El Diccionario Español de la Energía -obra de Red Eléctrica de España "informada favorablemente por la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y la Real Academia de Ingeniería (RAI)"- define eficiencia energética como "conjunto de programas y estrategias para reducir la energía que emplean determinados dispositivos y sistemas sin que se vea afectada la calidad de los servicios suministrados". El gobierno de la nación dijo no a la Directiva de Eficiencia Energética hace unos meses, cuando la directiva en cuestión fue sometida a votación en Bruselas. La votación arrojó un resultado positivo y la directiva tendrá que ser traspuesta al ordenamiento jurídico nacional, pero el gesto del Ejecutivo Rajoy dejó bien patente que la eficiencia no es una de las prioridades de la política energética de este gobierno.
Menos trabajo, más dinero
La eficiencia energética es, grosso modo, hacer más con menos, o sea, en términos coloquiales, aprovechar mejor los recursos para sacarles más partido. Y el gobierno está haciendo exactamente lo contrario. Lo reconoce la propia Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, que publicó hace unos días un informe sobre los costes del sistema eléctrico nacional en el que cataloga como uno de los "hechos más relevantes" el que, en el año 2013, se haya incrementado el coste de la distribución de electricidad (hasta alcanzar los 5.126 millones de euros, M€; por 5.003 en 2012) y haya crecido también el coste del transporte (1.597 M€; por 1.477 en 2012) a pesar de que, en 2013, el transportista (Red Eléctrica de España) y las distribuidoras (Unesa) transportaron y distribuyeron menos kilovatios que en 2012.
A la ruina
Es solo uno de los muchos ejemplos que ilustran la premisa de que el gobierno no parece particularmente preocupado por la eficiencia en general (ni por la energética en particular). Así, no es de extrañar que el Ejecutivo Rajoy haya cerrado sus dos primeros años de ejercicio con el peor déficit energético jamás registrado en España en un bienio, como publicáramos hace un par de semanas. Y es que, aunque todavía no se ha cerrado definitivamente el balance 2013, lo cierto es que todo apunta a que España va a acumular en estos dos años más de 80.000 M€ de "déficit energético", 80.000 M€ que han volado allende las fronteras en pos del gas, el carbón y el petróleo que no tenemos y que nos sirven para obtener electricidad, calor o transporte. En fin, una vía directa a la ruina económica de todo un país.
De puntillas
Porque los números que arrojan los dos primeros balances energéticos del PP son, sencillamente, desastrosos. Aproximadamente el 80% de la energía primaria que emplea España para funcionar llega de allende las fronteras. Nuestra dependencia energética está muy por encima de la dependencia energética de nuestros vecinos europeos (aproximadamente 25 puntos por encima), lo cual conlleva dos efectos: nos vemos obligados a expatriar volúmenes descomunales de recursos económicos (más de 45.000 M€ de déficit energético en 2012; más de 40.000 en 2013), y perdemos por eso competitividad (capital empleado en pagar la factura energética; capital perdido para la I+D, por ejemplo). Así las cosas, parece lógico que el gobierno prefiera pasar de puntillas por un día como este, el Día Mundial de la Eficiencia Energética.