Los resultados muestran, por una parte, "una menor eficiencia energética en las tierras de regadío en comparación con las de secano (independientemente del estilo de gestión)", y, por otra parte, "una mayor eficiencia energética no renovable del cultivo orgánico del olivar en comparación con la producción tradicional". En todo caso, señalan los autores, la gestión orgánica podría mejorar aún más la eficiencia energética "ajustando e interiorizando el flujo de nutrientes".
Los autores proponen lograr ese objetivo "mediante una menor tasa de importación de flujo energético con origen en otros ecosistemas". Así, apuestan por el uso de compost de alperujo y cubiertas vegetales temporales para "reducir de manera efectiva la importación de materia orgánica de otros ecosistemas agrícolas".
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