La semana pasada, Drax Biomass anunció la aprobación definitiva de la compra de la planta de pellets de German Pellets en Urania, un pueblo del estado de Luisiana. La compañía inglesa afirma que adquirió “todos los activos de Louisiana Pellets por 35,4 millones de dólares (32,4 millones de euros)”, lo que “proporcionará una capacidad adicional de pélets de biomasa en la región de 450.000 toneladas por año”.
Las tres unidades convertidas a biomasa (1.800 megavatios en total) de su central de carbón ubicada en North Yorkshire, consumen cada año 2,3 millones de toneladas de biocombustibles sólidos. De ahí que Drax asegure que la adquisición supone un paso importante en la estrategia para construir una cadena de suministro flexible capaz de auto-abastecer el 30 por ciento de su capacidad de generación.
Drax, dispuesta a comprar más plantas en “dificultades financieras”
Cuando se conoció que Drax Biomass sería la adjudicataria de la planta de Luisiana, anunció su intención de “conseguir la adquisición de activos de fabricación de pélets con dificultades financieras” para alcanzar los objetivos de autoabastecimiento.
Recordó entonces la multinacional que actualmente cuenta con dos plantas de fabricación en Estados Unidos (Bastrop, en Luisiana, y Gloster, en Mississippi) y una instalación de almacenamiento y logística en Port Allen, también en Luisiana. En la actualidad, Estados Unidos es el mayor productor mundial de pélets, con cifras que superan los veinte millones de toneladas anuales.
De querer ser líder mundial a la nada
La planta de Urania proviene claramente de uno de esos “activos con dificultades financieras”. Se trata de las inversiones de German Pellets, gigante de la producción europea y que ambicionaba el liderato mundial. En sus mejores momentos, sus diecinueve plantas repartidas entre Alemania, Austria y Estados Unidos llegaron a producir 2,2 millones de toneladas de pélets anuales.
El modelo de negocio de German Pellets estaba basado en una expansión constante con aportaciones de miles de inversores que confiaban en los planes de la compañía, incluida la megaplanta de Urania, presentada como capaz de producir un millón de toneladas anuales.
Expansión incontrolada y especulación financiera
Desde hace más de un año esta multinacional del pélet entró en concurso de acreedores, y aunque se achacó en muchos medios, y por la propia empresa, a la bajada del precio del petróleo y a los inviernos menos fríos en Europa, lo cierto es que estuvo sometida al vaivén continuo de la especulación financiera, como se puede apreciar en foros abiertos al efecto.
La prensa económica alemana ha puesto de manifiesto en varias ocasiones la poca fiabilidad de quien llevó a la quiebra a German Pellets, su director general, Peter Leibold. A su vez, los medios de comunicación de Estados Unidos recogieron en los últimos días uno de los últimos episodios lamentables asociados a sus plantas, la combustión de uno de los silos de la planta de Porth Arthur, en Texas.