“Si se quieren incorporar los proyectos más eficientes habría que tener en cuenta todo lo que aporta cada uno de ellos y no exclusivamente la sustitución de una fuente fósil por otra renovable para producir los mismos kilovatios hora”. Francisco Repullo, presidente de la Asociación Española de Biogás (Aebig) hacia una valoración parecida a la de Óscar Bartomeu sobre la subasta tras conocer la postura de la sección de Biomasa de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA).
La intención de no diferenciar la subasta por tecnologías hace que los sectores de la biomasa y el biogás se sientan excluidos.“Está diseñada para otorgarse a la tecnología en que el euro por megavatio hora (MWh) sea más barato. Consideramos que es un grave error, el no separar por tecnologías y potencias, tal y como se realiza en el resto de países del mundo y como se realizaba antes del parón a las renovables”, explica Bartomeu en el blog de Biovec.
Biogás para autoconsumo y dentro de la economía circular
Ni Repullo ni Bartomeu entienden cómo no se apuesta más por estas plantas, que, aparte de generar energía renovable, “promueven el autoconsumo; generan actividad económica creando empleo en el medio rural; se gestionan residuos orgánicos que de no hacerlo emiten gases de efecto invernadero y al evitarlos favorece el medio ambiente y la lucha contra el cambio climático; producen fertilizantes de alta calidad y, resumiendo, está en línea con la economía circular tal como marca la estrategia medioambiental de la UE”.
“Seguramente la mayoría de las nuevas instalaciones serán megaparques fotovoltaicos o eólicos”, aventura Bartomeu. “Son grandes instalaciones no repartidas por el territorio”, prosigue, para concluir que “reservando solo un tres por ciento (de los 3.000 megavatios anunciados en la subasta), lo que equivale a un megaparque fotovoltaico, se podría reactivar el sector, generando energía eléctrica gestionable y tratando residuos y purines”.
Hacer un menú no con la mejor comida, sino con la más barata
Si se mantiene el actual criterio de premiar la opción más barata, “se podría comparar a ir a comprar a un mercado y adquirir solo lo que salga más barato por kilo, sin ni siquiera mirar lo que alimenta más, y con todo esto intentar hacer un menú”, añade Bartomeu. “El grave error de este argumento que se desprende del texto del Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital es el de confundir valor con precio”, apostilla.
Biovec gestiona diecisiete plantas de biogás en España, entre comerciales y piloto, y como otras empresas del sector ha tenido que virar hacia el autoconsumo y el concepto de biorrefinería (producir electricidad, calor y fertilizantes) para resistir el recorte a las renovables.