Los negocios hoteleros tienen una intensa actividad energética, ya que buena parte de su factura proviene del gasto asociado a climatización, que puede llegar a suponer alrededor del 30% del total del gasto en energía, según el ITH, lo que representa la segunda partida de gasto de estos establecimientos, por detrás de las nóminas de los empleados.
Para ahorrar en energía es imprescindible actuar sobre ‘la piel del edificio’; es decir, sobre su cubierta, fachadas y suelo, instalando un sistema de aislamiento que permita reducir las principales pérdidas térmicas a través de esa piel envolvente del edificio, que pueden representar hasta un 60% de las pérdidas totales por transmisión (incluyendo además las ventanas) e infiltraciones de aire.
Este derroche de energía es consecuencia de que la inmensa mayoría de hoteles no están acogidos al Código Técnico de Edificación (CTE) del año 2013, que marca las exigencias básicas de calidad que deben cumplir los edificios para potenciar el ahorro de energía y, además, cumplir los compromisos y obligaciones para con la Unión Europea en relación a los edificios de consumo casi nulo de energía en 2020. Además de estas consecuencias económicas, el desperdicio de la energía también pasa factura al medio ambiente, ya que la producción de energía y su uso es responsable de la mayoría de las emisiones causadas de CO2, además de otros contaminantes.
Clientes cada vez más exigentes
Danosa afirma que los clientes están cada vez más concienciados por estas cuestiones y buscan hoteles sostenibles, cuya actividad no suponga un grave perjuicio para el medio ambiente. De hecho, un 30% de las personas que viajan por motivos de negocios eligen hoteles respetuosos con el entorno.
Hay otros elementos valorados también cada vez más por los clientes, como la temperatura de una estancia o el nivel de ruido que soporta. Tanto es así, que un 30% de las reclamaciones registradas por los hoteles, según el portal Hotel.Info, tienen como principal causa el nivel de ruido.
A este respecto, según las estimaciones de la compañía, el 80% de los inmuebles españoles no cuenta con un aislamiento acústico adecuado, ya que hasta 2009 no tenían que incluir este criterio para su construcción. La compañía recuerda que el ruido, además de molesto, es perjudicial para la salud, pues las consecuencias de una elevada y continuada exposición a este tipo de contaminación puede derivar en irritabilidad, estrés, alteraciones del sueño y déficit de atención, mientras que en los casos más graves puede llegar a generar daños auditivos.
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