El aluminio ha sido un material con el que se ha experimentado durante décadas para el desarrollo de baterías comercialmente viables, pero ahora el equipo liderado por el catedrático de química Hongjie Dai ha logrado diseñar esta propuesta de alto rendimiento, carga rápida y más económica que las de ión-litio. El desafío era encontrar un material capaz de producir suficiente voltaje tras repetidos ciclos de carga y descarga.
La batería tiene dos electrodos: un ánodo y un cátodo -que se ha hecho con grafito- cargados, que se dispusieron junto a un electrolito líquido iónico. El resultado es una batería capaz de cargar un teléfono móvil en un minuto, que mantiene su capacidad durante 7.500 ciclos de carga (frente a los mil de una batería de ión-litio estándar) y que se puede doblar, con lo que tiene potencial para ser utilizada en dispositivos flexibles.
La batería recargable experimental genera unos dos voltios de electricidad, la mayor hasta la fecha para una de aluminio, pero los investigadores trabajan para alcanzar el voltaje de una de litio, que es del doble. "Mejorando el material del cátodo podría aumentarse el voltaje y la densidad de la energía", ha indicado en la web de Stanford el científico Dai.
Los investigadores destacan su bajo coste, baja inflamabilidad -no se inflama ni cuando es perforada, frente a las de litio, que pueden salir ardiendo- y su alta capacidad para contener mucha carga.