Hace ahora un año, la sección de Biomasa de la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA) presentó al entonces Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino una propuesta de regulación de las cenizas, escorias, char (carbón vegetal) y digestatos procedentes de las plantas de biomasa y biogás para su uso como fertilizantes. Excepto en el caso de los digestatos derivados de la biodigestión de residuos, las cantidades resultantes de la combustión en plantas de biomasa no es muy apreciable, “pero sus responsables intentan que se gestionen de la manera más adecuada, y considerar al vertedero como última opción”, señala Margarita de Gregorio, responsable de Energías Termoeléctricas de APPA.
El ministerio actual (Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente –Magrama–) aún no ha tomado una decisión sobre la propuesta, pero tanto la industria como la investigación siguen aportando soluciones. La última la dio a conocer la Agencia de Noticias para la Difusión de la Ciencia y la Tecnología (Dicyt), y hace referencia a un proyecto de la Universidad de Salamanca para diseñar una planta que permita el aprovechamiento integral de la biomasa residual de origen forestal. Aparte de la transformación de los residuos en energía, estudia el aprovechamiento de las cenizas como fertilizantes para la agricultura y como material de construcción para proporcionar mejores cualidades a los hormigones.
Digestatos, char, cenizas, escorias… esperan una regulación sobre fertilizantes
La iniciativa se enmarca en el Programa de Prototipos Orientados al Mercado, de la propia universidad, y dentro del Proyecto de Transferencia de Conocimiento (T-CUE) de la Junta de Castilla y León. Está desarrollado por María Isabel Pérez, alumna de Ingeniería Química, y cuenta con el apoyo de la investigadora María del Carmen Márquez. La materia prima a emplear de partida son desechos procedentes de desbroces o cortafuegos. Según María Isabel Pérez, el uso de cenizas como aditivo en los cementos que se utilizan actualmente presenta “una serie de ventajas añadidas en cuanto a propiedades de resistencia mecánica y mayor vida útil del material”. En cuanto a la agricultura, las investigadoras aseguran que la ceniza “actúa como fertilizante natural en los suelos y, al provenir de residuos forestales, se cierra el ciclo, porque vuelve a aportar al suelo parte de los minerales que se han extraído”.
En España son varias las plantas que aprovechan sus residuos. Principalmente lo hacen las escasas industriales de biogás, cuyo digestato resultante de la biodigestión se vende como fertilizante orgánico. El caso más significativo es del Grupo San Román en Requena (Valencia). Margarita de Gregorio aclara que, además de esos digestatos, “en la información que pasamos al ministerio se especificaba que hay cenizas y escorias procedentes de las plantas de combustión de biomasa y el denominado char (carbón vegetal), que sale de las de gasificación, que también se pueden emplear como fertilizantes; presentamos un análisis muy detallado tanto de lo que entra como de lo que sale de las instalaciones”. La mayoría de las plantas llegan a acuerdos con agricultores y ganaderos para distribuir estos fertilizantes. APPA Biomasa no tiene datos precisos sobre qué porcentaje de la biomasa empleada se convierte en residuo. “Depende mucho de cada biocombustible y, por supuesto, de cada caldera”, afirma De Gregorio.
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