Como en anteriores ediciones, llama la atención que en el amplio apartado dedicado por Bioenergy Europe a las redes de calor en su informe sobre la biomasa térmica en la Unión Europea (UE) no aparezca España. De los veintiocho países que componían la UE en 2018, año analizado, solo faltan datos de Irlanda, Malta y nuestro país, cuando en este último caso hay dos entidades, la Asociación de Empresas de Redes de Calor y Frío (Adhac) y la Asociación Española de la Biomasa (Avebiom), que sí tienen datos de ese año.
Constatada esta ausencia, Bioenergy Europe, con datos de la Oficina Europea de Estadística (Eurostat), confirma algo que también ocurre en España: las redes de climatización con gas se encaraman al primer lugar en producción. A pesar de que todavía hay países en Europa, sobre todo Polonia, que se calientan con carbón, las 12.689 kilo toneladas equivalentes de petroléo (ktep) de los combustibles sólidos fósiles se quedan lejos de las 21.157 ktep de otro combustible fósil: el gas.
En el apartado de las renovables, la biomasa, sumadas la sólida, biocombustibles líquidos, biogás y la fracción orgánica de los residuos municipales llegan a las 14.807 ktep. Con cantidades testimoniales se quedan la geotérmica (277 ktep), la solar térmica (54) y la aerotermia (309), hasta alcanzar las 15.477 ktep renovables.
Con respecto a 2017 (15.271 ktep de producción bruta total), bajaron ligeramente su aportación la biomasa sólida (de 10.952 a 10.944 ktep) y los residuos municipales (de 2.905 a 2.874), mientras que los biocombustibles líquidos (de 100 a 129) y el biogás (de 734 a 860) crecieron.
Crecen las redes con biomasa, pero más las de gas
Aunque en España, como constatan los trabajos de Adhac y Avebiom, son más en número (que no en potencia instalada y producción) las redes de calor con biomasa, Bioenergy Europe destaca que en la UE “la mayoría todavía dependen de combustibles fósiles”. Confirma también que “en las últimas décadas, el uso de combustibles fósiles sólidos, así como de petróleo y productos derivados de él, ha disminuido, mientras que para el gas se ha mantenido muy estable”.
A partir del dato de que en 2018 las energías renovables representaron solo el veintisiete por ciento de la energía utilizada para la producción de calor a través de redes, Bioenergy Europe recuerda que las de biomasa se han multiplicado por más de tres desde 2000 y enlaza con un mensaje político que se extiende a toda la bionergía térmica: “esta tendencia tiene el potencial de cambiar en el futuro porque la refundición de la directiva de energías renovables incentiva el uso de soluciones de calefacción urbana eficientes y renovables”.
En siete países gana la biomasa al gas
Según Bioenergy Europe, esta directiva “otorga a los consumidores el derecho a desconectarse de las soluciones ineficientes de calefacción urbana para permitir la producción de su propio calor renovable. No solo incentiva a los consumidores individuales a producir su propio calor renovable, sino que también empuja a los proveedores de redes de calor a cambiar a combustibles renovables para evitar que los consumidores se desconecten”.
Aun con la ausencia de España, queda hacer un repaso por países. Aquí destacan en positivo Austria, Dinamarca, Estonia, Finlandia, Lituania, Luxemburgo y Suecia, todos con la biomasa como principal productora de calor y frío a través de redes de climatización, por encima incluso del gas. El principal productor es Suecia (3.108 ktep), seguido de Alemania (1.795) y Dinamarca (1.787).
España en el furgón trasero de las renovables térmicas
Estas cifras sirven para enlazar con una de la conclusiones generales del informe: “la cuota global de calor renovable de la UE demuestra fuertes disparidades entre los Estados miembros. Países como Estonia, Finlandia, Letonia y Suecia ya han alcanzado cuotas muy altas de calor renovable (cerca o más del cincuenta por ciento) gracias a la bioenergía y otros países se están quedando atrás”.
Entre los que se quedan atrás está España, que incluso este año ha bajado un puesto en producción (del sexto al séptimo), con la duda de si en la cuantificación de esa producción total se incluye la procedente de las redes de calor. En total hay seis países con cuotas de calor renovable por debajo del diez por ciento y casi la mitad están por debajo del veinte por ciento. España aparece con el 17,5 por ciento en el vigésimo puesto.
Cambiar a calderas y estufas modernas para contaminar menos
Bioenergy Europe considera que “se deben emprender medidas concretas y coherentes para extender con urgencia la calefacción renovable”. Son las demandas en las que insiste en cada informe de este tipo, que incluyen una directiva más ambiciosa en calefacción y refrigeración renovables, eliminar los subsidios a los combustibles fósiles y la renovación de los antiguos equipos de combustión de biomasa.
Sobre esto último, añade que “los equipos modernos usan menos combustible a cambio de la misma producción de calor y tienen un impacto positivo en la calidad del aire si se combina con el uso de biocombustibles certificados de alta calidad”. Y pone un ejemplo: “la cantidad de partículas finas emitidas por una vieja chimenea es equivalente a las emisiones de aproximadamente 278 equipos modernos, como las estufas de pélets”.