Jean-Marc Jossart, secretario general de Bioenergy Europe, lo dice en la presentación del Statistical Report 2018 de su organización: “ahora somos relativamente menos dependientes de terceros países para nuestro suministro de energía: en Europa; la producción de biomasa autóctona superó a la producción de gas fósil en 2014 y, más recientemente, al carbón en 2016”.
En 2016, porque las cifras que aporta el nuevo informe se refieren a este año, donde la producción de energía primaria con biocombustibles de todo tipo (líquidos, sólidos, de gas y de residuos orgánicos urbanos) de la UE28 ascendió a 134 millones de toneladas equivalentes de petróleo (tep). La gran mayoría proceden de la biomasa sólida (94 millones) y se destinan principalmente a la generación de energía térmica.
Dentro de estos datos globales, España es el octavo país de la UE28 en producción de energía primaria con bioenergía, con siete millones de tep. El primer lugar, destacado, lo ocupa Alemania, con 26 millones de tep, seguida de Francia (15.804), Italia (10.980), Suecia (10.689) y Finlandia (8.891).
La producción de bioenergía sigue subiendo, pero menos
Aunque Jossart destaca igualmente que un año más el sector vuelve a crecer tanto en general como por subsectores, y afirma que “cada año arañamos un uno por ciento al mercado energético”, lo cierto es que, excepto en el caso de los biocarburantes, la subida ha sido menor que en 2015.
El porcentaje general de crecimiento fue del 4,21 en 2015 y bajó al 2,71 en 2016, llamando especialmente la atención el caso de la biomasa sólida: del 5,28 a menos de la mitad en 2016 (2,49). Los biocarburantes, por su parte, que bajaron un 3,03 por ciento en 2015, subieron un 1,47 en 2016, confirmando las tendencias.
Baja la dependencia exterior de los biocombustibles
Otros de los datos que se destacan en el informe de Bioenergy Europe es que “si bien la UE depende cada vez más de las importaciones de combustibles fósiles, la dependencia de la biomasa importada es solo del 4,1 por ciento”. Aquí sí se ha mejorado el dato de 2015, que fue del 4,4 por ciento.
No obstante, este porcentaje queda un poco en el aire cuando en las tablas de importación/exportación por países y tipo de biocombustible, Alemania, España y Francia aparecen a cero en lo referido a la biomasa sólida y solo con datos de biocarburantes, cuando importan y exportan pélets para uso doméstico e industrial.
En este apartado Malta, cien por cien dependiente de la biomasa exterior, y Chipre (61,6 por ciento) lideran la faceta importadora, y los países bálticos, grandes productores de pélets, encabezan la de los países netamente exportadores, como es el caso de Letonia (-58,7 por ciento) y Estonia (-54,3). Resaltan también los altos porcentajes importadores de Dinamarca (39,7) y Reino Unido (27,1), motivado por la importación de pélets desde Norteamérica para grandes plantas de generación de electricidad.
España aparece también, como los países bálticos con un balance neto exportador (-5,7 por ciento) porque, aunque como ya se ha dicho, no refleje cifras sobre biocombustibles sólidos, lleva dos años exportando gran parte de la producción de biocarburantes fuera de sus fronteras.
La bioenergía sigue liderando las renovables
Otra conclusión que se repite: la bioenergía en su conjunto es la principal fuente de energía renovable consumida en la UE, ya que representa el 63.83 por ciento del consumo de este tipo de fuentes. Y auguran en el informe que “a pesar del rápido crecimiento de otros recursos renovables, como el viento y la energía fotovoltaica, se espera que la bioenergía siga siendo la principal fuente en las próximas décadas”.
Del total del consumo final de bioenergía, tres cuartas partes se destinan a la producción de calor. En el informe subrayan que “principalmente va a aplicaciones residenciales e industriales, lo que demuestra que el consumo de bioenergía está descentralizado, pero no se refleja en el debate público, que tiende a centrarse en la biomasa importada utilizada en centrales eléctricas”.
Con la expectativa de llegar a 139 millones de tep consumidos en 2020
Pero el consumo no crece al ritmo previsto. Según las proyecciones de los planes presentados a Bruselas por los Estados miembros, debería llegar a los 139 millones de tep en 2020. Sin embargo, en 2016 se quedó en 116 millones, con un crecimiento del 3,29 por ciento con respecto a 2015, mucho menor que el del año anterior (6,53) y por debajo de la tasa de crecimiento anual media registrada entre 2000 y 2015 (4,83).
Desde Bioenergy Europe confían en que el nuevo marco regulatorio asociado a los objetivos de renovables de la UE y a la nueva directiva no frenen aún más las perspectivas de crecimiento del sector, sobre todo porque ya dan por seguro que los Estados miembros estarán un 30 por ciento por debajo de sus objetivos para 2020 con los biocarburantes.