Ya son 82 los proyectos incluidos dentro de BBI, entidad público-privada formada por la Comisión Europea y las principales industrias europeas relacionadas con la bioeconomía. El presupuesto público procede del programa Horizonte 2020 y el privado se vehicula a través de las empresas tecnológicas que forman el BioBased Industries Consortium (BIC), del que forma parte la CTA y otras españolas como SBioc, Algaenergy, Bionet e Idener.
A finales de la pasada semana CTA informaba de la puesta en marcha, y de su participación, en EXCornsEED, proyecto dentro del BBI que “cuenta con un presupuesto de 7,2 millones de euros para desarrollar tecnologías sostenibles que permitan obtener ingredientes funcionales para alimentación, productos químicos y cosmética a partir de los efluentes secundarios de biorrefinerías de maíz, bioetanol y biodiésel”.
EXCornsEED es uno de los diecisiete últimos proyectos aprobados por el BBI. Según este consorcio, las nuevas iniciativas “se esforzarán por desarrollar soluciones para problemas actuales y estratégicos en Europa a partir de diferentes biomasas y en áreas como el suministro de materia prima, procesamiento optimizado y productos innovadores de base biológica para aplicaciones de mercado identificadas y desarrollo a nivel comercial”.
Química, biología, ingeniería y biotecnología al servicio de la economía circular
La CTA explica que “EXCornsEED se enmarca en el objetivo europeo de transformar la producción tradicional de bioetanol en un nuevo concepto de biorrefinería más sostenible, en consonancia con la estrategia de bioeconomía de la Unión Europea y en línea con el nuevo concepto de economía circular, que promueve un mayor aprovechamiento de los recursos para que su explotación sea más sostenible y respetuosa con el medio ambiente”.
La combinación de campos como la química, biología, ingeniería y biotecnología permitirá “desarrollar y validar tecnologías sostenibles de extracción, purificación y concentración aplicables a biorrefinerías con el fin de extraer, de sus efluentes secundarios, proteínas y otros compuestos bioactivos (péptidos, polifenoles, aminoácidos, fibras, etc) para su uso posterior como ingredientes en alimentos, productos químicos y cosméticos”.
Trabajo en red sobre biorrefinerías
Durante los mismos días que se presentaba EXCornsEED en Roma (el proyecto con cuenta con trece socios de ocho países: Italia, Eslovaquia, Rumanía, España, Bélgica, Suiza, Alemania y Países Bajos), Ainia organizaba en su sede de Paterna (Valencia) una jornada sobre biorrefinerías donde se habló de algunos proyectos ya en marcha dentro del BBI.
“Investigadores y empresas abordaron el pasado 14 de junio en Ainia, en un networking muy enriquecedor, diversas experiencias sobre cómo poner en valor los residuos y subproductos orgánicos agroalimentarios y urbanos, convirtiéndolos en nuevos bioproductos a través de modelos integrados de biorrefinería”, resume Andrés Pascual, responsable del Departamento de Medio Ambiente, Bioenergía e Higiene Industrial.
Bioetanol y biogás con residuos orgánicos urbanos
Uno de los proyectos del BBI expuestos fue Urbiofin, que persigue desarrollar un modelo de aprovechamiento de la fracción orgánica de residuos sólidos urbanos para producir bioetanol y su posterior transformación en bioetileno para uso en cooperativas agrícolas en la maduración de fruta.
Como concepto de biorrefinería, a parte del bioetanol y su derivado, el bioetileno, también investiga en procesos para producir dos tipos de bioplásticos para envases y plásticos agrícolas tanto con ácidos grasos volátiles de la digestión anaerobia, como del propio metano contenido en el biogás. “Además, demostrará un enriquecimiento fotosintético del biogás y la producción de biofertilizantes de base microalgal con propiedades bioestimulantes”, resalta Pascual.