“Es como si al comprar una casa tuviéramos que hacer frente a dos hipotecas, la del crédito del banco y la hipoteca energética, aunque a nadie parece preocuparle esta última. Cuando a mi me vendieron la casa con calefacción eléctrica en seguida me di cuenta de lo que supondría”, confesaba el martes Javier García Breva, en encuentro Tendencias IPM, que organiza la consultora de comunicación imedia, con la colaboración de Energías Renovables.
En esta primera edición ha contado con la participación de García Breva, presidente de la Fundación Renovables y director de Energía del grupo Arnaiz, y de Peter Sweatman, fundador y CEO de Climate Strategy, consultora especializada en las estrategias, mercados y oportunidades que surgen a raíz de la necesidad de la lucha contra el cambio climático.
Los dos expertos pusieron de manifiesto que la Directiva 2010/31/UE sobre Eficiencia Energética en Edificios (E-3), del pasado mes de mayo, es una oportunidad extraordinaria para que España pueda mejorar el confort de las viviendas, ahorrar energía y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. A lo que puede contribuir, además, la integración de renovables en los edificios.
El impacto positivo que para la economía va a suponer la entrada de las renovables en el mundo urbano propiciada por la Directiva 2010/31/UE es la principal conclusión de esta primera edición del encuentro Tendencias IPM en energía 2010.
Más del 80% de la población reside en zonas urbanas cuyos edificios ya existentes producen el 27% de todas las emisiones de CO2. Si a este dato, le añadimos el hecho de que el 80% de este parque de viviendas seguirá en pie en 2050, abordar su eficiencia energética se convertirá en un factor vital para nuestro futuro ya a partir de 2011. Por eso, no es exagerado decir que la próxima revolución energética tendrá lugar en las ciudades. El Plan Estratégico Europeo de Tecnología Energética (SET Plan) planea reducir hasta un 40% las emisiones de CO2 en las metrópolis europeas.
Las ciudades son los mayores centros de consumo de energía y de emisiones de CO2. Sin embargo su diseño no atiende a criterios de eficiencia energética. Actualmente los desarrollos urbanos dependen por completo del cada vez mayor consumo de petróleo y de gas, para uso masivo de sistemas individuales de calefacción y refrigeración.
Enorme potencial
En este contexto, la Directiva 2010/31/UE sobre Eficiencia Energética de Edificios (E-3), publicada el pasado mes de junio en el Diario Oficial de la Unión Europea, destaca por su extraordinaria importancia como instrumento que desarrolla el acuerdo del Consejo Europeo de marzo de 2007 para reducir un 20% el consumo de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) otro 20%, incrementando el consumo final de energías renovables con carácter obligatorio un 20%, como mínimo, hasta 2020.
Dicha Directiva se basa en la consideración del enorme potencial de ahorro del sector de la edificación y el urbanismo para alcanzar estos objetivos de política energética. Los requisitos que se establecen son de mínimos es decir, dependerá de la voluntad política de los Estados miembros aplicar medidas más estrictas y ambiciosas.
No obstante, lo más revolucionario de esta Directiva son los conceptos que se establecen y que deberán incorporar en el futuro todos los edificios, nuevos y existentes. Entre las definiciones de la Directiva cabe destacar las tres siguientes:
1. “Edificio de consumo de energía casi nulo”, con un nivel de eficiencia energética muy alto mediante fuentes renovables.
2. “Nivel óptimo de rentabilidad” de la eficiencia energética a través del balance coste-beneficio durante la vida útil de cada elemento del edificio.
3. “Sistema urbano de calefacción y refrigeración”, como sistemas centralizados de distribución de energía térmica para la calefacción y refrigeración de múltiples edificios o emplazamientos con fuentes renovables.
Sistemas para consumir, no para ahorrar
“Porque los sistemas urbanos de calefacción y refrigeración que nos están vendiendo ahora están pensados para favorecer el consumo, y no el ahorro”, apunta García Breva. “Por eso es vital que existan incentivos fiscales que penalicen el consumo y que inciten a cambiar de hábitos”.
El Artículo 9 de la Directiva establece la obligación de que en 2020 todos los nuevos edificios sean de consumo de energía casi nulo; para los edificios públicos el plazo acaba en 2018. A este respecto, serán los Estados miembros quienes elaboren sus propios planes nacionales para incrementar el número de edificios de consumo energético casi nulo con objetivos intermedios para 2015 y establecer medidas financieras de apoyo y utilización de energías renovables. Los planes se publicarán en diciembre de 2012.
Un factor fundamental para el éxito de la Directiva E-3 será la gestión de la red eléctrica. El Artículo 9 pretende acercar la generación al consumo y que cada centro de consumo se convierta, a la vez, en un centro de generación. Se requiere por tanto el desarrollo de redes inteligentes para la gestión de renovables y la participación del consumidor también como generador.
El papel del Estado y la regulación de las administraciones públicas va a ser decisivo pues son lo que tienen que crear las condiciones para hacer frente a los problemas de dependencia energética, emisiones de CO2 e intensidad energética que se describen en los considerandos de esta nueva Directiva y que van a requerir cambios significativos en la política energética.
“Los cambios que el sistema energético necesita pasan por el cumplimiento de la Directiva 2010/31/UE que va a ser el origen de nuevas actividades, nuevas empresas, nuevas áreas de negocio, más empleo estable y cualificado y más innovación en los procesos productivos”, apostilla Javier Gª Breva. Finalmente, la Directiva establece un sistema de certificados de eficiencia energética de los edificios, inspecciones de instalaciones de calefacción y aire acondicionado y de controles independientes.
El consumo energético de los edificios ya existentes se puede reducir de manera eficiente entre un 20 y un 50%. Las oportunidades que ofrece el mercado del acondicionamiento energético de edificios son muy atractivas: no sólo por los ahorros energéticos con unos niveles de rentabilidad de la inversión atractivos, sino también por la mejora de la seguridad energética de un país, la generación de puestos de trabajo y la mejora de la habitabilidad de los edificios. Estas conclusiones forman parte del estudio “Mejoras Energéticas en Edificios” elaborado por la consultora Climate Strategy.
Un ahorro de hasta un 30% del consumo energético de la vivienda española será equivalente a un ahorro de 3.000 millones de euros anuales en costes energéticos para los españoles. El nuevo modelo de negocio propuesto por Climate Strategy podría dar acceso directo a nuevas fuentes de financiación institucionales a los participantes de este mercado y también generar nuevos puestos de trabajo.
Los expertos recomiendan crear activos financieros de eficiencia energética transferibles y fácilmente analizables que tengan acceso amplio a financiación mayorista en los mercados de capitales internacionales. Estos activos estarían estandarizados dentro de un marco abierto en la fase de captación para fomentar la competencia entre los posibles canales de distribución a los particulares y PYMES, como bancos, empresas energéticas, ESEs u otros canales.
Una mejora de la eficiencia energética es conseguir que un edificio tenga el mismo nivel de servicios, como calefacción y alumbrado, con menor uso de energía. Tomando como referencia los modelos económicos estadounidenses, se estima que cada millón de euros invertido en mejora energética de edificios crearía unos 7 puestos de trabajo. Por otra parte, las mejoras energéticas, además de elevar considerablemente el confort y la calidad del parque de edificios, podría ahorra hasta un 5% de las emisiones de gases de efecto invernadero del país y podría mejorar hasta un 10% su balance energético.
A su vez, estos proyectos podrían crear una industria de la eficiencia energética y de reformas energéticas de primera calidad a nivel mundial. Además de crear empleo en áreas como la instalación de equipos de iluminación, termostatos inteligentes, aislamientos, nuevas calderas y aparatos inteligentes de aire acondicionado, impulsaría la propiedad intelectual y “know how” en los ámbitos técnicos, procesos operativos y nuevos materiales de construcción.
“El objetivo es diseñar un modelo de negocio que haga igual de fácil realizar obras de mejora de la eficiencia energética de un edificio como solicitar una tarjeta de crédito o pedir un crédito para comprar un coche”, concluye Peter Sweatman.
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