Un empresa en 2017, Biopar, y un investigador de la Universidad Rey Juan Carlos, Juan Antonio Melero, en 2015, dieron a conocer sendos estudios en los que aseguraban que los pélets fabricados con posos de café, debidamente deshidratados, tienen un poder calorífico entre un veinte y un sesenta por ciento mayor que los de madera.
Nestlé debió tomar nota de estos y otros estudios, porque ahora explica que “por su elevado poder calorífico es un biocombustible adecuado para la generación de energía en forma de vapor”. Con esta premisa, invertirá 17,2 millones de euros en la fabricación de una caldera que utilice el poso resultante de la elaboración de café instantáneo para la obtención de dicho vapor dentro de su propia fábrica en Girona.
Según la nota de prensa, la fábrica produce al año unas 45.000 toneladas de posos de café y se prevé que el ochenta por ciento se utilice para la producción de energía. Hay que tener en cuenta que este subproducto también se puede utilizar como abono, para obtener carbón activo que absorba gases, aditivo alimenticio (son un potente antioxidante) y para fabricar otros biocombustibles, tanto sólidos como líquidos y gaseosos.
Reducción en un veinticinco por ciento del consumo de gas
Nestlé calcula que la caldera entrará en funcionamiento en el mes de junio de 2020 y “generará 125.000 toneladas de vapor al año, lo que supondrá reducir en un veinticinco por ciento el consumo de gas natural en la fábrica”.
Por último, la multinacional suiza afirma que esta apuesta “complementará otros procesos de generación de energía eficiente ya existentes en la fábrica de Nestlé en Girona, como es la cogeneración con turbinas de gas con la que se produce electricidad y, posteriormente, vapor gracias a una caldera de recuperación que aprovecha la energía térmica contenida en los gases calientes”.
Nestlé prevé que “a partir de 2020, el setenta por ciento de la energía que se produzca en esta factoría será totalmente eficiente”, aunque uno de los productos que fábrica en Girona, las cápsulas monodósis de café, sigue recibiendo continuas críticas por el derroche de recursos que supone su producción (seis gramos de café en tres gramos de recipiente) y por lo complicado de su reciclado. A no ser que sean biodegradables.