Pilar Bernal, del departamento de Conservación de Suelos y Agua y Manejo de Residuos Orgánicos del CEBAS-CSIC –uno de los centros que participan en el proyecto–, explica que “la acumulación de pollinaza y pavinaza (excrementos de aves) constituye un foco de contaminación ambiental, ya que genera emisiones de gases de efecto invernadero y contribuye a la eutrofización (enriquecimiento excesivo de nutrientes) de las aguas por su alto contenido en nitrógeno y fósforo”.
La investigadora detalla que, actualmente, la forma más frecuente para tratar estos residuos consiste en su aplicación a suelo agrícola. “Pero a veces no es factible al no tener suelo agrícola adecuado ni suficiente en los alrededores de la granja para utilizar el estiércol de forma adecuada. Además, la sobre-aplicación de estiércol puede causar problemas medioambientales (emisiones de amoniaco, malos olores), riesgo de lixiviación de nitrato a aguas subterráneas, contaminación de aguas superficiales por escorrentía y riesgos para las condiciones del suelo por acumulación de sales, nitrógeno y fósforo, pudiendo constituir un foco de dispersión de microorganismos patógenos”.
La estrategia de Simbav será diferente. Primero se valorizarán las deyecciones generadas en explotaciones avícolas y residuos agrícolas, como restos de poda de vid, para su aprovechamiento energético como biocombustibles y biofertilizantes, que permita la recuperación de nutrientes mediante su aplicación en cultivos.
El proyecto pretende, asimismo, un mayor control de los procesos productivos a través de su digitalización, con el objetivo de mejorar las condiciones de bienestar animal al conseguir condiciones idóneas de temperatura y humedad en las instalaciones, así como consumos ligados a dichas condiciones para implantar un sistema de gestión inteligente que facilite la toma de decisiones en las explotaciones avícolas.
Por último, se llevarán a cabo acciones de economía circular para reducir el impacto medioambiental asociado a la producción mediante la disminución de demanda de recursos vinculados al consumo de energía y agua.
Los participantes en el proyecto estiman que se recuperará, al menos, el 50% de la energía térmica de los biocombustibles con la optimización del sistema de combustión para su uso en el sector avícola, además de una reducción de entre un 20% y un 50% en el consumo de agua de red de la explotación. También se prevé una disminución del 60% en el consumo de fertilizantes inorgánicos gracias a la utilización de las cenizas generadas en el proceso de combustión y al desarrollo de un fertilizante líquido con base en las cenizas.
El resto de socios del proyecto son el Centro Tecnológico EnergyLab, las empresas Demaux Manufacture, Granja José Antonio García, Avícola El Charcón y Bodega Hermanos del Villar (Oro de Castilla) y la Asociación Castellano-Leonesa de Empresas de Avicultura (Asolea). Además, cuenta con la colaboración de la Universidade de Vigo a través del Grupo de investigación en Tecnología Energética-GTE.