Quince personas sin trabajo y paralización de veinte millones de euros de inversión son las consecuencias más destacadas de la entrada en concurso voluntario de acreedores de Husesolar admitida por el Juzgado de lo Mercantil nº 3 de Valencia. Esta medida supone dejar sin ejecución las ocho plantas de biogás (de 500 kW cada una) que la empresa tenía pensado construir en Galicia y Asturias y para las que ya había conseguido en algunos casos acuerdos con cooperativas ganaderas para la recogida de purines. Francisco Repullo, presidente de la Asociación Española de Biogás (Aebig), no duda en achacar esta suspensión de pagos al “daño que representa la actual moratoria renovable, que, como se demuestra, está matando al sector”. “El problema es que las nuevas medidas fiscales lo van a rematar”, añade Repullo.
En Aebig siguen esperando el levantamiento de la moratoria renovable, al menos en el caso de la bioenergía, pero avisan de que no servirá de nada si se mantiene el 6% de impuesto a aplicar a los ingresos obtenidos por cada una de las instalaciones de producción de energía eléctrica contenido en el proyecto de ley de medidas fiscales presentado por el Gobierno. ”Si se levanta la moratoria pero tenemos el 6%, el sector seguirá igual”, añade Repullo. Esta última medida afectará tanto a las plantas existentes como las que aún permanecen en proyecto. “Es imposible que una planta de biogás resulte competitiva y salga adelante si las cuentas ya no salen vertiendo a precio de pool, ¿Cómo lo va a hacer encima con un 6% de impuesto más?, señala el presidente de Aebig
En cuanto a las plantas que ya están operativas, en Aebig consideran que este nuevo impuesto impedirá que sean competitivas, especialmente para aquellas que tienen un beneficio reducido. “Esto es un sinsentido –continua Francisco Repullo–, porque hablamos de empresas que escasamente llegan al 5% de beneficios y ahora resulta que tienen que pagar el 6%, ya que el impuesto no es sobre ese beneficio, sino sobre la facturación completa”. A todo ello se añade la frustración por gravar a un sector del que, debido a su dimensión, se va a obtener una recaudación muy limitada. “Al final no conseguirán llevarse un solo céntimo, pero porque las plantas acabarán todas cerradas”, sentencia Repullo.