Cáscaras de maní y tallos secos de mijo son algunos de los residuos agrícolas que alimentan los biodigestores presentes en aldeas senegalesas como Kalom, en la región de Fatick. Abdoulaye Faye, un maestro de de esta aldea, relata a la agencia de noticias Inter Press Service (IPS), que los residuos que antes descartaban ahora se han vuelto una fuente de ingresos: "Pagan por lo menos 125 francos CFA (23 centavos de dólar) por kilogramo, dependiendo de la calidad del desecho, así que su recolección mantiene a la gente ocupada, especialmente a los jóvenes. A veces yo también lo hago". La otra ventaja social y económica que conlleva la planta de biogás es la llegada de la electricidad a Kalom.
La simple recarga de un teléfono móvil supone un ahorro económico y de tiempo, ya que antes los recogía una persona y los llevaba a la aldea más cercana con electricidad para recargarlos. Pero, sobre todo, la electrificación con biogás ha otorgado calidad de vida, seguridad e higiene. IPS recoge también las palabras de la partera del lugar, Ami Mbaye, feliz de tener luz eléctrica en la aldea. Antes dependía de linternas para asistir un parto en la noche, pero al contar con electricidad en el centro de salud le resulta mucho más fácil atender a sus pacientes. Wolla Ndiaye, senador y habitante de la aldea, afirma que “los 115 terrenos de los 1.300 habitantes de la aldea están conectados a la red eléctrica, pero para cubrir los costos operativos mensuales de la planta será importante que las otras 15 aldeas del área se conecten a la central".
Buenas prácticas con biocombustibles
En 2008, el Gobierno de Senegal inició un Programa Nacional de Biogás con el objetivo de garantizar a los hogares periurbanos y rurales el suministro sostenible de energía para iluminación y cocina. Alioune Diouf, uno de los responsables del programa, declara a IPS que “en regiones del occidente y sur del país se instalaron 325 biodigestores entre junio de 2010 y mediados de este año, y prevemos (construir) alrededor de 8.000 de aquí a 2013”. La FAO aplaude y anima a replicar este tipo de iniciativas a través de su programa Bioenergy and Food Security Criteria and Indicators (BEFSCI). De hecho, en su manual Buenas prácticas socio-económicas en la producción moderna de bioenergía se destaca un proyecto piloto de tendido eléctrico rural en la región de Fatick asociado a plantas como la de Kalom.
En el manual de la FAO también se menciona un proyecto de plantas de biogás en la región de Casamanza, que en la actual organización territorial de Senegal se corresponde con las regiones de Kolda (Alta Casamanza), Ziguinchor (Baja Casamanza) y Sédhiou. “Además de a los hogares de las comunidades, el proyecto facilitará electricidad 24 horas al día a las escuelas, pequeños centros de salud, una estación de radio, un sistema de suministro de agua potable, la iluminación de las calles y una serie de empresas de procesamiento agrícola, tiendas y otros pequeños negocios”, se afirma en el manual de FAO. Con anterioridad a la publicación de este documento, el mismo organismo publicó el informe Small-Scale Bioenergy Initiatives. En él aparecían también casos de desarrollo rural en Senegal ligados a la explotación de biocombustibles. Dos iniciativas de elaboración de briquetas a partir de materia vegetal, una en la ciudad de Saint-Louis y otra en el delta del río Senegal, están entre las elegidas. Esta última, además, tiene la particularidad de que se abastece con las plantas arrancadas de una especie invasora de carrizo.