Según los datos del Statitiscal report 2017 de la Asociación Europea del Biogás (EBA, en sus siglas en inglés) en 2016 la producción de biometano en Europa aumentó en 4.971 gigavatios hora (40 por ciento), en lo que representa “un crecimiento palpablemente rápido”. Los países con mayor incremento fueron Alemania (900 GWh), Francia (133 GWh) y Suecia (78 GWh). “Ningún país de la UE experimentó una disminución en su producción en 2016”, constatan en la EBA.
Pero, aparte de estos crecimientos tan notables, el informe reconoce que otra razón para explicar este significativo aumento en comparación con el moderado de 2015 es “la cobertura estadística más amplia en la UE, pues países como Dinamarca, Hungría, Italia, Noruega y España no informaron sobre su producción de biometano en 2015”. Añaden también que “en el Reino Unido se rastreó de manera más exhaustiva en 2016”. Es decir, la producción en 2015 fue quizá mayor de la estimada en un principio.
Europa supera el medio millar de plantas de biometano
También sigue creciendo el número de plantas que convierten biogás en biometano, con 503 instalaciones censada en 2016, 47 de ellas nuevas. Al igual que las plantas de biogás, la materia prima dominante son los sustratos agrícolas, seguidos de residuos en general y lodos de depuradoras. Los países más constructores en 2016 fueron Alemania (once unidades), Suecia (diez) y Francia (nueve).
Son datos de crecimiento que contrastan con los del biogás, que en 2016 registró el menor incremento de la historia en número de plantas: 223, un 1 por ciento con respecto a 2015. Y todo a pesar de la velocidad de crucero que ha adquirido el sector en Francia, donde se construyeron 93 nuevas instalaciones. Por el contrario, tres países cerraron algunas de las suyas: Portugal (cuatro), Suecia (cuatro) y Bélgica (doce).
El biogás crece, pero menos, desde 2011
Jan Stambasky, presidente de la EBA, reconoce que “a pesar del viento en contra al que se enfrenta nuestra industria, en general seguimos creciendo, especialmente en el sector del biometano, que fue muy activo en 2016 y 2017”. Stambasky cita algunos pasos que han motivado este desarrollo, como la creación del Registro Europeo de Gas Renovable (ERGaR, en su acrónimo en inglés) y los informes del consorcio europeo Gas for Climate.
Es cierto, los números del biogás son, en todos los casos, peores que los del biometano y consolidan un frenazo en su crecimiento que advirtió de nuevo el barómetro del biogás de EurObserv’ER, publicado a finales del pasado año. “En 2016 la producción de energía primaria de la UE con biogás continuó su tendencia al alza (creciendo un 3 por ciento hasta los 16 millones de tonelada equivalentes de petróleo) aunque el ritmo mantiene un descenso constante desde 2011 en porcentaje: 22, 17, 14, 7, 4 y 3".
Un año más, el informe de la EBA se para a explicar que este frenazo se debe a los cambios en los marcos normativos nacionales, y muy especialmente en Alemania, locomotora tradicional del sector, donde solo obtienen el mejor régimen de tarifas las plantas de pequeña potencia y cuya materia prima sea en un ochenta por ciento estiércol. También citan los casos de Austria y Letonia, con legislaciones que han eliminado las ayudas a la construcción de nuevas plantas.
España: mal en datos y en el suministro de los mismos
En cuanto a España, los informes destacan la dificultad para exponer y contrastar datos. En cuanto a la capacidad instalada y de generación de electricidad, el Statistical report 2017 subraya que ofrece resultados inciertos para nuestro país “debido a la diferente clasificación vigente, que hace que sea difícil rastrear la evolución en el sector con precisión”. De hecho, España aparece en 2016 con 162 plantas, 23 más que en 2015.
Como ha ocurrido con otros países, el incremento se debe a correcciones de precisión que no alteran la lectura principal, que es que España solo cuenta con 49 plantas agroindustriales (en el furgón de cola del desarrollo europeo), y con solo tres más que en 2015; y con una de biometano, la del complejo del vertedero de residuos sólidos urbanos de Valdemingómez (Madrid).
De nuevo, el informe de la EBA resalta que “en España la clasificación de las plantas de biogás depende del análisis realizado por los ministerios correspondientes, y por lo tanto está sujeta a cambios en función de los mismos y del año considerado, lo que dificulta el seguimiento de la evolución del sector en detalle”.
Otra característica negativa de nuestro país es que, un informe más, vuelve a ser el único de nuestro nivel de desarrollo que no cuenta con esquemas definidos de apoyo normativo concreto ni para el biogás ni para el biometano.