Al igual que Andalucía, el Gobierno de Navarra acaba de publicar su balance energético de 2010, un informe en el que exponen las principales cifras y datos del consumo y producción de energía en la región. El primer dato relevante es que la producción interna de energía primaria renovable supone el 14,03% del consumo de energía primaria. En este consumo, la biomasa ocupa el cuarto puesto, con el 5,11%, por detrás del gas natural (43,15%), petróleo y derivados (35,49%) y la electricidad (11,06%), y por delante del carbón y los coques (3,66%) y los biocarburantes (1,30%).
El informe resalta que se han incrementado progresivamente los consumos de todos los tipos de energía, y destacan como singulares los casos de la electricidad y la biomasa. Sobre esta última, se afirma que “el nivel de consumo es bastante constante a lo largo de los años, si bien su uso ha variado desde los usos térmicos en los 80 y 90 hacia una combinación de usos térmicos (decreciente en los 90 y primeros años 2000) y eléctricos (con especial importancia de la planta de Sangüesa puesta en marcha en 2002, cuyas oscilaciones de producción repercuten notablemente en la evolución de este consumo)”. También destaca el crecimiento notable de los biocarburantes, “que se debe a la obligación de mezcla en origen con los obtenidos del petróleo”.
Pellets y astillas devuelven protagonismo a la biomasa, por economía y seguridad
Esta obligada presencia de los biocarburantes hace que en el cuadro del consumo de energía final en relación a las cifras de 2009, el bioetanol aparezca en primer lugar con un 53,1% de incremento. En segundo lugar se sitúa el gas natural (13,8%) y en tercero la biomasa (10,3%), quedando más alejados la solar térmica (5,9%) y petróleo y derivados, carbones y coques y electricidad, con el 3,7%, 3% y 2,8% respectivamente. El informe sostiene que “estos aumentos se han dado después de la fuerte caída del año anterior, aunque sin recuperar los niveles anteriores debido a que sigue el escenario de crisis de los últimos años que ha repercutido en la actividad industrial y en el transporte”.
En la lectura que se hace de los datos de biomasa, se observa que el nivel de consumo ha decrecido ligeramente a lo largo de los años, debido a su reemplazo por el gasóleo y el gas natural en usos de calefacción en áreas rurales. “No obstante –afirman–, en los últimos años se apunta un posible repunte debido a la entrada en el mercado de sistemas automatizados de calefacción por biomasa (pellets y astillas), que aumentan el atractivo de este combustible por su carácter renovable y su menor precio en relación a los combustibles fósiles. Este fenómeno también tiene reflejo en la industria, con algunos casos de paso de equipos alimentados por combustibles fósiles a instalaciones de biomasa”.
Por último, sobre los biocarburantes, se tiene en cuenta que son de reciente aparición (2005) y que además están sujetos a notables influencias del entorno global. “En cualquier caso –añaden–, supone un mínimo porcentaje de la energía final consumida, al igual que la energía solar térmica”. En cuanto a la producción de electricidad, se incide en que en los años 2002-2003 se observa un fuerte incremento de la generación por biomasa (fruto de la puesta en marcha de la planta de Sangüesa) y muy especialmente de gas natural, con la entrada de las centrales de ciclo combinado de gas natural en Castejón. Dentro de las renovables, la producción con biomasa es baja (247.614 MWh si se suma generación y cogeneración) con respecto a la eólica (2.600.643 MWh) y equiparable a la solar fotovoltaica (248.115 MWh).