eduardo collado

La marea de los curriculums inflados y las energías renovables

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Cuando no existía el actual plan Bolonia tener un máster era tener unos estudios de postgrado que daban un halo de conocimiento. Máxime si ese máster se realizaba en alguna de las universidades o entidades del ámbito universitario de prestigio reconocido. En aquellos tiempos tener un MBA en alguna de las tres o cuatro entidades de prestigio, podía servir para que las empresas dieran un valor añadido a los posibles candidatos, por el simple hecho de haberlo realizado, mientras que si la entidad que lo impartía no era conocida, prácticamente no servía de nada de cara a ese reconocimiento.

Aunque tengo claro, que el mejor reconocimiento que puede esperar una persona en su trabajo es que su labor sea reconocida a nivel de empresa y a nivel de los propios compañeros (de la empresa o del sector en el que se mueve), creo que el hecho de haber realizado unos estudios específicos hace que esté más claro que se dispone del conocimiento inicial que se quiere para el desarrollo de un trabajo.

Es evidente que estoy hablando de este tema, a raíz de la problemática surgida con el máster de una conocida política, y de las noticias de los curriculums inflados de otros (de cualquier partido político o ámbito específico), debido a la falta de celo de los responsables que tienen que comprobar que la información es correcta. Realmente es una vergüenza que algunas personas puedan llegar a falsear esa información, o que se pervierta la función escrupulosa que se debe de realizar desde las universidades, por personal externo con poder o, incluso, por personal interno. Por lo tanto creo que la penalización por este tipo de prácticas debe de ser muy dura.

En el caso de los másteres en energías renovables, este problema no es ajeno, ya que su proliferación (oficiales, no oficiales, presenciales, on-line, de universidades públicas o privadas, o de entidades variadas) hace que exista en algunos casos una más que dudosa utilidad. Y puede pensarse que pesa más el ánimo de facturar.

Conozco muchos de ellos, ya que participo en algunos y, en su mayoría, el nivel de exigencia es alto y el objetivo final se cumple de sobra. Pero en otros el ya citado nivel de exigencia deja mucho que desear y el Gobierno, a través de su Ministerio de Educación, debería poder actuar, estableciendo lo que en otros ámbitos se llamaría coloquialmente como “denominación de origen”. No me parece bien que se tenga clara la denominación de un jamón, para que todos sepamos qué tipo de jamón estamos comprando. Y que al hablar de cuestiones educativas (fundamentales para el desarrollo humano) me puedan dar gato por liebre.

El tema de los curriculums no es nuevo, y a poco que indaguemos podríamos ver cómo se miente. Tan solo con ver lo que se recibe en determinados portales, en los que nos piden añadirnos a su red mostrándonos su currículo. Ahí he visto de todo y en ocasiones con gente muy conocida.

Por lo tanto, el que quiera hacer un Máster en Energías Renovables, que no se desanime. Preguntando en el sector puede saber cuáles son los mejores, analizando los profesores del claustro y la experiencia real de cada uno de ellos. Pero ojo que en algunos másteres se ha llegado incluso a usurpar hasta el nombre de profesores que no participan realmente. Doy fe. Pero que tampoco se elija el máster por que le digan que las exigencias son mínimas y que se aprueba “con la gorra”. Al final no le servirá para nada. Recordar el antiguo dicho de que “la letra con sangre entra”, en la que se reflejaba la creencia de que la mano dura es la mejor forma de hacer aprender las cosas a los demás. En cuanto a las empresas, es bueno comprobar fidedignamente el curriculum de las personas que van a contratar, para evitar sorpresas desagradables.

Espero que al final se restaure la credibilidad y el prestigio de las universidades y de sus titulados. Y se las diferencien de las pseudo–instituciones que, buscando su propio interés, pervierten la formación de buenos profesionales.

Tags: Renovables
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