Muchos de los residuos orgánicos que se generan en el cultivo del olivar y en la elaboración de aceite y procesado de aceitunas se pueden destinar a la producción de biocombustibles líquidos y sólidos. Uno de ellos son los restos de poda. La Unión de Pequeños Agricultores (UPA) de Jaén inció en 2007 un estudio sobre la viabilidad de su uso como biomasa en la generación de energía. Miembros de esta organización presentaron ayer en Expoliva 2013 algunas de las conclusiones del trabajo, entre las que sobresale que anualmente se producen “1,5 millones de toneladas de biomasa susceptibles de ser valorizadas energéticamente”.
Yolanda Ramírez, secretaria de Formación y Servicios de UPA Jaén, afirmó durante su intervención en Expoliva que “la valorización energética de estos recursos se convierte en un importante objetivo de la economía oleícola provincial, fundamentalmente por razones estratégicas, desde el punto de vista económico, social, ambiental y energético”. Desde la organización agraria mantienen que el estudio realizado demuestra que “el aprovechamiento de los restos de la poda del olivar como biomasa es una actividad viable y rentable”. Los costes de producción no deben pasar de 35 euros por tonelada de biomasa utilizando la maquinaría adecuada y aprovechando la logística que ya está presente en el olivar con el objetivo de diversificar el trabajo.
Preferencia a las cubiertas vegetales y luego energía
Al día siguiente, Roberto García Ruiz, catedrático de Ecología de la Universidad de Jaén, expuso también en Expoliva 2013 las ventajas del uso de la poda de olivar para mejorar la fertilidad de los suelos y absorber carbono. Según la información recogida en el ideal.es, García Ruiz afirmó que “la cubierta vegetal en las calles de los olivos evita la erosión, supone una mejora inestimable en la fertilidad del suelo y juega un papel importante en la emisión de CO2, ya que es una forma de fijar el carbono al suelo, secuestrándolo de la atmósfera”. El catedrático de Ecología valoró estas funciones en 15 millones de euros en el mercado de emisiones de CO2.
En cuanto a los restos de poda, García Ruiz recomienda picar y dejar sobre el terreno, “a no ser que hablemos de parcelas en las que exista una elevada incidencia de enfermedades, en las que sí es conveniente eliminarlos para acabar con el patógeno”. También recordó que en la actualidad la mayoría de los restos de poda se queman “porque aún no existe demasiada concienciación sobre el tema”.
Ninguna de las dos exposiciones abardó las posibles compatibilidades o incompatibilidades de ambos usos. El Diagnóstico sobre el sector de la olivicultura en la provincia de Jaén, publicado en 2007 dentro del proyecto Olivar sostenible y financiado por el Fondo Social Europeo y la Fundación Biodiversidad, sí habla de diferentes destinos. Cuando aborda el tratamiento de la poda del olivar resalta que hay diferentes opciones para evitar el desaprovechamiento de este recurso, y cita como más viable “su aportación in situ, previo astillado, en los suelos del olivar”. Este material, añade, “una vez triturado y regularmente distribuido sobre la superficie del suelo de la plantación puede ser empleado como cubierta natural inerte”. En cuanto a los usos energéticos, se apunta que “las características de la biomasa generada en el cultivo del olivar convierte a este subproducto en un combustible alternativo con características aprovechables”.