El documento del Comité Científico de la AEMA está fechado el 15 de septiembre, pocos días después de que la agencia Reuters filtrara una información sobre la decisión de la Comisión Europea de no incluir el cambio indirecto del uso de la tierra (ILUC) en el cómputo de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de los biocarburantes Aunque el informe de la AEMA sostiene en ese error de cálculo de GEI afecta igualmente al biogás y los biocombustibles sólidos (pellets y astillas), la mayor parte de las críticas se centran en los bioetanol y el biodiésel.
La crítica de la AEMA se centra exclusivamente en la producción de energía a partir de cultivos, ya que considera como aceptables o con bajo grado de error los cálculos establecidos para los casos de residuos forestales, agrícolas y orgánicos de vertederos, e incluso para cultivos de alto rendimiento en tierras agrícola sin uso y que en su día se transformaron en pasto. En todos los demás, el Comité Científico entiende que no tiene sentido y resulta dañino para el medio ambiente presentar a los biocombustibles (líquidos o sólidos) como fuentes neutras de emisiones de GEI.
Revisar y cambiar la normativa actual para incluir un nuevo cálculo de emisiones
Según la AEMA, el cómputo de la emisión neutra no tiene en cuenta las posibilidades de cualquier superficie terrestre para producir otra cosa que no sean cultivos energéticos, ni valora convenientemente el impacto de poner en producción nuevas tierras. En este aspecto, cita expresamente el peligro que añade el cambio indirecto del uso de tierras. Por eso advierte sobre las consecuencias de mantener ese error en la contabilidad de GEI, ya que, con arreglo a ello, “varios informes han sugerido que la bioenergía podría o debería proporcionar del 20 al 50% de las necesidades de energía en todo el mundo en las próximas décadas”.
En el documento, el Comité Científico de la AEMA recomienda que se revise la normativa de la UE y los objetivos planteados, especialmente el del 10% de biocarburantes en el transporte en 2020. “La política se debe revisar –afirman– para fomentar la utilización de la bioenergía sólo a partir de biomasa adicional que reduce las emisiones de GEI sin desplazar servicios de los ecosistemas como la provisión de alimentos y la producción de fibra”. Añade que la contabilidad de los GEI debe reflejar plenamente todos los cambios en la cantidad de carbono almacenado por los ecosistemas, además de los resultantes de la producción y uso de la bioenergía.
El biodiésel de soja gana 5 a 1 en el balance de energía renovable-fósil
En la otra punta de los informes sobre la contribución de la bioenergía a la reducción de GE, el portal The Bioenery Site dio a conocer también recientemente una investigación llevada a cabo por la Universidad de Idaho y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos en la que muestran que por cada unidad de energía fósil que se utiliza para producir biodiésel se consigue un retorno de 5,54 unidades de energía renovable. Desde que se empezaron a hacer este tipo de estudios, en 1998, este balance energético ha mejorado desde el 3,2 a 1 de entonces al 4,56 a 1 de 2009 y el 5,54 a 1 actual.
Los responsables del estudio achacan esta evolución a la eficiencia energética que se consigue en las instalaciones de procesamiento de soja y en las plantas de biodiésel y a la obtención de mayores rendimientos agrícolas con menores aportes de agua y fertilizantes por tonelada y con menor uso de tierras. En concreto, el consumo de energía procedente del cultivo de soja se redujo en un 52%; el del procesamiento de la planta y la semilla en un 58%; y el de la producción de biodiésel en un 33%.
Más información:
www.eea.europa.eu
www.uiweb.uidaho.edu