El Plan de Calidad del Aire y Cambio Climático del Ayuntamiento de Madrid, en el que se enmarca la medida más famosa conocida como Madrid Central, además de posicionamientos científicos o informes de organizaciones como la Fundación Renovables han demostrado su recelos cuando no rechazos a la puesta por la biomasa térmica, en especial en las ciudades. Castilla y León, sin embargo, sigue siendo una de las comunidades autónomas donde encuentra amparo.
Lo ha vuelto a demostrar con la publicación del borrador de la Estrategia para la Mejora de la Calidad del Aire en Castilla y León, actualmente en exposición pública y abierto para realizar aportaciones hasta el 20 de febrero de 2019. Uno de sus objetivos es que al finalizar su periodo de vigencia, en 2029, “en Castilla y León se cumplan los valores guía de la OMS para todos los contaminantes primarios y en todas las zonas atmosféricas de la región”.
A su vez, también consideran como objetivo que el mismo año “no se superen los valores de referencia de la Unión Europea para el ozono en todas las zonas atmosféricas de la región”. Todo ello va unido a “las consecuentes medidas de acción para la mejora de la calidad del aire y la reducción de la contaminación atmosférica”.
Biomasa, pero también gas
Aunque se anuncian veintiocho medidas, en el recuento final aparecen veintinueve. En cuatro de ellas se tienen en cuenta diferentes tipos de biocombustibles, con dos dedicadas a la biomasa. Los biocombustibles sólidos y sus usos térmicos son los principales protagonistas dentro de la bioenergía.
La medida identificada como RCI.9 hace mención al fomento de la implantación de energías limpias para calefacción y agua caliente sanitaria en el sector residencial-comercial-institucional (RCI). Se explicita que “el objetivo es reducir el consumo de gasóleo, GLP y electricidad principalmente, por energías limpias y alternativas como la biomasa, la energía solar o la energía geotérmica”.
Entre las sub-medidas más concretas, el gas también toma protagonismo, ya que, aunque se habla de “renovación de calderas convencionales de gas por otras de alta eficiencia energética”, cuando se menciona la sustitución de las de gasoil y de carbón con “una nueva línea específica de subvenciones”, se cita expresamente el gas natural. También se propone ampliar su red de distribución “a municipios que todavía no dispongan de la misma”.
Relevancia para las redes de calor
Tras estos puntos se señala el “fomento de instalación de calderas de energías renovables como la biomasa, energía solar o geotérmica, especialmente para la generación de agua caliente sanitaria y calefacción, o proyección de district heating en las principales ciudades. La creación de estas redes de calor urbanas se cita en otros apartados de la estrategia.
La biomasa también está presente en la medida I.7 de “impulso a la utilización de energías renovables en el sector industrial”, que “está encaminada a implementar acciones que promuevan e informen a las empresas de las posibilidades que tienen para generar energías renovables a partir de combustibles como la biomasa, la energía solar o el calor”.
Incentivos para el biogás. Biocarburantes de pasada
Para el biogás queda la medida AG.25 de “desarrollo de líneas de incentivos para el desarrollo de plantas centralizadas de gestión de excretas ganaderas mediante biodigestión con aprovechamiento energético”. Como sub-medidas destaca la “promoción mediante incentivos diversos del desarrollo de plantas de biodigestión de excretas ganaderas”.
Otras dos sub-medidas son la “elaboración de un estudio de disponibilidad de excretas ganaderas por comarcas” y el “desarrollo de acciones demostrativas y de I+D+I del funcionamiento de instalaciones para el aprovechamiento del biogás”.
Los que cuentan con una medida menos definida y exclusiva son los biocarburantes. Se trata de la TM.16: “creación de áreas de prioridad residencial y zonas de bajas emisiones, y reducción del límite de velocidad urbano a 30 km/h”. Como sub-medida, aparece el “impulso a la utilización de vehículos de cero emisiones o muy bajas emisiones: electricidad, gas licuado del petróleo o autogás GLP, gas natural en sus dos estados (comprimido o licuado), biocombustibles e hidrogeno, tanto a nivel particular, como de manera muy especial en las flotas de vehículos públicos”.