máximo posible las energías renovables activa y pasivamente. Es una obligación impuesta por la Directiva 2010/31/UE el que a partir del 31 de diciembre de 2020, los edificios que se construyan sean de consumo de energía casi nulo, en los términos que reglamentariamente se fijen en su momento a través del Código Técnico de la Edificación, plazo que en el caso de los edificios públicos, se adelanta dos años. Cuando se hagan estos edificios, el aporte energético de las energías renovables será fundamental, así como, la buena gestión de la energía y unos adecuados diseño y aislamiento del edificio.
La concesión de ayudas a través de la línea Pareer-Crece del IDAE obliga a que la rehabilitación del edificio existente mejore la calificación energética del inmueble en al menos una letra. Esto supone que se tomen una, varias o todas las medidas contempladas: mejora de la eficiencia energética de la envolvente térmica, de la eficiencia energética de las instalaciones térmicas y de iluminación y la sustitución de energía convencional por energía solar, biomasa o geotermia en las instalaciones térmicas.
Mejorar el aislamiento térmico es una obra de más envergadura y más difícil de ejecutar, además de ser más cara. Sin embargo, sus resultados son muy eficaces y de larga duración. Es una inversión que puede suponer un ahorro energético en calefacción de hasta un 50%. La línea de ayudas contempla tanto ayuda directas (subvenciones) como un crédito a interés Euribor + 0.
Los técnicos cualificados y bien formados, utilizando los programas informáticos CE3 y CE3X, ambos publicados como Documentos Reconocidos del Ministerio de Industria, Energía y Turismo, en función de las características de su edificio, le asesorarán sobre las medidas más efectivas y con el menor coste. En ellas también tendrán que tener en cuenta las ayudas existentes que permitirán estimular las medidas propuestas y que reducirán los plazos de retorno de las inversiones.
Ventajas de una calificación energética y conocimiento de la ciudadanía
Para muchos usuarios, esta certificación es entendida como un trámite, un coste más y una medida innecesaria. Sin embargo -explican desde IDAE-, este trámite, que es voluntario (si no se vende o alquila el inmueble), conlleva múltiples ventajas y genera externalidades positivas. Las consecuencias de realizar medidas de eficiencia energética en la edificación y mejorar la calificación son palpables:
1. Mayor valor de mercado: la propiedad se diferenciará del resto de inmuebles en su venta o alquiler. Para los ocupantes, aportará una imagen verde.
2. Menores costes: por el ahorro que supone que el inmueble funcione con menor energía, y que necesite de un menor mantenimiento.
3. Mayores ingresos: al estar más solicitadas, estas edificaciones tienen unas tasas de vacantes en alquiler más bajas y en ventas mayores.
4. Menores impuestos: reducciones en el Impuesto sobre los Bienes Inmuebles a las casas más eficientes, en los ayuntamientos que así lo decidan.
5. Mejora el confort de los habitantes y usuarios de los edificios.
Más de un 50% de los ciudadanos españoles ha declarado -según una encuesta que ha llevado a cabo el Instituto tras su última campaña de comunicación- que conoce la certificación energética de los edificios. Un 36% manifiesta que tendría en cuenta ese certificado a la hora de vender o alquilar una vivienda. La campaña de comunicación "ha conseguido -informan desde IDAE- que casi el 40% de las personas que la vieron y que viven en un bloque de pisos reconozca que piensa informarse con mucha o bastante probabilidad acerca de las ayudas para la rehabilitación energética y que una de cada cuatro personas piense plantear, a su comunidad de vecinos, la posibilidad de solicitar ayudas para la rehabilitación energética".