“Esta energía está muy poco considerada en el actual PER 2005-2010 y las expectativas de su incentivación en el nuevo PER 2010-2020 que se está diseñando son cicateras, insuficientes y pueden relegar definitivamente a la biomasa a ser una fuente residual de energía”. Manuel García, presidente de la sección de Biomasa de la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA), se mostraba así de crítico el pasado viernes en un artículo de opinión publicado en el diario Cinco Días. Los datos que acompañan al Balance Energético 2010 parecen darle la razón.
De las 93.422 kilotoneladas equivalentes de petróleo (ktep) pertenecientes al consumo de energía final durante 2010, 3.695 ktep correspondieron a la biomasa, es decir, en torno al 3,7%, con un crecimiento del 4,1% con respecto a 2009. Los biocarburantes y el biogás, a pesar de crecer un 34,3% y un 17,2% respectivamente, alcanzan porcentajes del 1,4% y el 0,03% en el consumo de energía final. Peor se ven las cifras en la producción de electricidad, donde solo sumando los 2.820 GWh de la biomasa y los 745 Gwh del biogás se supera el 1% de los 300.241 Gwh generados en total. Aquí el incremento con respecto a 2009 es del 20% en biomasa y del 19% en biogás.
Los recursos son predecibles, suficientes, controlables y gestionables
En el caso de la electricidad y con el horizonte puesto en 2020, los pronósticos del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio son que el conjunto formado por la “biomasa, biogás, RSU (renovables) y otros” pase de aportar el actual 4,4% al 8,7%, pero dentro del mix renovable. Esto supondría que, como mucho, se pasaría al 2% del total. Se trata de un mensaje más que se interpreta con pesimismo desde las filas bionergéticas, pero que no merma las ganas de seguir apostando por la biomasa.
“Ahora más que nunca es urgente superar esta consideración marginal de la biomasa para avanzar decididamente en el camino de la sostenibilidad del sistema de generación de energía nacional, tan dependiente hasta ahora de los combustibles fósiles y de las formas tradicionales de producirla, incluida la energía nuclear”, apuntaba Manuel García en Cinco Días. También añadía que “está contrastado que la biomasa puede asegurarlo (el suministro de energía) puesto que los recursos de combustible biomásico son predecibles, suficientes, controlables y gestionables”. “Es necesario que el Gobierno reconsidere la importancia de la energía que se produce a partir de la biomasa (…) cuando sus ventajas son evidentes, su coste final muy reducido -o incluso negativo en términos globales- y tiene efectos altamente positivos sobre el medio ambiente”, concluye Manuel García.