Por eso se tiene en cuenta la eficiencia energética desde un primer momento, desde ese preciso instante en el que a alguien le ronda en la cabeza la puesta en marcha de un proyecto para levantar un nuevo edificio o complejo. En la actualidad, los retos a los que se enfrenta el futuro de la construcción se encuentran íntimamente ligados al ahorro energético y a la sostenibilidad.
En concreto, el Real Decreto 235/2013 de 5 de abril recoge el procedimiento básico para la certificación de la eficiencia energética de edificios y se encarga de formalizar los requisitos mínimos establecidos en el Código Técnico de la Edificación (CTE), que encierra las normas que regulan la construcción de edificios en España desde el año 2006, y que recoge las exigencias que deben cumplir los inmuebles en relación con la seguridad, funcionalidad y habitabilidad, establecidos en la Ley de Ordenación de la Edificación (LOE) de 1999.
Consumo de energía casi nulo y renovables
En este sentido, todos los edificios que se construyan a partir del 31 de diciembre de 2020 tendrán un consumo de energía casi nulo, adelantándose esa fecha a dos años antes si la construcción es de titularidad pública. Este uso racional de los inmuebles, objetivo del CTE conocido como “Ahorro de energía”, permite reducir a límites sostenibles el consumo y además una parte del mismo deberá proceder de fuentes de renovables o limpias.
Asimismo, los inmuebles tienen que llevar un recubrimiento que adapte la demanda energética para lograr el bienestar térmico del edificio. Esto conlleva tener en cuenta factores como el clima del lugar; el uso de la finca; la estación del año; la radiaciones solares; el aislamiento de la construcción, etc… elementos en definitiva que disminuirán la aparición de humedades y facilitarán la comodidad higrotérmica de los usuarios.
En la iluminación se deben utilizar sistemas de regulación, ya que permiten aprovechar la luz natural y optimizan el uso en función de la ocupación de la zona.
La edificación sostenible contempla también unas condiciones básicas de “Seguridad Estructural”. De esta forma, la obra es fiable tanto en su ejecución como en el uso posterior y la estabilidad y resistencia son, así mismo, las óptimas para que no haya riesgos. Estos espacios cuentan con los recursos necesarios para que no se creen situaciones de peligro en caso de incendio, tanto en el exterior como en el interior, su estructura es segura y disponen de medidas adecuadas para la evacuación de los ocupantes sin contratiempos. El CTE contempla además otras condiciones básicas para que las personas no tropiecen, caigan o queden atrapadas.
Estos edificios poseen una gran protección frente a la humedad, un sistema adecuado de evacuación y gestión de residuos y una ventilación apropiada. El agua también está sujeta a parámetros sostenibles, e incorporan medios que permiten el control y el ahorro del caudal. Por último, estos recintos utilizan materiales que minimizan la transmisión de ruidos.
Pulmones verdes en el tejado de nuestras ciudades
Tal vez muchos no nos hayamos parado a pensar, sobre todo si no es nuestro caso, que podemos dar un paseo por nuestro jardín, llevar a nuestro hijo al parque sin salir de casa o, incluso, hacer deporte o pasear solamente subiendo un tramo de escaleras. Cuando se pone en marcha la construcción de un edificio, pocas veces se considera la zona de la cubierta como un lugar aprovechable más y, aunque suene a novedad, lo cierto es que convertir nuestros tejados y fachadas en zonas verdes es una técnica que se utiliza hace más de 30 años y que tuvo su origen en Alemania.
Muchas son las ventajas económicas y ecológicas que ofrecen, además de aportar beneficios a los habitantes y al medio ambiente en entornos metropolitanos. Estos “pulmones urbanos” mejoran la esperanza de vida y el balance energético de los edificios. La Asociación Española de Cubiertas Verdes y ajardinamientos verticales (Asescuve) se creó en 2012 para promover la creación y el uso de estas zonas.
Estos “jardines de altura” protegen del deterioro a las azoteas y funcionan como aislantes térmicos naturales, al no permitir que la cubierta supere los 35 grados en circunstancias de extremo calor, reduciendo como consecuencia el consumo energético. A la vez minimizan el efecto “isla de calor”, que ocurre sobre todo en las grandes ciudades por el elevado número de construcciones que dificultan la bajada de temperatura durante la noche. Las plantas además actúan como filtro y retienen las partículas tóxicas disminuyendo la contaminación atmosférica y acústica e incrementando la vida de impermeabilización, ya que lo protege contra las inclemencias del tiempo. Por otro lado, absorben gran parte del agua de lluvia, llegando en ocasiones hasta un 90%, devolviendo gran parte a la atmósfera y retrasando el retorno a la red de alcantarillado.
Esta técnica es una gran solución a la falta de espacio en las ciudades, pero para lograr un correcto funcionamiento de estos jardines, tienen que utilizarse materiales de primera calidad, hacer una gran planificación de las cargas estructurales del inmueble, la pendiente, el sustrato, los sistemas de riego, impermebilización, sistema de drenaje… además de realizar una instalación profesional y un constante mantenimiento.
Existen diferentes modalidades ecológicas. La conocida como cubierta intensiva es la más parecida a un parque o jardín. Puede llegar a convertirse en punto de encuentro o en un espacio de ocio y entretenimiento. En ellas cabe prácticamente de todo, puede haber iluminación; mobiliario urbano; atracciones infantiles; zonas deportivas o de recreo; caminos asfaltados y una vegetación muy compleja, con plantas que requieren de muchos cuidados y mantenimiento, de porte grande como los árboles. En esta variante es muy importante tener en cuenta la carga máxima que soporta la zona. Por el contrario, mucho más sencilla es la cubierta extensiva que suele emplearse como protector adicional. Es la forma más fácil de transformar una azotea en ecológica, con plantas tapizantes de muy bajo mantenimiento como el sedum, contenido bajo en nutrientes y con un espesor inferior a 14 cms.
Pero quizá la variante más popular es la creación de huertos urbanos en las azoteas. Al igual que las anteriores, hay que tener en cuenta la limitación de carga en la cubierta, pero la mayoría de terrazas son aptas como zonas útiles para instalar un huerto. El “Urban Farming” o “Huerto Urbano” es un sistema de cultivo que permite tener hortalizas en la terraza.