Uno de los investigadores principales del proyecto Modelado y control de secadero rotativo orujo, Francisco Javier Gómez, afirma en el diario digital de la UJA que se han puesto en contacto con él cafeteros desde Colombia para pedirle consejo sobre “qué dispositivos serían útiles para secar a gran escala, porque estas empresas tienen que secar tres o cuatro toneladas a la hora”. El proceso resulta trascendental porque el poso que se obtiene del prensado en una cafetería o en una industria de café soluble presenta una humedad entre el 60 y 70%, por lo que la clave para obtener biocombustibles a gran escala es el secado.
La aportación del equipo de Gómez reside en el estudio de la cinética del secado: “los tiempos de secado, la tasa de secado (que es la variación de la humedad con el tiempo) y los parámetros de difusión y de convención (fenómenos de transferencia de calor y masa), para ser aplicados a gran escala”. “Las mediciones se han realizado en un túnel de secado –continúa informando el diario de la UJA–, cuyos resultados se están aplicando en un secadero rotativo experimental, que se encuentra ubicado en el laboratorio de máquinas y motores térmicos de la Escuela Politécnica Superior de Jaén”.
Biodiésel, bioetanol y bioaceites
Durante este proceso de secado se obtiene biodiésel de las grasas de los posos del café. “A los posos hay que añadirles un disolvente para extraer la grasa, como ocurre con el alperujo”, afirma Gómez. Con ese aceite, que está en torno a 150 gramos de cada kilo de poso seco, se obtiene biodiésel tras someterle a la transesterificación. Desde la UJA también señalan que los mismos posos pueden contener azúcar, como el que se extrae del café torrefacto, que por fermentación da lugar al bioetanol. “También, mediante procesos, como una pirolisis lenta a temperatura baja, se pueden obtener bioaceites”, apostilla el investigador principal.
Y con el resto seco se producen pélets. “Los posos desgrasados y sin azúcar se pueden prensar, peletizar y convertirlos en tubitos, como se hace con las astillas de madera, para que sirvan de combustible en calderas de biomasa y genera esta es la forma más factible de rentabilizar el secado, sobre todo si se tiene en cuenta que tradicionalmente “en países como Colombia y Brasil han utilizado los posos del café húmedos con la consecuente enorme disminución en el rendimiento de la combustión”, matizan.
Pélets de posos de café en calderas policombustibles
Durante una jornada Hispano-Alemana de Bioenergía celebrada en 2012 en Madrid, Ulrich Dobler, representante de Ökotherm, empresa especializada en la fabricación e instalación de calderas policombustibles, explicó los avances conseguidos con el miscanto y con otras materias primas, desde residuos agrícolas a posos de café. “El café tiene un poder calorífico muy grande, más que el de la leña, y permite fabricar con ellos pelets y briquetas; de esta manera no se importan pelets y astillas de Canadá o Brasil”, afirmaba Dobler.
La investigación llevada a cabo por el equipo de la UJA puede tener unas consecuencias económicas y energéticas importantes, ya que se estima que al año se obtienen ocho millones de toneladas de posos de café. Sin embargo, solo el 50% aproximadamente se aprovecha energéticamente por la industria del café soluble, aunque no siempre en las mejores condiciones de efectividad y rendimiento.