Desde la Universidad de Cornell explican que los investigadores llaman al nuevo sistema integrado ABECCS, es decir, bioenergía de algas con captura y almacenamiento de carbono. Según la nota de prensa, “el sistema ABECCS puede actuar como un sumidero de dióxido de carbono al mismo tiempo que genera alimentos y energía”.
La investigación se ha publicado en la revista científica Earth’s Future, donde se añade que se trata de un análisis tecno-económico y de ciclo de vida de un sistema que conlleva la instalación de una zona de cultivos de algas de 121 hectáreas y otra de eucaliptos de 2.680 hectáreas.
“La biomasa de eucalipto alimenta la generación combinada de calor y electricidad con la posterior captura y almacenamiento de carbono a base de amina. Una parte del CO2 capturado se usa para cultivar algas y el resto se secuestra. La combustión de biomasa suministra CO2, calor y electricidad, aumentando así el rango de ubicaciones adecuadas para el cultivo de algas”, resume la conclusión del estudio.
Energía con los eucaliptos y alimentos con las algas
El sistema ABECCS también permitirá producir productos y proteínas alimenticias a partir de la producción de biomasa algal. La nota de prensa de la Universidad de Cornell advierte de que “la viabilidad económica del sistema depende del valor de los productos nutricionales que se produzcan y del precio del carbono”. Calculan que se produciría tanta proteína como con soja y se secuestrarían 29.600 toneladas de CO2 al año.
Charles Green, profesor de Ciencias de la Tierra y la Atmósfera de la Universidad de Cornell y coautor de la investigación, afirma que “combinar dos tecnologías, BECCS y producción de microalgas, podría proporcionar suficiente sinergia científica para ayudar a resolver el hambre mundial y al mismo tiempo reducir el nivel de gases de efecto invernadero que cambian nuestro sistema climático".
¿Emisiones neutras o no neutras?
Estos objetivos se basan principalmente en considerar a la bioenergía como una fuente de emisiones de CO2 neutra (emite las que previamente capturaron las plantas) y convertirlas en negativas al derivarlas a otros procesos o almacenarlas. Sin embargo, dentro de la propia comunidad científica hay dudas sobre este particular.
En 2014 se publicó en Nature un estudio dirigido por Sabine Fuss, del Mercator Research Institute on Global Commons and Climate Change de Alemania, que concluía que la credibilidad como opción de mitigación del cambio climático de los sistemas BECCS “no está probada y su despliegue generalizado en escenarios de estabilización climática podría convertirse en una distracción peligrosa".
En 2016, Richard Martin, editor de la revista MIT Technology Review del Instituto Tecnológico de Massachusetts (Estados Unidos), recordaba, sobre el carácter neutro de la emisiones de la biomasa, que “es nominalmente cierto, pero no se tiene en cuenta la energía requerida para cultivar, cosechar, procesar y transportar la biomasa, y desviar la tierra de otros propósitos, incluidos los cultivos alimentarios, que se volverán más necesarios a medida que la población humana se acerque a los nueve mil millones”.
Fábrica de etanol en Illinois, el primer BECCS industrial a gran escala
En principio, el sistema ideado por Green y sus colegas reduciría este posible impacto sobre los cultivos al producir también proteínas alimentarias a partir de algas. Sin embargo, se siguen cuestionando los altos costes de estas tecnologías y la superficie requerida para los cultivos energéticos.
Joris Koornneef, experto de la consultora Ecofys en los Países Bajos, estima que se necesitarían 350 millones de hectáreas, más que la India, para producir biomasa y los BECCS absorban diez mil millones de toneladas de dióxido de carbono, lo que conllevaría el riesgo de usar tierras de cultivos alimentarios”.
De momento, el proyecto más adelantado, presentado oficialmente el año pasado por uno de los mayores productores mundiales de etanol con maíz, Archer Daniels Midland, es el BECCS de su fábrica de Illinois (Estados Unidos). Jeff Erikson, director del Global CCS Institute, lo presenta como “el primer proyecto a gran escala en el mundo con biocarburantes”, y recuerda que "el otro proceso clave de BECCS, las centrales que queman madera para producir electricidad y luego capturan las emisiones, no existe a gran escala”.