“Todas las vías evaluadas que limitan el calentamiento a 1,5 ºC o muy por debajo de 2 °C requieren una mitigación basada en la tierra y en el cambio de uso de la tierra, y la mayoría incluye diferentes combinaciones de reforestación, forestación, reducción de la deforestación y bioenergía”. Así expone el informe del IPCC su estudio de las opciones que tienen a la tierra como protagonista, al considerarla esencial en la retención de un carbono básico para luchar contra el cambio climático.
Para el IPCC, “la tierra ya se encuentra sujeta a una presión creciente por parte del ser humano, que el cambio climático acentúa”. Por eso opina que, con independencia de lo que se debe exigir a otros sectores, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en aquellos que afectan a la tierra y la alimentación será “el único modo de mantener el calentamiento global muy por debajo de 2 °C”.
Se considera inevitable mantener la productividad de la tierra “a fin de velar por la seguridad alimentaria en un contexto de incremento demográfico y de aumento de los efectos negativos del cambio climático en el crecimiento de la vegetación”. Entiende también que la contribución de la tierra a la lucha contra el cambio climático, por ejemplo con cultivos energéticos y la forestaciones, no es infinita. “Y no puede olvidarse que se necesita tiempo para que árboles y suelo capturen el carbono con eficacia”, apostillan.
Gestión de la bioenergía “extremadamente cuidadosa”
En concreto en el caso de la bioenergía resalta que “la gestión de las debe ser extremadamente cuidadosa con miras a evitar riesgos para la seguridad alimentaria y la biodiversidad y problemas de degradación de la tierra. La consecución de resultados convenientes dependerá de la instauración de políticas y de sistemas de gobernanza que sean adecuados a nivel local”.
Hans-Otto Pörtner, copresidente del Grupo de Trabajo II (Impactos, Adaptación y Vulnerabilidad) del IPCC añade que “la tierra que ya se está cultivando podría alimentar a la población en un contexto de cambio climático y ser una fuente de biomasa que proporcione energía renovable, pero se deben adoptar iniciativas tempranas de gran alcance que incidan simultáneamente en diversos ámbitos. Ello también permitiría velar por la conservación y restauración de los ecosistemas y la biodiversidad".
Bioenergía con protección de los bosques y ecosistemas naturales
En el informe, aparte de proponer una bioenergía alejada de la que ahora contribuye a la deforestación por una tala y recolección descontroladas, se habla de desarrollar otras medidas orientadas hacia una alimentación que reconsidere el actual consumo de carne, un crecimiento demográfico reducido, una disminución de las desigualdades, una mejor nutrición y un menor desperdicio de alimentos.
“De ese modo se lograría un sistema alimentario más resiliente y se multiplicaría la cantidad de tierra disponible para el cultivo de variedades destinadas a la generación de bioenergía, pero sin renunciar a la protección de los bosques y los ecosistemas naturales” asegura el informe.
Sin embargo, en El cambio climático y la tierra se advierte que “si no se adoptan medidas tempranas en esos ámbitos, se requerirá más tierra para la producción de bioenergía, y ello llevará a la adopción de decisiones difíciles sobre el futuro uso de la tierra y la seguridad alimentaria del mañana”.
Residuos orgánicos para la bioenergía, pero sin degradar los suelos
Dentro de las reacciones que tuvo el informe, David Howell, responsable de Clima y Energía de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife), considera urgente adoptar las recomendaciones del IPCC: “cambios de calado para reducir las emisiones asociadas a la agricultura y ganadería intensivas, y a la producción, comercialización y consumo de alimentos; y apostar por las formas de bioenergía compatibles con la conservación de la biodiversidad, reducción de emisiones y producción de alimentos”.
El propio informe asume que algunas rutas propuestas con grandes niveles de conversión de la tierra “pueden implicar efectos secundarios adversos que afectan la escasez de agua, la biodiversidad, la degradación de la tierra, la desertificación y la seguridad alimentaria si no se manejan de manera adecuada y cuidadosa”.
Por otro lado, aseguran que con la implementación de las mejores prácticas a escalas apropiadas “se pueden tener beneficios colaterales, como un mejor manejo de la salinidad de las tierras secas, mayor control biológico, biodiversidad y secuestro de carbono por parte del suelo”.
Advierten finalmente que “el uso de residuos y desechos orgánicos como materia prima para producir bioenergía puede mitigar las presiones sobre el cambio de uso de la tierra asociadas con el despliegue de cultivos energéticos, pero los residuos son limitados y su eliminación en zonas que de otro modo se dejarían en la tierra podría conducir a la degradación del suelo”.
Informe trascendental de cara a las próximas reuniones internacionales
El IPCC considera que este informe será una contribución científica fundamental en las próximas negociaciones sobre clima y medio ambiente, como el 14ª Conferencia de las Partes en la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, que se celebrará en Nueva Delhi (India) en septiembre, y la 25ª Conferencia de las Partes en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que tendrá lugar en Santiago (Chile) en diciembre.
Hoesung Lee, presidente del IPCC, asegura que “los gobiernos nos encomendaron el reto de realizar el primer análisis exhaustivo del sistema tierra-clima, que hemos podido cumplir gracias a las numerosas aportaciones de expertos y gobiernos de todo el mundo. Por primera vez desde que el IPCC empezara a publicar informes, la mayoría de los autores (53 por ciento) proceden de países en desarrollo".