La abuela precisó siempre, y sigue precisando, del cuidado de la joven Eréndira; y sin embargo ésta ha sido permanentemente maltratada y prostituida por su abuela. Y así hasta que apareció el joven Ulises, que enamorado de Eréndira la libera, no sin dificultad, de su abuela, y la joven empieza a caminar sin que nada ni nadie pueda ya detenerla.
Pero la historia de nuestra Eréndira es aún más triste porque su desalmada abuela la ignoró durante más de 15 años antes de prostituirla. Y para ello decidió contar sólo con la ayuda del hermanastro Ahorro. Y las dos amantes de éste: las hermanas Conservación y Diversificación, que no tuvieron mucho éxito por lo voluble y caprichoso que siempre se mostró Ahorro, pero que consiguieron ocultar la presencia y utilidad de nuestra cándida Eficiencia. (En la imagen, alegoría de la eficiencia (1469–1470) de Francesco del Cossa y Cósimo Tura).
Es curioso, pero un comportamiento así, de una abuela para con su mejor nieta, sólo es posible por su ignorancia y su desmedida concupiscencia que condiciona de raíz su comportamiento.
Hace 41 años
Así, la cosa empieza hace ya 41 años, cuando en 1974 con la guerra del Yom Kippur el precio del barril de petróleo se multiplica por 5,5. Es la llamada primera crisis del petróleo: como reacción a las decisiones de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de finales del 73 se crea en noviembre del 74 la Agencia Internacional de la Energía (AIE). El petróleo se vuelve caro y no se puede gastar como antes: hay que ahorrar… petróleo… no otras fuentes de energía.
No olvidemos que Ahorrar es un concepto restrictivo: reservar parte del gasto ordinario, dice la Real Academia Española (RAE). Y a ello se acoge la abuela en toda Europa: ¿cuánto se consume? ¿Qué se puede hacer para ahorrar? Concienciar al ciudadano: si usted puede España no puede, se publicitaba. En todos los países se crean organismos ad hoc para estos análisis. Y en España se crea el Centro de Estudios de la Energía. Y se redacta el Plan Energético Nacional (PEN) 75 donde se citan algunos vagos objetivos de ahorro y nada más; y con una obsesión decretista que llega a racionar el combustible para calefacción de edificios por el RD 2344/76.
¡Ah! y se redacta el RD 1490/75 de aislamiento térmico de edificios nuevos exigiendo el mismo nivel en Albacete que en León pues los redactores ignoraban que el consumo no depende de las temperaturas extremas sino de las medias (grados días) ¡Cuánto ha tenido que aprender el sector! y lo que le queda. Y el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo (MOPU) se oponía a desarrollar este decreto a través de normas técnicas que facilitaran su aplicación (“ladras luego cabalgamos” me dijeron los partidarios de aplicar la electricidad para la calefacción).
Y llega el PEN 78. Y con él la política –la abuela desalmada– sustituye a Ahorro, y utiliza ahora a la amante de éste, Conservación, con la que confiesa vagamente que va a tomar algunas medidas acordes con la naturaleza de ella.
Adviértase que:
Conservar según la RAE es “cuidar algo para que se mantenga a lo largo del tiempo”. Y esto refleja el espíritu de la abuela en aquel tiempo: tenia pánico a que le faltase petróleo, y sólo se le ocurría conservarlo. Curioso comportamiento intentar conservar lo que no se tiene. En fin… así era la abuela.
Y es que entre el 78 y 80 el precio del crudo se multiplica por 2,7. Es la segunda crisis del petróleo, y pies –de la amante Conservación– para qué os quiero… El MOPU promete una Ley Básica de la Edificación para compensar su oposición al desarrollo del 1490/75 y la abuela se neurotiza al no avanzar en los aspectos técnicos. Y consigue salvar el final de la década con la Ley 82/80 o, cómo no, ley de Conservación de la Energía. (La cándida Eficiencia aún no había nacido). Y la ley apoya la autoproducción de energía, la cogeneración y otras medidas de interés que la hacen sobrevivir largamente.
Fue lo mejor de la época. ¿Y lo peor? El fracaso de Inisolar, empresa del Instituto Nacional de Industria (INI) para fabricar paneles solares térmicos con un impulso enorme y un lamentable fracaso por falta de conocimientos técnicos del sector edificatorio, instaladores, etc, y de capacidad para la gestión. Fue una pena pero el sector no estaba preparado para aquella novedad.
Nace el IDAE
Y en coherencia con la Ley de Conservación aparece el PEN 83/92 con objetivos para cada fuente de energía (carbón, gas natural, electricidad y productos petrolíferos) y con sentido planificador coherente. Se transforma el Centro de Estudios de la Energía en el organismo autónomo Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) tras haberse realizado 5.671 auditorías, identificándose ahorros de un 15% y una necesidad de inversión de casi 200.000 millones de pesetas. Parece que ya sabemos Cómo y Dónde Ahorrar cuya responsabilidad se asigna a IDAE.
Pero la abuela está inquieta y no se conforma; quiere, y así lo dice el PEN 83/92, que se cambie la estructura energética del consumo sustituyendo petróleo por carbón y gas natural. Y además aborda la introducción de las energías renovables a través de los PER 86/88 y 89/95.
La abuela quiere Diversificar las fuentes energéticas; y es por ello que empieza a contar con la otra amante de Ahorro; hermana de Conservación y de nombre Diversificación. Por qué creen ustedes, si no, que IDAE significa Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía? (Diversificar según RAE es hacer plural lo que es único y uniforme). Pareja de amantes que aun hoy, 31 años después, siguen juntos. ¡Pobre de la cándida Eficiencia ¡a pesar de haberse gastado en subvenciones su desalmada política cerca de 60.000 millones de pesetas entre 1985 y 1990 (la mitad de fondos europeos porque desde principios de 1986 España forma ya parte de la Comunidad Económica Europea).
Si, pobre de la cándida Eficiencia… porque su nombre es utilizado por los contables comunitarios al medir la intensidad energética como la energía que es necesario consumir a nivel de país, o de sector, para crecer una unidad de PIB. Cuanto mayor es la intensidad más ineficaz es el país en su consumo energético. Por lo que no debería hablarse de Eficiencia Energética, sino de Eficiencia Económica del consumo de energía.
El petróleo se abarata y todos nos relajamos en la segunda mitad de los 80. ¡Qué pesada, sin embargo, la Comisión que quiere que se baje la intensidad energética de la CEE en un 20%, y pide a los países miembros acciones más vigorosas para ello en su informe al Consejo del 31 de mayo de 1988!
Así que desde la guerra del Yom Kippur, entre Ahorro, Conservación, y Diversificación, la abuela desalmada cubre, sin su nieta Eficiencia, estas tres etapas:
– 1974/1980… de teorización, análisis y estudios
– 1980/1985… de auditorías y subvenciones.
– 1985/1990… de relajamiento y mirada hacia Europa.
Y esta abuela sólo consigue que España baje 0,7 puntos porcentuales de su intensidad energética durante estas tres etapas mientras Europa la reduce en ese mismo periodo (1974/1990) en 26,15 puntos porcentuales.
Y otra guerra: agosto 1990… Irak invade Kuwait… repunta el precio del crudo, mas sólo eso… y punto. Y ese año, antes de la invasión, Holanda , Dinamarca e Italia elaboran planes con nuevas visiones y fundamentos. El más atractivo, el danés , con el título de “Energy 2000: A plan of action for sustainable development”.
¿Qué hay de nuevo? Pues que se abordan las actuaciones bajo un plan específico y no como un conjunto de acciones dispersas. Y además aparece el concepto de sostenibilidad ambiental tan querido y citado en los informes del Club de Roma.
Y España… su Plan de Ahorro y Eficiencia Energética–PAEE 91/2000.
La abuela llama a su nieta la cándida Eficiencia para que la cuide y alcance sus objetivos. SI… pero no, la abuela sólo permite que Eficiencia esté en la portada y no la deja pasar al interior de la casa donde entran muy al inicio, con sus competencias, las CCAA. Se distribuyen así los fondos previstos y algunos somos exigidos a demostrar que además de petróleo podía ahorrarse electricidad. Se van focalizando empresarialmente el origen y motivo de las presiones: es por ello que antes de su publicación se disminuyeron los objetivos previstos de cogeneración y de renovables.
Europa y las CCAA
El comportamiento de la abuela se ve condicionado además por dos acontecimientos:
– por el brutal aumento de la familia al aparecer abuelas de las CCAA, de las diputaciones y de los ayuntamientos, ubicadas en sus respectivas agencias de energía que tanto apoyó Bruselas. Y la gran mayoría de ellas –abuelas y agencias– ni conocían ni esperaban a la cándida Eficiencia. Mayoría hoy desaparecidas sin haberse enterado de ello.
– y porque el acuerdo de Maastricht configura a partir de enero de 1993 una Unión Europea más políticamente coherente y con mayor soberanía. Lo que implica la importancia de las Directivas para los países miembros.
El primero de ellos complicó terriblemente, para la abuela nacional, la ejecución de las acciones previstas en el PAEE. Pero el segundo significó el inicio de un cambio cualitativo para su conducta, hoy ya consolidado, al permitirle no tener que buscarse la vida y estar expectante a lo que digan las directivas, que transcribe a veces con nefasto retraso como en el caso de la calificación energética de edificios. Vivir al dictado de las directivas parece ser la conducta seguida ya de forma permanente por la abuela española en todo el ámbito energético (y menos mal que estamos en Europa, dicen algunos expertos).
Tal vez no sea tan neblinosa esta última década del siglo XX porque abrió paso a las EERR para la siguiente década, e hizo de la cogeneración objeto de deseo por su rentabilidad económica. Pero el hecho de dejar a Eficiencia en la puerta, junto con el aumento familiar citado antes, ha marcado el inicio y consolidación de la cultura de la oferta en detrimento y olvido del enfoque desde la demanda, que es donde se configura la Eficiencia Energética.
Así, y muy llamativamente, no se hizo posible un cambio cultural en el sector edilicio y de infraestructuras y tampoco en el industrial. Y las EERR no se integraron en la concepción y diseño, es decir en la demanda, y su contribución no ha sido para la Eficiencia sino para la Diversificación de las fuentes. Se perdió una oportunidad… y después, ¿qué ha pasado?
Aunque podría recorrerse la escalera de la siguiente década –la primera del nuevo siglo– a través de las distintas Directivas tanto de renovables como de ahorro, con la incorporación de un nuevo y poderoso personaje llamado Cambio Climático que ha dado globalización real a todo esto, interesa seguir la pista y vida de nuestra cándida Eficiencia.
Y hete aquí que la desalmada abuela vuelve a reclamarla y la pone en la foto principal de la E4: Estrategia de ahorro y Eficiencia Energética en España 2004/2012. Esta pareja, Ahorro y Eficiencia, va de Plan del 91 a final de siglo, y de estrategia en la década siguiente.
Abandonad toda esperanza
Pero algo hizo muy mal la abuela con la cándida Eficiencia. Y fue ocultarle lo que estaba escrito más adentro, en el frontispicio de la entrada al infierno de la Divina Comedia de Dante, en una perfecta comparación: “Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate” –abandonad toda esperanza los que aquí entréis– pues así esta manifestado en el epígrafe 1.1 de la E4 titulado “Concepto de la Eficiencia Energética”.
Maltrato que se concreta en que, a pesar del título del epígrafe, no se define el concepto de Eficiencia Energética, y a partir de ahí… abandonad toda esperanza. Se confunde ahorro con eficiencia, se habla de medidas supuestamente para la ausente eficiencia, de indicadores de intensidad energética, de disminución de consumo, etc, etc. Pero no se define el concepto, aunque incluso se intente delimitar lo que, como tal, entiende que es la E4. Confunde el concepto con una de las posibles mediciones de la misma, cual es la intensidad energética. Lo que no es, como ya dijimos, sino la eficacia económica del consumo de energía en un ámbito o país determinado. ¿Cómo se pueden entender las medidas si no se define con claridad el objetivo de las mismas? Es este un capítulo pendiente de la actual cultura energética.
Pobre y maltratada Eficiencia Energética que como la cándida Eréndira se ve emparejada con indeseables en un ámbito, el de la oferta, que no es el más propiamente suyo.
Y es que esta maldad, creemos, es una consecuencia del exceso de concupiscencia pro benéficos financieros en el que vivimos. Y por eso nos situamos siempre en el lado de la oferta de negocio–ganancia, en vez de analizar primero la demanda que se crea para poder satisfacer la necesidad de bienes y servicios. Y esto es especialmente válido para el ámbito de la energía.
Obsérvese, si no, los términos que dominan la literatura ad hoc: uso.. consumo… utilización… gasto… suministro… Por ello no es extraño, ni ajeno, el hecho de que el término Eficiencia solo se aplique con extensión al factor que mide la creación de riqueza que produce el gasto de energía. Es decir la eficacia económica del consumo de energía.
Así que, históricamente, las actuaciones de la desalmada abuela podrían conceptualizarse como sigue:
– Etapa del Ahorro: Hacer (=) x (-), lo mismo por menos consumo.
– Etapa de la Conservación: Hacer (=) x (=), lo mismo por lo mismo.
– Etapa de la Diversificación: Hacer (+) x (=), más por lo mismo.
Sin embargo, en ninguna de estas etapas esta la Eficiencia que conceptualmente seria
– Poder Conseguir Hacer (+) x (-), más por menos consumo. Y para ello hay que necesitar menos para satisfacer la misma necesidad. Y por tanto hay que situarse en el lado de la demanda.
Por tanto la Eficiencia Energética real se sitúa antes del consumo, es decir en la definición y diseño del producto o servicio que es cuando se configura la demanda de energía en cuantía y forma: cuando se proyecta un edificio, se crea un proceso industrial, se concibe una infraestructura de transporte o se diseña una zona urbana… La energía que no se necesita demandar nunca será consumida, y esa, la no demandada, es la más barata y menos contaminante… y la que crea más riqueza económica y de todo tipo. Cambiemos el paradigma: sustituyamos “energía no consumida” por “energía no demanda o no necesaria”. Esta sí que nunca será consumida.
Aislar térmicamente un edificio es necesitar menos energía para el confort, un plan de urbanismo que tenga en cuenta la orientación de las fachadas para aprovechar el sol pasivamente, o prevea el equipamiento en servicios para disminuir las necesidades de movilidad (urbanismo de proximidad) disminuye las necesidades energéticas, un proceso industrial que se equipa de cogeneración porque necesita calor y electricidad, como ocurre en muchísimos, disminuye la necesidad.
La liberación de la cándida Eficiencia
Y ¡atención! porque ya estamos liberando a la cándida Eficiencia. Si incorporo en un nuevo edificio un paramento equipado con producción eléctrica fotovoltaica, o una nave industrial con un aerogenerador, necesito menos energía. Esa producción forma parte del edificio, el proceso o el servicio. Y nadie tiene derecho a evitármelo.
Es decir, que desde la demanda se deben integrar las renovables, cosa que no se ha hecho y está pendiente en más medida de lo deseable. Hoy, las EERR se situaron felizmente y con dificultades en la oferta. Es lo que manda la concupiscencia financiera, pero eso no es suficiente para caminar hacia el nuevo modelo energético que tanto se predica. Obsérvese que la producción eléctrica con EERR está en las mismas manos oligopolistas que el resto de las fuentes ¿es ese el modelo nuevo?
¡Ay Eficiencia, cándida Eréndira! y yo que creía que la Directiva 2012/UE de Eficiencia Energética iba a ser el Ulises que te liberara de tu desalmada abuela, la política ¡Pero su transposición a través de un Plan de acción de 156 páginas ha roto toda esperanza, otra vez, como en la Divina Comedia!
¿Tanto hubiese costado? merece preguntarse, establecer un Marco Director para la Eficiencia en la demanda, estructurándolo en sus dos grandes ámbitos: la Eficiencia en la demanda de nueva creación por un lado, y la mejora de la existente por otro. Siendo en esta última donde se centra exclusivamente la transposición realizada, más con actuaciones de ahorro que de mejora de la eficiencia.
Y el primer ámbito, el de la nueva demanda, debería articularse para cada sector concreto, para aplicar las mejores tecnologías disponibles que disminuyan las necesidades, e integrando prioritariamente las posibilidades de autosuministro con renovables. Ya existen exigencias de calificación energética en equipos consumidores y edificios cuya inclusión estructurada en este ámbito seria muy positivo para su extensión. Y con esta misma visión ¿por qué no establecer, igual que en medio ambiente, informes de impacto sobre la demanda de energía para determinadas actuaciones y servicios, tales como planes de ordenación urbana y/o reformas urbanísticas, creación de infraestructuras de transporte o energéticas, implantación de procesos fabriles, etc, para que estas actuaciones estén diseñadas para la mínima demanda de energía?
La integración de las renovables también debería ser prioritaria en el ámbito de mejora de la demanda existente pero, lamentablemente, ni se contempla ni se apoya económicamente en el Plan de Acción 2014/2020.
Reestructurar el citado Plan de Acción con este objetivo no parece tarea difícil, siempre que se cuente con la voluntad positiva de la abuela desalmada y se corrija la presión de los intereses cortoplacistas de su entorno. Parece que algo se mueve con los llamados edificios de consumo casi nulo. Pero esto debe ser extensible racionalmente a cualquier actuación.
El sentido de la anticipación debe pilotar el necesario cambio de la cultura energética que conforma las políticas, y situarse en la demanda será el Ulises que finalmente nos libere a nuestra cándida Eficiencia.