En el Día Mundial del Ahorro Energético, desarrollado desde 2012 por el Foro Energético Mundial para promover el acceso universal a la energía, podríamos hablar de trucos y consejos para hacer un consumo correcto de la energía, o una guía de buenas prácticas al alcance de cualquier consumidor para que su factura de la luz sea un poco más barata. Pero los "días mundiales de" existen, además de para celebrar o rememorar, para hacer denuncia social y mostrar a la opinión pública temas, situaciones o datos que desconocen, o aquellos que no reciben el debate que merecen. Y es que, a pesar de que el mundo es cada vez más digitalizado, en multitud de ocasiones la población está cada vez más desconectada. Desconectada de otras realidades que parecen (o que desgraciadamente son) paralelas, tanto que están muy lejos de nuestro alcance para hacerlas o intentar hacerlas cambiar.
Y es que está claro que la pobreza en términos tan generales como crueles, y también la energética, es una situación en la que intentan sobrevivir cientos, miles y millones de personas en el mundo. Desde un país occidental y desarrollado como en el que vive la mayor parte del planeta resulta complicado girar la vista y ser conscientes del otro mundo. Pero hoy, en el Día Mundial del Ahorro Energético estas líneas quieren mostrar algunos datos que reflejan a lo que se enfrentan día a día hombres, mujeres y niños en diferentes puntos del planeta.
La meta está definida ya desde el año 2015 con los Objetivos del Desarrollo Sostenible, y en concreto con el objetivo número siete (ODS7): Energía asequible y no contaminante. Pero las cifras reflejan que el 2030 cada vez está más cerca, y el camino que queda por recorrer es más largo que el tiempo que le resta. Por ejemplo, la Agencia Internacial de la Energía, Irena, Naciones Unidad, El Banco Mundial y la OMS (Organización Mundial de la Salud) participan en la elaboración de un informe elaborado para conocer en detalle el progreso energético. Algunos datos son: en Sudán del Sur, en 2019, sólo un 7% tiene acceso a la energía, es decir, cerca de 20 millones de personas viven alejadas de ese ODS7. En Chad el porcentaje sube hasta el 8% con 14,6 millones de personas sin acceso a la electricidad. Tan sólo dos países suman casi 30 millones de personas sin luz, un recurso básico, necesario y fundamental para vivir o sobrevivir que no merece ser cuestionado ni debatido.
A pesar de que directamente no se pueda (o sea realmente complicado) combatir o cambiar la situación de estas personas o familias, sí que está al alcance de cualquier ciudadano, al menos, intentar crear un futuro más sostenible en el que tanto los países desarrollados como los menos desarrollados, y las próximas generaciones de ambos, puedan vivir y no tengan que intentar sobrevivir. Y aquí se podrían desglosar las buenas prácticas y los consejos útiles de ahorro, o volver a hablar de eficiencia, medio ambiente, cambio climático, sostenibilidad, futuro verde y limpio, y un largo etcétera que bien seguro está ya en el imaginario y el conocimiento de la opinión pública tanto o más como debería estar la situación que se ha señalado en las líneas que preceden.