Si se pone fin a la instalación de nuevas calderas de gas, gasoil y carbón en la Unión Europea (UE) a partir de 2025, se ahorrarían un total de 30 Mt de emisiones anuales de CO2 para 2030, 90 Mt para 2040 y 110 Mt para 2050. Aproximadamente un tercio de las emisiones anuales de CO2 de España, indica la coalición, que pide a la UE que utilice los reglamentos de ecodiseño y etiquetado energético para eliminar gradualmente las calderas de combustibles fósiles, asignándolas primero a las dos categorías más bajas de la etiqueta energética (F y G); y retirándolas luego progresivamente del mercado.
“Se espera que la rehabilitación energética de viviendas reciba especial atención dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia que España ya ha presentado pero que tiene que llenar de detalles. Necesitamos apostar por sistemas de calefacción que no sean fósiles, si realmente queremos garantizar la transición energética de nuestro parqué de viviendas” dice Monica Vidal, directora de Políticas Públicas y Gobernanza Climática de Ecodes. “España y por supuesto el resto de Europa tendría que dar señales claras impidiendo la instalación de nuevos sistemas de calefacción que utilicen combustibles fósiles, empezando con los edificios de nueva construcción”, añade.
Mélissa Zill, directora de Programa de ECOS, recuerda que las calderas de gas tienen una vida media de unos 25 años. "Si seguimos instalando calderas de combustibles fósiles después de 2025, Europa no será climáticamente neutra en 2050 y los líderes de la Unión Europea no cumplirán con su promesa. Es una cuestión de voluntad política, ya existen alternativas de calefacción limpias como las bombas de calor y la energía solar térmica. Los gobiernos deben darles un impulso definitivo", indica.
La pieza que falta en el rompecabezas
Davide Sabbadin, experto en Política climática y Economía Circular de la Oficina Europea del Medio Ambiente, asegura que “la prohibición de nuevas calderas de combustible fósil es la única manera de asegurar la descarbonización de nuestros hogares y edificios públicos. Cuando vemos los miles de millones de euros que la UE prometió invertir en la renovación de edificios, la eliminación gradual del gas y el petróleo de nuestros sistemas de calefacción destaca como la pieza que falta en el rompecabezas".
A fecha de hoy, el 28% del total de la energía consumida en la UE se utiliza para calentar espacio y agua en edificios. En el sector residencial, el 75% de esta energía proviene de combustibles fósiles como el gas, el gasoil o el carbón. Además, la mitad de los edificios están equipados con calderas instaladas antes del 1992. De los 129 millones de calderas instaladas en la UE, más del 50% de todas ellas son muy ineficientes, clasificadas en las clases de energía C o inferiores.
Lo bueno es que ya es posible calentar nuestros hogares sin calentar el planeta: las bombas de calor o la energía solar térmica pueden hacerlo de una manera mucho más limpia.
De momento, sólo un 17,3% de los aparatos de calefacción instalados en los hogares europeos usan electricidad o fuentes de energía limpia. Sin embargo, las regulaciones de ecodiseño y etiquetado energético de calderas y calentadores de agua son herramientas muy potentes para descarbonizar rápidamente la calefacción. En vigor desde 2013, solo este año de 2020 han permitido un ahorro de CO2 de unos 20 millones de toneladas, según Coolproducts.
La coalición plantea que la UE elimine los viejos aparatos en dos etapas: a partir de 2023, retirar del mercado los de peor rendimiento, los de clase G; y en 2025, hacer otro tanto con las calderas de clase F. Al mismo tiempo, las clases más altas de la etiqueta deben reservarse sólo para las tecnologías de mejor rendimiento, de modo que los compradores puedan entender fácilmente cuales son las opciones más eficientes.
La Comisión Europea está revisando actualmente los reglamentos de ecodiseño ecológico y etiquetado energético para los aparatos de calefacción y los calentadores de agua, un proceso que comenzó en 2018.