Solo en un proceso de transición ve Greenpeace viable la incorporación de la biomasa a la producción sostenible de energía. Además, esa biomasa deberá proceder de residuos agrícolas y forestales o de cultivos energéticos que en ningún caso desplacen a otros destinados a la alimentación ni afecten a ecosistemas naturales; y nunca detraerla de otros usos que ya empleen la biomasa: vigas de madera para edificación, muebles, aislamiento térmico y acústico… Según el informe Energía 3.0 de esta organización, derivar hacia la bioenergía biomasas que ahora se emplean en otros fines provocaría un notable aumento de las emisiones de CO2.
Tanto Greenpeace, como diversos investigadores de Estados Unidos, Alemania y Francia, cuestionan el carácter neutro de las emisiones de CO2 de la biomasa en diferentes escenarios. El del país norteamericano abarca ochenta tipos de bosques diferentes de Oregon, California y Washington y lo ha llevado a cabo un equipo coordinado desde la Universidad Estatal de Oregón. El portal Environment News Service (ENS) recoge declaraciones de Tara Hudiburg, investigadora principal, quien afirma que "con los niveles de eficiencia más realistas, consideramos que el uso de estos bosques para la producción de bioenergía aumentaría las emisiones de carbono un 17 por ciento sobre su nivel actual."
Válida la biomasa de bosques con riesgo de incendios y afectados por plagas y sequías
El estudio de la Universidad Estatal de Oregon, financiado por el Departamento de Energía de los Estados Unidos, confirma que la extracción de biomasa forestal de los bosques de la costa oeste, proyectada para ser empleada en la producción de energía, liberará más dióxido de carbono a la atmósfera que las actuales prácticas de manejo forestal. Solo lo consideran sostenible y viable, desde el punto de vista de las emisiones, si se usa la biomasa procedente de bosques con alto riesgo de incendio y propensos a la sequía u el ataque de plagas.
Por su lado, Greenpeace sostiene en Energía 3.0 que “las emisiones in situ asociadas al uso térmico de la biomasa no son nulas, sino más bien bastante elevadas, motivo por el que es preciso proceder a evaluar con más detalle las implicaciones de estas emisiones, para discriminar si es preciso diferenciar entre distintos tipos de biomasa, o introducir condicionantes al uso de la misma, desde la perspectiva del objetivo final de estabilizar la concentración atmosférica de CO2”.
Greenpeace: no hay biomasa suficiente; Sector forestal: sobra biomasa
La conclusión de Energía 3.0 es que en España no existe la biomasa residual suficiente (en términos de reducción real de emisiones) para cubrir las necesidades energéticas que se plantean en la edificación para un futuro 100% renovable, por lo que habría que emplear la que se destina a otros usos, en los que sí existe un balance neutro de emisiones. Sin embargo, desde la Asociación Española de Valorización Energética de la Biomasa (Avebiom) y desde otras asociaciones y colectivos del sector forestal, se asegura que sí existe materia prima suficiente, y que se podría aprovechar sin ningún riesgo para el medio ambiente.
El ejemplo más notorio que esgrime el sector forestal es el aprovechamiento de la biomasa que crece año a año en los bosques. Los datos que ofrece Avebiom es que “mientras que en Europa se aprovecha el 61 por ciento de los recursos madereros, en España, de los 46 millones de m3 que crecen cada año las masas forestales, la industria forestal sólo aprovecha en torno a 17 millones de m3, es decir, el 38 por ciento”. De esta manera, concluyen, “dos tercios del crecimiento del volumen de biomasa se queda en el monte, bien porque la industria actual no es capaz de movilizarlo o porque no le resulta rentable. Así, se ha pasado de 456 millones de m3 existentes en 1975 a 921 millones de m3 en 2009”.
Más información:
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