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La pobreza energética se ceba en los hogares con personas desempleadas

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Un estudio de la Cátedra de Sostenibilidad Energética del Institut d’Economia de Barcelona-Universidad de Barcelona, en el que se analiza la pobreza energética desde la renta disponible de los colectivos vulnerables, concluye que uno de cada cinco hogares españoles que sufren esta situación tiene personas desempleadas. Las medidas para paliar el problema deben abordarse con políticas sociales, que permitan incrementar los ingresos de las familias, y con políticas de eficiencia energética, para promover la reducción del gasto, aseguran sus autores.
La pobreza energética se ceba en los hogares con personas desempleadas

Un 22,1% de los hogares españoles en situación de pobreza energética cuentan con personas desempleadas, frente al 7,1% de los hogares que no se encuentran en estas circunstancias. Este es uno de los principales datos que arroja el estudio ‘La pobreza energética en España: Aproximación desde una perspectiva de ingresos’, elaborado por la Cátedra de Sostenibilidad Energética del IEB-Universidad de Barcelona entre los años 2011 y 2017. El estudio ha sido publicado por la Fundación Naturgy y presentado hoy.


Según la investigación, dirigida por la catedrática María Teresa Costa-Campi, de la Universidad de Barcelona, y elaborado por las investigadoras Elisenda Jové-Llopis y Elisa Trujillo-Baute, la probabilidad de que un hogar se encuentre en situación de pobreza energética aumenta un 9,3% cuando el sustentador principal está desempleado.



Un problema en ligero descenso
El estudio pone de relieve que un 8,3% de media de los hogares españoles se encuentra en situación de pobreza energética. Esta tasa media alcanzó un pico máximo del 9% en 2013 y, a partir de entonces, descendió paulatinamente hasta el valor mínimo de 2017, un 7,4%. Esto significa que, aproximadamente en cuatro años, 67.500 hogares españoles dejaron de estar en situación de pobreza energética.


La investigación plantea una aproximación a la pobreza energética desde la vertiente de los ingresos de los hogares, en base al análisis económico de la relación entre la pobreza energética, el consumo energético y los elementos vinculados a la renta de las familias. En este sentido, concluyen que se trata de un problema complejo, que debe resolverse desde diferentes perspectivas.


El estudio sostiene que la pobreza energética tiene un punto de partida común: la insuficiencia de los ingresos familiares para hacer frente a los gastos, que en el caso de la energía permitan mantener una temperatura adecuada en el hogar y tener unas condiciones de vida dignas.

Más pobreza en hogares monoparntales sustentados por mujeres
El perfil de los hogares españoles en situación de pobreza energética es el siguiente: están ubicados en áreas rurales o con menor densidad de población; viven en régimen de alquiler; en edificios de 25 años o más, y en zonas con condiciones meteorológicas extremas de calor o frío; y son hogares unipersonales o monoparentales, sustentados en buena parte por mujeres. 


Asimismo, la condición de desempleo del sustentador principal es el principal determinante de la pobreza energética. Además, los hogares en situación de pobreza energética suelen tener bajos porcentajes de familias que han terminado los estudios de educación superior. 


Estos son los datos más relevantes que arroja el estudio:
• Las áreas rurales o con menor densidad de población registran un mayor número de hogares en situación de pobreza energética (24%), en comparación con los hogares que no se encuentran en esta situación (13%). Además, las viviendas ubicadas en áreas rurales, con mayor proporción de viviendas grandes u hogares unipersonales, muestran una clara correlación con la tasa de pobreza energética.


• Más de dos terceras partes de los hogares vulnerables energéticamente residen en viviendas de 25 años o más. El estudio recuerda que el 50% del parque inmobiliario español fue construido antes de la década de los 80, cuando la eficiencia energética de la vivienda no estaba contemplada en las normativas de construcción de edificios.

• Un 4,9% de los hogares en situación de pobreza energética está formado por un único progenitor y un 38,1% son hogares unipersonales. Los hogares formados por una persona sola muestran, pues, una mayor probabilidad (6%) de ser pobres energéticos. Los hogares con un único progenitor con menores a cargo tienen un 7,2% más posibilidades de ser pobres energéticos; además, estos hogares están principalmente encabezados por una mujer.


• En general, los hogares en situación de pobreza energética suelen tener bajos porcentajes de personas que han terminado los estudios de educación superior, en comparación con los hogares que no se encuentran en esta problemática energética (13,8% frente al 36% respectivamente).


• La tenencia en régimen de alquiler es el fenómeno más extendido entre las familias identificadas como pobres energéticas (18,8%) frente al resto de la población (16,5%).

La climatología del lugar de residencia también condiciona
Otro de los aspectos que tiene en cuenta el informe es la comunidad autónoma, ya que la climatología y el perfil de los hogares de cada una de ellas es determinante a la hora de analizar la pobreza energética. En este sentido, aunque la tasa media nacional de pobreza energética para el periodo 2011-2017 fue de 8,3%, la mayor tasa la registró Castilla-La Mancha, que con un 17,4% duplicó la media nacional. Por el contrario, Ceuta (3,3%), Melilla (4,7%) y Canarias (4,9%) fueron las comunidades con las tasas más bajas.

Por encima de la media nacional y con tasas superiores al 10%, se sitúan las comunidades ubicadas alrededor de la Comunidad de Madrid, es decir, Castilla-La Mancha (17,4%) y Castilla y León (12,8%). A continuación, se sitúan Extremadura (12,2%) y La Rioja (10,8%).

Existen regiones con niveles de ingreso y de gasto de energía dispares. Por ejemplo, mientras que el gasto energético en el País Vasco y Extremadura es casi idéntico para el promedio del periodo analizado, el ingreso promedio anual por hogar es cerca de 10.000 euros superior en el País Vasco, lo que explica una menor incidencia de la pobreza energética en esta última región. Navarra, Castilla y León, Aragón y La Rioja encabezan las primeras posiciones en cuanto a gasto energético, con un importe anual promedio por hogar considerablemente superior a la media española (1.099€).


Aquellas comunidades autónomas con elevadas tasas de desempleo o menores porcentajes de individuos con estudios superiores son más propensas a tener una tasa de pobreza energética más elevada.


Recomendaciones
En la Comunicación de la Unión de Energía de 2015, la Comisión Europea declaró que la pobreza energética debería atajarse, preferentemente, a través del sistema general de protección social, y que los mecanismos para proteger a los consumidores vulnerables deberían elaborarse en el marco del sistema de bienestar general. En esta línea se orientan las principales recomendaciones del estudio, que señala el sistema general de protección social como principal eje para paliar la vulnerabilidad energética.

El equipo de la Cátedra de Sostenibilidad Energética de la Universidad de Barcelona destaca, entre otras, las siguientes medidas, desde la óptica de la renta, que podrían contribuir a reducir los niveles de pobreza energética:

• En el ámbito laboral, armonizar las cuantías mínimas de ayudas suficientemente elevadas en todas las regiones, e implantar políticas activas para la creación de empleo o ayudas a empresas para que incorporen a desempleados.

• A nivel de educación, adoptar medidas para evitar el abandono escolar temprano, o proporcionar a los consumidores herramientas como la comprensión de la factura energética e información sobre sus derechos para acceder a ayudas como el bono social.

• En relación a los hogares monoparentales, ofrecer incentivos fiscales, como la posibilidad de deducir el gasto de la cuidadora en la declaración anual del IRPF o la aplicación del IVA reducido para las agencias de colocación debidamente autorizadas.

• Sobre los hogares unipersonales, considerar la edad, el género y las diferencias regionales en el diseño de políticas orientadas a reducir la pobreza energética, o introducir medidas novedosas como incentivos para la unión de hogares de personas mayores, compartiendo una vivienda o entre personas mayores y jóvenes, a fin compartir los gastos.

Asimismo, el estudio considera conveniente la homogeneización de la fuente de financiación de las actuales prestaciones del bono social eléctrico y el térmico. Además de actuaciones desde la óptica de la renta, el estudio también destaca la necesidad de adoptar medidas que actúen sobre el gasto de los hogares, principalmente focalizadas en la mejora de la eficiencia energética.

Según las investigadoras, “las reformas estructurales son el objetivo deseado, pero su aplicación es costosa. Por ello, son recomendables alternativas de bajo coste y rápida aplicación, como las promovidas por el estudio “Rehabilitación exprés para hogares vulnerables (soluciones de bajo coste)”, de la Fundación Naturgy”. Además, estas medidas están en línea con las recomendaciones de la Estrategia contra la Pobreza Energética aprobada por el Gobierno.


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