La ciencia acaba de aportar un nuevo argumento para justificar la idoneidad y viabilidad de instalar plantas de biogás agroindustriales: la posibilidad de que algunas sirvan para derivar digestatos y CO2 hacia la producción de microalgas, con cuya biomasa se pueden elaborar determinados biocombustibles. Ainia Centro Tecnológico pretende demostrarlo con el proyecto Algamet, cuyo objetivo es “desarrollar técnicas de cultivo de microalgas a partir de los flujos residuales de la producción de biogás, aprovechando a su vez dicha biomasa algal como sustrato que permita incrementar la productividad de las plantas de biogás”.
Jorge Bauzá, del departamento de Calidad y Medio Ambiente de Ainia, explica que “el proyecto va dirigido a generar un co-sustrato (microalgas) en sistemas de bajo coste que permitan mejorar la eficiencia y la sostenibilidad de las plantas de biogás sin competir por ello con cultivos alimentarios”. En Ainia han comprobado que tanto los digestatos (que poseen un alto contenido en nutrientes) como el CO2 (procedente de la combustión de biogás), aportan dos de los cuatro requerimientos indispensables para el cultivo de microalgas foto-autotróficas: nutrientes, CO2, agua y luz. Añaden que “se ha verificado que ciertas especies de microalgas alcanzan altas tasas de crecimiento utilizando dichos flujos residuales, siempre y cuando dispongan de suficiente luz”.
No hay que ir muy lejos para encontrar las microalgas ideales
“Se han seleccionado y cultivado microalgas procedentes de diversos medios naturalmente colonizados por algas (aguas estancadas, plantas depuradoras, etc.) evaluando, entre otros aspectos, su resistencia ambiental, su capacidad para consumir nutrientes, su cinética de crecimiento o su potencial para obtener biogás”, asegura Bauzá. Para este investigador, “no existe un único tipo de microalga ideal con alta tasa de crecimiento, alta resistencia ambiental y que aporte gran cantidad de biogás por unidad de masa; sino que en general existen varias, entre las que las microalgas locales suelen ser las mejor adaptadas respecto a especies de laboratorio”.
No es la primera experiencia de Ainia en este campo. El centro lidera otro proyecto (Integral-b) centrado en la producción de biodiésel a partir de aceites vegetales usados en una planta piloto que se abastece de energía eléctrica y térmica generada dentro de un proceso de obtención de biogás, el cual se alimenta con los propios subproductos de la planta, glicerina principalmente, y otros residuos orgánicos procedentes del canal Horeca (hostelería, restauración y catering). Nuevo ejemplo que cierra el círculo de la sostenibilidad en producción de bioenergía. El proyecto actual, Algamet, está cofinanciado por el Instituto de la Pequeña y Mediana Industria de la Generalitat Valenciana (Impiva) y fondos Feder dentro del programa de ayudas a la I+D dirigidas a institutos tecnológicos.