Las antiguas etiquetas A+, A++ y A+++ motivan mucho menos la compra de aparatos eficientes que aquellas que muestran la escala A (clase más eficiente) a G (clase menos eficiente), según señalan desde la fundación Ecodes. Este sistema más sencillo es el empleado en el nuevo etiquetado.
Para incentivar la mejora continua de la eficiencia energética de los nuevos productos, con el reescalado, la clase A quedará desierta reservándose así esta categoría para futuras mejoras tecnológicas. De esta manera, los consumidores van a encontrar etiquetas cuya mejor puntuación sea una clase B. De hecho, las etiquetas más comunes serán las de clase D e inferiores, según Ecodes. Adicionalmente, y como novedad, la etiqueta incorpora un código QR a través del que se ofrece mayor información al consumidor.
Teniendo en cuenta que cerca del 12 % del consumo eléctrico de una casa se destina a la iluminación, el ahorro tras la sustitución de bombillas sería significativo. Aunque las bombillas LED más eficientes son más caras, compensan por su menor consumo a largo plazo. Además, el hecho de que estas bombillas duren aproximadamente 20 años también se notará en el bolsillo. Las LED pueden reemplazar cualquier tipo de bombilla antigua gracias a la variedad de modelos, formas y gama de temperaturas de color, desde iluminación cálida hasta muy fría.
El etiquetado energético en la UE se viene realizando desde la década de los 90, cuando entraron en vigor las primeras directivas europeas, y exige que los aparatos eléctricos incorporen esta información, que debe de situarse en la parte exterior del embalaje de todo tipo de electrodomésticos y aparatos para iluminación.